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weblog de Iwi

Gaviota

Inmune a los vientos, gaviota arsénico, plomo, mercurio y un brillo en los ojos no se sabe si cómplice de la eternidad o anuncio del fin de los tiempos.


La cafeína

Lo que hacen la felicidad y el buenrollismo que me acompañan últimamente. Creo que este mediodía ha sido la vez en que más me ha costado aparcar en Madrid, de todos los tiempos. He dado una vuelta de reconocimiento, sólo una, y he tardado una hora. Era imposible. Mientras conducía iba con mi música preferida a toda caña, canturreando y bailandillo. Me fijaba en todos los parkings, previendo el mal menor, y “completo”. Una hora. Pues no me he agobiado ni estresado, ya lo encontraría. Pero veía yo el buen tiempo que hacía, todos en manga corta, las terrazas tan apetecibles… y no me lo he pensado mucho: he cogido, he aparcado donde me ha dado la gana (por no decir otra expresión más malsonante), he puesto las intermitencias, me he sentado en una terracita y he pedido una caña. Así, porque yo lo valgo. He estado al sol, tranquilamente, mirando a la gente pasar, disfrutando de la temperatura y el momento. Cuando he terminado, después de haberme tomado mi tiempo, me he dirigido al coche y ya se acercaba el municipal, que me ha dicho que la próxima se lo lleva con la grúa, yo le he contestado “perdone”, por ser educada, y él me ha respondido “perdone no”, y me ha resbalado tanto que casi me da la risa. Me he contenido, he subido al coche, he arrancado y diez metros después un aparcamiento libre. Ja.

Y esta tarde he quedado para jugar con mi amiga Kirikita, de tres años, (sí, se puede tener una amiga de tres años), a contarle una vez más que el cuento de Cenicienta no acaba con que se casan, sino que se van de marcha, y gritar y volvernos locas haciendo de lobo y cerdito, intercambiando los papeles muertas de la risa.
Leía hace poco en la blog como otra cualquiera un proverbio japonés que dice que el tiempo que uno pasa riendo es tiempo que pasa con los dioses. Pues sí, estoy de acuerdo.

Tengo momentos en los que voy conduciendo, a una velocidad agradable, constante, ligeramente acelerando, la ventanilla bajada y la música a tope, y me siento especialmente libre. A veces, sobre todo cuando llego al final de una cuesta arriba, puedo llegar a soñar que el coche vuela. La versión del anuncio de la mano de BMW pero a lo bestia. Cada uno tiene sus cosas, ¿no?

Quizá el carrito de la montaña rusa, una vez alcanzado el punto álgido, no tenga por qué bajar, quizá se desprenda de la maquinaria y se quede suspendido, arriba, por siempre flotando, como cuando sueño que el coche vuela, y yo ya no me tenga que preocupar más por gritar.

La vida fluye, y o atrapas el momento o lo pierdes.

Quizá haya un truco y yo no lo haya aprendido hasta ahora, quizá sea mi más viejo deseo aun sin saberlo, o quizá yo sea una ingenua de cojones.



¿Y a mí, que me gusta esta canción?: La Gaviota . (que no tiene nada que ver).

Aunque ésta otra, que siempre me perdió, probablemente sea más optimista.

 

El jersey

Mis compis de piso canturrean a Fangoria, les pregunto desde mi habitación qué número de canción es (para ponerla en el post) y me dicen que “La fuerza de vivir”,
- ¡¿Pero qué número?! (sólo tengo ese disco por pistas de audio, sin los títulos)
- ¡La 6!
- ¡Gracias!
- Son cinco mil quinientas
- Vaaale, ve poniéndolo en mi cuenta.


Quizá incurra en una falta de desvelar la intimidad de los que me rodean, pero no se trata de un episodio ni mucho menos grave, totalmente excepcional, y la cosa ha tenido su gracia (sólo para mí, me temo). Además, como siempre se hace en estos casos, cambio los nombres:

Hoy se han peleado. Me ha despertado de mi siesta una voz más aguda, rápida y exaltada de lo normal: “Andrés, tío, ¿qué le has hecho a mi jersey?, ¡¿qué le has hecho a mi jersey?!, ¿por qué siempre pasa igual?, a los tuyos nunca les pasa, tío, a los tuyos nunca les pasa, y es que no es la primera vez, ahí está el polo que me regaló mi madre, que dijiste que lo ibas a arreglar y no me lo podido volver a poner, un polo que vale una pasta, ahí está, pero a los tuyos nunca les pasa, mira cómo ha quedado el jersey, es que no miras, Andrés, es que con mis cosas nunca tienes cuidado, mira como a la tuyas no les pasa, mira cómo ha quedado, ¿no podías leer la etiqueta?, es que no hace falta ni leerla, es que cualquiera sabe que hay lavarlo aparte, y joder, tío, por lo menos podías pedir perdón, ¿no?, pero no, como te da igual, mis cosas te dan igual”. Esto es una pequeña muestra, porque Manuel se ha tirado sus buenos cinco minutos metido en el bucle de su frustración.
Andrés no dice nada, supongo que sabe que lo mejor es dejar al otro que se desahogue, mientras Manuel continúa cual disco rayado y yo, que iba al baño, me espero por no pasar por la zona minada que rodea la lavadora. Manuel sigue con su perorata “esto ya no se puede arreglar…” que ya ignoro. Estupefacta y ojiplática oigo un tímido “pues haberlo lavado tú” y a Andrés que arrastra los pies hacia la habitación. Me espero, porque esto, en muchas otras parejas podría haber sido el detonante de la guerra, pero respiro aliviada al comprobar que en este caso no ha sido así.
Manuel es muy buen tío, y no suele discutir, pero es hecho evidente y manifiesto que tiene en alta estima su ropa (lo es, y hasta yo sabía que ese jersey era su favorito), y el encogimiento y destinte del jersey lo ha llevado hasta el límite de su aguante doméstico.
Dos horas después el episodio del jersey se ha olvidado y canturrean felices a Fangoria. Yo me deleito escuchándolos. Me gusta cuando están felices, que es casi siempre, me lo transmiten. A veces siento, como podéis imaginar, nostalgia por el recuerdo de la vida en pareja, aunque en ciertos momentos, como el de hoy, también alivio.

Fangoria - La fuerza de vivir

cada vez que pasa una generación
se mudan los gestos
que inspiran de nuevo otra revolución
con la edad el tiempo ayuda a percibir
si has nacido tarde,
en tierra de nadie,
sin poder elegir.
en cada época y lugar
hay marcas de identidad,
conductas suicidas que nadie entenderá.

a fuerza de vivir
se aprende a resistir en este vodevil ,
vidas que pasan sin importar
es la ley natural, fuerza incondicional
que ignora nuestra voluntad.

sin querer se impone la desilusión
y llega el momento
de hacer el recuento de lo que se perdió
el ciclo se cerrará
el mundo abandonará
destinos cumplidos por otros que vendrán.

a fuerza de vivir
se aprende a resistir en este vodevil ,
vidas que pasan sin importar
es la ley natural, fuerza incondicional
que ignora nuestra voluntad.



Ya que estamos, incluyo también una de mis canciones favoritas de Fangoria, Electricistas, (junto a Hombres, Eternamente inocente, Retorciendo palabras y Me odio cuando miento, y tantas la verdad, y de las antiguas ya ni te cuento, Cebras, Isis, Perlas Ensangrentadas… yo qué sé, tenía yo un cassette blanco con la pegatina morada del “Deseo Carnal” que hasta hace poco ha estado rondando por ahí, que me amenizó buena parte de mi niñez y adolescencia).

Fangoria - Electricistas

“Me odio cuando miento” es que tiene una letra acojonante, en ocasiones más verdad que todas las cosas (¿y cuando no lo quieres admitir y te lo dice la canción?):
(Me gusta más la versión moody, pero ésta es la que hay)

Fangoria - Me odio cuando miento

 

Vimos pasar el cometa
Tumbados sobre la arena
Hablando de cosas
Que suenan trascendentes
Haciendo promesas
Que tú y yo sabemos que no hay que cumplir
Vimos hundirse la noche
En la distancia más corta
Robando los sueños a la madrugada
Soñando despiertos
Con que es más fácil
Lograr así un final feliz
Y ahora me arrepiento
De no haber sabido aprovechar el momento
Y siento haber oído mi voz diciendo
Que no importa nada
Que son cosas de la vida
Que algún día lo olvidaríamos los dos
aah aah aaaah
Me odio cuando miento
aah aah aaaah
Me odio cuando miento
Nos despedimos despacio
Para alargar el momento
Siendo prudentes
Por no decir cobardes
Y apretando los dientes
Para no decir
Yo me quiero quedar aquí contigo
Y ahora me arrepiento
De no haber sabido aprovechar el momento
Y siento haber oído mi voz
Diciendo que no importa nada
Que son cosas de la vida
Que algún día lo olvidaríamos los dos
aah aah aaaah
Me odio cuando miento
Me odio cuando miento
aah aah aaaah
Me odio cuando miento
También cuando me mienten
Mentiras que pretenden
Borrar los sentimientos
Me odio cuando miento.

 

Intangible

Hoy he estado hablando con un amigo bloguero, amigo antes de saber que era bloguero (Nay ), de los diferentes tipos de posts que se pueden escribir: de los que simulan un diario, de los artículos sociales…

Hoy vuelvo a mí y a lo que más me gusta, y a él también. Por eso escribo este post intimista, que seguramente nadie entenderá, pero que me servirá de desahogo, de asidero, de pies en la tierra, de grito al aire, a la blogosfera, a Internet, al mundo real, porque como comentaba ayer de pasada y por otros motivos con una bloguera insigne que todos conocéis, éste es más el mundo real, de tan loco y lejano que en ocasiones se vuelve el otro. Son más reales mi cabeza, mis sueños, mis ojos sobre esta pantalla, y vosotros con los que espero comunicarme, que el portero del edificio, cuya vida no me importa, o la plaza y sus borrachos, que son sólo el escenario de mis paseos.

El día, dentro de su normalidad, ha terminado con algo inesperado, una lluvia copiosa que se ha llevado las frivolidades. Recordatorio del tiempo que hace que no te veo, de lo sola que está, del deseo que me desboca.
Recordatorio del tiempo que pasa, de este Madrid, que ya no es el que conocí apenas cuatro años atrás, de Sofía. (Sofía, ya puedo, ya sí, pronunciar tu nombre como una especie de sortilegio. Diosa.)

Y así, desnuda, conseguiré conciliar el sueño, perderme, olvidarme, hasta mañana, en que me vuelva a tropezar, de bruces, con una luz, unos colores y una corporeidad que a veces se me hacen pesados sobrellevar.

Kirikita, la niña refugiada

El vuelo para el trayecto Madrid- Casablanca con EasyJet sale por unos 30 euros ida y vuelta, pero ¿no es mucho más emocionante hacerlo en coche?
Claro que sí.

Yo sé que por mucho que explique nadie podrá captar completamente la atmósfera que se ha vivido en este viaje, donde se pasaba de la felicidad a la pesadilla varias veces al día y con una facilidad pasmosa.
Para empezar, hay que considerar que si metemos a tres adultos y una niña de tres años en un coche durante varios días, sin ninguna otra influencia del exterior que un disco de punkrock de los 80 (porque había cuatro cds más, pero ése era EL CD), el resultado no puede ser normal.
Sin duda alguna, la protagonista absoluta del viaje ha sido Kirikita, la niña. (Mariquita, dicho con lengua de trapo es Kirikita).
Las conversaciones se vuelven repetitivas:
Me llamo Kirikita”, “no, te llamas Paula”, “no, yo no me llamo Paula”, “te llamas Kirikita”, “noooo”, “te llamas árbol”, “nooo”, “te llamas perro”, “noooo”, “te llamas Candela”, “nooooo”, “Kirikita”, “¡¡¡Que no me llamo Kirikitaaaaa!!!” Así durante horas. Después de varios días de lavado de cerebro la pobre niña casi acepta que se llama Kirikita.
También tenemos como más destacados los juegos del “cocolilo” y el de “me como tu nariz”, y el cuento estrella era “Caperucita” en todas las variantes posibles, por encima incluso de “Los tres cerditos”.
También despliegue de emociones básicas: “estoy triste”, “estoy enfadada”, “estoy triste y enfadada” (cada palabra con su entonación particular, escenificando) o “sólo estoy triste”, “estoy contenta”, “tengo miedo” (y Kirikita, que comienza a demostrar un arte especial para el chantaje emocional, las utilizaba hábilmente para conseguir sus objetivos).
Todo intercalado con la bonita canción: “Yo tengo un amigo que se llama Jesús”, “Yo tengo un amigo que se llama Kirikiiiita…”, y “Allah Akbar” (Alá es grande), por lo del toque local. Una locura.
Al final, aunque Kirikita estuviese dormida los adultos seguíamos hablando de la misma manera. Otra regla era que si otro adulto se unía al grupo, aproximadamente en media hora acababa hablando igual: “ésta sí”, “ésta no”, “me llamo…”, “eres bueno”, “eres maaala”… Conclusión, nivel intelectual general de las conversaciones: de niño de tres años.
Ah, Kirikita tiene sus canciones favoritas, y cansina como ella sola, por la edad que tiene (esa en que los niños son tan repetitivos) y por herencia de la madre, todo hay que decirlo, había que repetir las canciones innumerables veces. “¡Otra vez, otra!” Menos mal que Kirikita tiene buen gusto:
Por orden de preferencia son éstas:
“El Pato” de Talking Heads. Sin duda es la favorita. Cuando en el estribillo cantan “Fa fa fa fa fa…” hay que decir “cua cua cua cuá, cua cua cua cua cua cuá” y si se hace el pato con los brazos mejor que mejor.
“Lompeolas, Lompeolas” de Radio Futura
“Puaj, que asco” de The Clash, durante el estribillo en vez de “Rock the Casbah” hay que decir “puaj, qué asco, puaj qué asco”. Probadlo, pega un montón, ocurrencia de Kirikita.
También le gustan “Love Cats” de The Cure y “Stand and Deliver” de Adam & The Ants (la del caballo, de toda la vida).

Kirikita, la niña refugiada, comenzó a ser refugiada cuando se dejó olvidada su ropita de princesa en casa de la abuela y hubo que comprarle ropitas de niño marroquí en el mercadillo para que no pasase frío, que por cierto, Marruecos NO es el Caribe, hacía un tiempo casi como el de aquí, nos llovió dos días.
Kirikita también se echó un noviete marroquí, un rollo pasajero, era un monstruito de niño y la propia Kirikita renegó de él el último día.
Ah, Kirikita descubrió… ¡el yogur rosa chicle! Se trata de unos yogures con un contenido completamente líquido de aspecto radiactivo y efectivamente de color rosa chicle. Tan solo uno de los adultos tuvo el valor de probarlo y dijo que estaba asqueroso, por lo que los demás no hicimos más intención, pero a Kirikita le encantaban, y debe de tener un gran éxito en Marruecos puesto que encuentras los envases tirados por todas partes. Así que imaginad, cada vez que veía un envase: “quiero rosa chicle, rosa chicle…”. Si la dejabas se podía tomar tres de una vez.
Ah, pequeño detalle, a veces Kirikita se mareaba en el coche y vomitaba, pero la pobre, qué buena es, avisaba para que le dieran una bolsa. Os podéis imaginar el color del contenido, ¿no? Momento cumbre: una de las veces la bolsa estaba agujereada, pasando de mano en mano, chorreando rosa chicle por todo el coche, todos gritando…
El estado general en que estaba el coche por dentro es indescriptible (galletas roídas, botellas vacías, mapas, papel higiénico, toallitas de bebé, papeles varios, cds, fundas de cds, chaquetas, bolsos, bolsas de plástico de contenido incógnita…). Y a lo que habéis imaginado añadid el olor a pollo al ajillo del último día.

Hay más capítulos en este viaje:
  • La primera vomitona de Kirikita, por La Mancha, al mismo tiempo en que caía una tromba de agua espectacular.
  • Cuando diez minutos antes de que salga el ferry nos dicen que uno de nuestros billetes (el del coche) está anulado
  • El frío que pasamos la primera noche
  • El del policía corrupto jubilado, alcohólico, putero y musulmán (creo que cuando se declaraba musulmán quería decir que no era maricón), que conducía de modo suicida, al que nos pegábamos porque era el que conocía los sitios buenos.
  • El particular modo de conducir que tienen en Marruecos, que nos dio tan emocionantes momentos, por no hablar de la espontaneidad de sus peatones o la despreocupación de sus ciclistas y motoristas
  • La hospitalidad marroquí que hacía que tuvieras que comer varias veces, y ninguno sabía cómo negarse. (El pescado buenísimo y muy fresco).
  • El senegalés guapo y caballeroso que nos invitó a restaurante en condiciones
  • “El culto”, escritor marroquí encantador, que nos enseñó su pueblo
  • Perdidos en Casablanca (ése se repetía, era como El día de La Marmota, pues igual, y siempre había alguien que acababa diciendo “es que Casablanca tiene cuatro o cinco millones de habitantes”)
  • "Tenemos que encontrar un super-marché…" (ése se repetía también)
  • "Vamos a coger leña del bosque" ("¿y si robamos un palé?" Ése sí que se repetía)
  • Cuando me tomé un redbull e hice realidad mi sueño de quemar el palé
  • Cuando no llegábamos al ferry de vuelta ni de coña, las discusiones en la frontera con los de allí, cuando llegamos por fin y para celebrar que había salido con retraso (nos habíamos encomendado a Jesús, Alá y las diosas, no sabemos cuales fueron los que funcionaron pero la combinación de los tres da resultado, garantizado) nos tomamos unas cervezas, los mareos luego en el ferry…
En fin, eso por encima y de lo que se puede contar, que ha sido completito el viaje.


PS: Hasta que no he llegado a casa tras las vacaciones y alguien me ha dicho “por lo menos no has tenido que soportar las procesiones” no me he percatado de que era verdad.


Consumo estratégico: cómo cambiar el mundo con lo que compras.

Consumo estratégico: cómo cambiar el mundo con lo que compras.

Compra un futuro mejor

(Resumen del artículo publicado por Alex Steffen, mi optimista gurú del cambio climático, el 26 de marzo, en www.worldchanging.com)

Siento la redacción un poco básica y patatera, no tengo mucho tiempo, pero me parecen unas opiniones interesantes y quería dejarlas aquí para la reflexión durante estos días. La cosa es quedarse con la idea.

El fin de semana pasado se celebró en Vancouver EP!C , una expo sobre la sostenibilidad.

Éstas son las impresiones de Alex Steffen tras la misma:


No se puede comprar un futuro mejor, no ése verde brillante que todos deseamos (uno sostenible, es decir, un futuro que tenga futuro en sí mismo), no importa el dinero que estés dispuesto a gastar.
Puedes hacer esfuerzos heroicos, pero por el momento es imposible llevar un estilo de vida de consumidor norteamericano y no dañar el medio ambiente.

Puedes comprar sólo comida ecológica, productos reciclados y vestir fibras naturales, que no llegarás al objetivo. Puedes incluso cambiar tu coche por uno híbrido, disponer de depósitos de agua de lluvia y hacer funcionar tus aparatos eléctricos con un molino de viento, y aún así no llegarás. Todo debido a que la basura asociada con el consumismo es masiva y porque los sistemas fuera de tu control de los que dependes directamente (desde las carreteras locales, pasando por el ejército, hasta las líneas de montaje de tu coche, tus depósitos de agua y tu molino de viento) son todavía profundamente insostenibles. No puedes comprar la reducción de tu huella ecológica, lo más que puedes hacer es empujar al mercado en esa dirección.

La realidad es que tan sólo un cambio masivo del sistema nos ofrece la oportunidad de evitar las catástrofes que se avecinan. Las cremas exfoliantes naturales no producen realmente mucho cambio en el mismo. De hecho, la gran mayoría de los productos verdes que nos rodean son, como mucho, una forma de publicidad de la idea de que deberíamos vivir de una manera sostenible, una especie de terapia al ir de compras para la culpa ecológica.

Hubo un tiempo muy divertido cuando reclamábamos que ecología y diseño podían ser sinónimos, pero eso fue hace una década, cuando sabíamos menos y podíamos hacer menos. Ahora el boom de los productos verdes está ocultando el mensaje más importante de todos:  el producto más sostenible es el que no compras.
 

¿Deberíamos abandonar la idea de emplear nuestro dinero en productos que puedan hacer algún bien? Absolutamente no, pero necesitamos empezar a hacerlo mejor y comprar de manera que produzca impacto. Necesitamos empezar a practicar el consumo estratégico.

¿Qué hace que un consumo sea estratégico? La multiplicidad de niveles.
Lo ideal es comprar productos que no sólo cumplan su objetivo de manera más sostenible, sino mandar al mercado señales que, a través de la economía, se traduzcan en unos cambios del sistema más significativos.

Si queremos ver estos cambios, deberíamos seguir cinco estrategias, ordenadas por orden de importancia:

1) Por defecto, verde
Cuando existan alternativas relativamente equivalentes, por rutina elegir siempre la que sea más verde, incluso si su impacto es mínimamente menor (por ejemplo, elegir papel higiénico reciclado siempre que sea posible). Esto no producirá un cambio masivo, pero ayuda a consolidar las ganancias de los productos verdes.
También deberíamos esforzarnos para conseguir que los productos claramente nocivos para el medio ambiente, como las maderas cortadas directamente de bosques tropicales o los productos de limpieza del hogar con contenidos químicos altamente tóxicos, no se compraran nunca. Eso sería una señal clara al mercado.

2) Ampliar nuestros horizontes temporales
Un gran número de productos verdes aparentemente más caros son buenas inversiones vistos desde la perspectiva del coste a largo plazo. Esto se puede aplicar desde a electrodomésticos (que se amortizarán por el ahorro de electricidad) hasta las alcachofas de las duchas con menor caudal. Éstos son productos de peso, que requieren una inversión industrial importante en su manufactura.
Comprarlos representa una sabia inversión y acelera el proceso de adopción de estándares cada vez más altos.

3) Todo el mundo puede hacer algo
Hay que procurar ser verdes en todos los espacios y aspectos de la vida. Da igual la ocupación, seguro que en el trabajo o hobby todo el mundo puede hacer algo. Cada persona es importante en sí misma, cada idea cuenta.

4) Ser verdaderamente estratégicos
La basura que genera la tecnología representa un problema medioambiental de grandes dimensiones. La investigación en tecnología verde supone una gran inversión, y si el público lo agradece decantándose por esos productos hará que se siga investigando.

5) Inclinar el campo de juego
Si queremos que ocurra un cambio grande, tenemos que comprometernos con movimientos que presionen el comportamiento de empresas e instituciones. Hay que pedir mejores políticas de regulación, invertir en compañías responsables, boicotear a los que se salten las normas, destruir o fortalecer marcas e influir en los medios.

El PE detecta abusos urbanísticos generalizados en España

27/3/2007 18:40 | EP

Advierte del peligro para los propietarios

Las autoridades locales, regionales y nacionales no ponen freno a los abusos del desarrollo urbanístico en España, que en los últimos años se han extendido por numerosas localidades por medio de planes que incrementan la población de núcleos urbanos hasta límites insostenibles y en los que los principales perjudicados son sus habitantes y los compradores de las nuevas construcciones.

Éstas son, en general, la conclusiones del informe elaborado por la delegación de la comisión de Peticiones del Parlamento Europeo que visitó entre el 27 de febrero y el 3 de marzo pasados Almería, localidades de la sierra de Madrid y de la Comunidad Valenciana para ver sobre el terreno los abusos urbanísticos que desde hace años han denunciado miles de ciudadanos españoles y de otras nacionalidades.

Afirma que "la aplicación de las leyes de tierras sigue siendo problemática en muchas regiones autónomas españolas", donde se detectan "presiones para comprometerse en masivos desarrollos urbanos". El informe puntualiza, no obstante, que "ayuntamientos y gobiernos regionales responden en varios grados, desde un compromiso leal con su comunidad local hasta a la aceptación pasiva y a menudo activa de los planes de los urbanizadores". Estas diferencias se reflejan, añade, en las distintas "leyes regionales".

El presidente de la comisión de Peticiones, el conservador polaco Marcin Libicki, y uno de sus vicepresidentes, el socialista británico Michael Cashman, firman un documento que hoy analizó la comisión parlamentaria y que da cuenta de las reuniones, explicaciones y conclusiones que sacaron de sus encuentros con autoridades y habitantes de las localidades que visitaron.

La peor parte es para el Gobierno de la Comunidad Valenciana, donde advierte de los peligros para los residentes locales y donde la delegación constató la actitud "más arrogante" de sus autoridades y obtuvo "las menores explicaciones" sobre "proyectos urbanísticos que han conducido a la destrucción de muchas áreas costeras muy bellas y frágiles".

Por otra parte, Cashman y Libicki "lamentan sinceramente" que finalmente no se celebrase ninguna reunión con representantes del Ministerio de la Vivienda, con quienes les hubiera gustado hablar del proyecto de la nueva ley de suelo. La reunión se canceló por motivos que "no parecieron muy creíbles", según expusieron en su informe.

En términos generales, el informe constata que "la comisión de Peticiones continúa profundamente preocupada por el resultado de la negación continua y persistente de los legítimos derechos de muchos ciudadanos europeos en España, particularmente en la región valenciana, a sus tierras y casas".

Da cuenta de "un gran número de casos documentados" de ayuntamientos que han autorizado planes de desarrollo urbano "no por requisitos relacionados con el crecimiento de la población y el turismo" y "más debido a lo que parecer ser su avaricia". Asimismo, aborda el enorme desarrollo urbanístico que ha acompañado a la "bonanza económica" española durante los últimos años y se pregunta "a cuántos dueños de compañías constructoras en España podemos encontrar en el top 100 de la lista Forbes de las personas más ricas del mundo".

Afirma que "los residentes de repente encuentran que el tamaño y la población de su comunidad rural se ha multiplicado de manera desproporcionada", de lo que ellos no obtienen ningún beneficio, "pero los constructores sí". También se observa como "otro fenómeno preocupante" que "cada vez más europeos compran propiedades de buena fe" y sólo después se enteran de que tienen que pagar más tasas a los constructores. "Esta es la Europa de la libertad de movimiento, de la libertad de mercancías y servicios, libertad para explotar en impunidad", proclama el informe.

El texto considera "probable" que entre las directivas europeas que se violan figuran las relativas al impacto medioambiental, la gestión de aguas y basuras, la fauna y "también muchos casos (en que se viola) la directiva contra el lavado de dinero".

En este escenario, admite que las competencias del Parlamento Europeo son "relativamente limitadas", pero transfiere la "responsabilidad real" a las "comunidades autónomas y a las autoridades nacionales españolas" para "corregir este abuso percibido como generalizado", incluso "ante los tribunales si es necesario".

Reclama a la Comisión Europea a que actúe para investigar "posibles infracciones" de la ley de la UE; a las autoridades locales, regionales y nacionales "sobre todo de la Comunidad Valenciana", a que "respeten la ley y que se limiten los "poderes excesivos" que en ocasiones disfrutan los constructores.

Sugiere una mayor implicación ciudadana en los planes de desarrollo urbanístico y que se creen tribunales especiales en las comunidades autónomas y se estudien eventuales compensaciones a quienes han perdido sus propiedades por la aplicación de algunas leyes del suelo.

En Almería, sus autoridades provinciales "admitieron y reconocieron" que "un número de autoridades municipales han actuado incorrectamente", por lo que muchos alcaldes están siendo procesados y también que "en muchos casos, considerables sumas de dinero se generaron de estas prácticas ilegales". En cuanto a las víctimas de estos hechos, "parece claro que quienes compraron casas ilegales de buena fe, de acuerdo con el Gobierno regional, son tan víctimas como responsables de lo que ha pasado", dice el texto.

La visita a la Comunidad Valenciana fue la que pasó por más municipios y la más insatisfactoria en relación a la actitud de sus autoridades, según el informe, que destaca que se trata de la tercera visita a la región, donde "las autoridades no han cumplido los compromisos que dieron a previas delegaciones".

"De los 540 municipios en la Comunidad Valenciana, alrededor de un 15-20%, concentradas esencialmente en la costa, han experimentado serios problemas de la urbanización extensiva, muchos de los cuales han incluido denuncias de corrupción en los últimos años", señala.

También evalúa el comportamiento de los representantes de la Generalitat valenciana, así como la "dificultad para organizar" la reunión con el conseller de Territorio, Esteban González Pons, un día después de que "dos eurodiputados y representantes de la comunidad empresarial atacaran a la delegación y a sus miembros de manera individual".

El encuentro cambió de escenario "en el último momento" y González Pons se presentó ante los eurodiputados "flanqueado a cada lado y apoyado por los presidentes de la Cámara de Turismo de Valencia, promotores urbanísticos, agentes estatales y agentes de viajes, que criticaron la visita y defendieron la ley de suelo valenciana y las actividades de la industria de la construcción".

"Por tanto, la reunión fue de confrontación más que constructiva", apuntaron los eurodiputados, que añadieron que González Pons "se negó a reconocer que hay problemas con los programas de urbanización y si los hubiere, mantuvo que deberían resolverse en los tribunales".

En la Comunidad de Madrid, la visita se centró en Galapagar y Torrelodones, donde también se hicieron "serios comentarios sobre los desarrollos en localidades vecinos como El Escorial". Las principales son "el tamaño de los programas y su impacto en los alrededores naturales, en las aves en peligro, la falta de un tratamiento de agua apropiado y los efectos sobre el tejido social" de la región.

La reunión con el consejero de la Presidencia, Francisco Granados, fue "superficial" aunque "útil", pero "la delegación se mostró satisfecha con las explicaciones, en contraste con el enfoque que adoptaron las autoridades valencianas con las que se encontraron".

Límites y respuestas

“Había sufrido porque ella misma se lo había buscado; no había otra explicación, no hubo más nostalgia que la de una idea. Resultaba triste admitirlo, zanjar así lo que había vivido como el amor de su vida, pero más triste habría resultado no darse cuenta y pasarse la vida añorando una equivocación como aquélla. Porque la cabeza trama sus intrincadas redes y la pasión nunca es, en realidad, como se la inventa. Y un día la flota de recuerdos naufraga en la noche, en el agua oscura de la desmemoria y, cuando una deja de sufrir, ya ha olvidado.

Y, con un poco de suerte, también ha aprendido.”
Cosmofobia, Lucía Etxebarria


Todo lo que sube, baja, y todo cuerpo tiene su límite.
Pues eso, la noche del domingo dormí fatal, incorporándome cada dos por tres, con una tos que parecía de un ser de ultratumba. El lunes por la mañana, nada más despertarme, tarde, pues intuitivamente me dejé dormir todo lo que necesitaba, sentí que algo no iba bien: un dolor agudo en la garganta prácticamente me impedía hablar. A esto hay que añadir el asma, que suele presentarse como artista invitada cuando más concurrida está la escena. Conclusión: ¡qué malita estooyyyy!
Vale, lo acepto, era el precio a pagar.
Hoy he pasado todo el día en la cama, durmiendo o navegando perezosamente por Internet. A ver cómo evoluciono, conste que me estoy cuidando.
En cualquier caso, damos por finalizada la etapa de dispersión, nos recuperamos y al lío. Bueno, tendrá un receso: las vacaciones de Semana Santa, del 31 al 9, (en coche también, que me gustó la última), que consideraré fin de fiestas, o fin de duelo, o fin de etapa, o espectacular comienzo de la nueva, o como queramos llamarlo. No, mejor: espectacular fin del comienzo de la nueva etapa. ¡Je! En realidad, ojalá todos los duelos fueran así. Ahora, echando la vista atrás, me alegro, aunque en su momento las pasara putas y, a día de hoy, aún haya momentos en que la procesión va por dentro. En fin…

Oye, qué bonito libro el de Lucía Etxebarria, cuánto lo recomiendo.√

Hoy, mientras me aburría con el ordenador, he releído por encima algún que otro post de éste mi dispar blog. Me ha llamado la atención, en concreto, uno que publiqué el 13 de diciembre del año pasado, no hace tanto, y que titulé “Misterios insondables” . Bien, pasado este tiempo, estoy en disposición de ofrecer unas respuestas que su momento jamás sospeché:


Respuesta a los misterios insondables:

* ¿Por qué compramos la película “Rain” y llevamos ocho meses sin querer verla?
Ya da igual si la viste o no, no te ha tocado en el reparto de bienes y dudo mucho que la encuentres otra vez, porque rara es.
* ¿Dónde fueron a parar la guía QDQ, los pendientes de plata y el cd con mis textos?
La guía QDQ estaba en el mueble de madera, junto con mis chorradas, los pendientes aparecieron y los perdí en enero en Barcelona, y el cd con mis textos apareció también durante la mudanza y no hace mucho, al comprar este ordenador, lo revisé y ordené los textos.
* ¿Por qué sigo ojeando la revista de otorrinolaringología que llega por equivocación a mi casa aunque me resulta repulsiva porque contiene imágenes de operaciones?
Nunca más te verás en esa disyuntiva. Solucionado.

Y sobre todo:
• ¿Por qué no solucionamos el problema de la ventana del cuarto de baño (no la podemos cerrar) y nos seguimos duchando muertas de frío?
Pues sí que lo solucionamos, lo solucioné, lo solucionó el novio de mi hermana cuando les dejé la casa y casi mueren pajaritos. Lo que hace la necesidad. En cualquier caso, mi nuevo baño tiene dos ventanas, una enorme y otra pequeñita, de aluminio blanco y doble acristalamiento, que cierran como una seda. YA DA IGUAL.

¿Quién me lo iba a decir?


Otro día más

Sábado, una y pico de la noche, ya en casita, qué responsable, qué tranquilizador, pero no.
Salí yo de mi casa a la una y media del mediodía o así, que no podía con mi cuerpo de la noche anterior, y de la otra, y de la otra, (sin drogas estimulantes, conste, y muy orgullosa que estoy de ello). Salí yo, a tomar unas cañas, porque qué sol hacía hoy. Dicen que una caña es el mejor remedio contra la resaca, aunque hace poco leyera un artículo que lo desmentía, pero quiero seguir creyendo esa opinión popular.
La primera en un bar que nos cogía de camino, la siguiente en la terraza de otro de la calle Argumosa, qué suerte que unos se iban y pillamos mesa, era nuestra y no nos la quitaba nadie. Una caña, otra y otra, unas tapas para amenizar, que de algo vive el hombre. La compañía, inmejorable. Unos fijos, otros variables, gente nueva. Sol, qué agradable.
Cuando nos levantamos eran las seis de la tarde. Me recordó a los tiempos de la facultad, pero todavía no sabía hasta qué punto este día me los iba a recordar.
Yo estaba dispuesta a volver a mi casa y echarme una siesta histórica, pero tampoco. Alguien sugirió “La Zapatería”, famosa por su sangría, que había sido tema de conversación en la mesa. Y yo, que nunca fui entusiasta de la sangría, me dispuse a conocer ese renombrado y decadente local, no fuera que me faltara en el currículum. Lo más destacable del rato: confesiones de lo peor que has hecho por amor. Obviamente lo mío no voy a contarlo aquí, se reserva a los asistentes, pero no tuvo desperdicio la conversación, lo que me divertí.
De pronto eran las nueve, nadie sabe cómo.
Sabíamos que hoy cambiaba la hora, como siete veces hemos intentado a lo largo del día descubrir si se “ganaba” o “perdía” una hora, las siete de manera infructuosa. Todos los años pasa igual.
Entonces, ya que estábamos al lado, y esperábamos a “Fulanito”, (pero ya nos íbamos, ¿eh?), para hacer tiempo, decidimos tomar algo en “La Negra Tomasa”, sitio cubano por excelencia. Cayeron unos mojitos. Hasta que no fui al baño no me di cuenta de que yo ya había estado en ese bar, cinco años atrás, y que perdí un avión por su culpa. Mola, mola el lugar, me falta ir a comer un día.
Después de eso, en la disyuntiva de si seguimos o nos vamos a nuestras casas, llamó otra amiga, que estaba muy cansada, que no salía, pero que tenía una botellita en su casa, que mejor nos pasáramos y organizáramos algo tranquilo, que ya no tenemos edad para otra cosa. Pues eso, le tomamos la palabra. Ideal. Y como buenas maruj@s, nos tragamos a Gema Ruiz (¿se llama así la ex de Álvarez Cascos?) en Dolce Vita contando sus amores y desamores. La destripamos. Esa mujer no ha podido resistir la mala energía que entre risas y desfases le hemos transmitido.

Y ahora, pues escribiendo un rato, y oye, qué listo mi ordenador, que ha cambiado la hora él solito. Sigo sin saber si se “gana” o se “pierde” la famosa hora, pero creo que me da igual.

Mis mejores deseos al que me lea.
Cancioncita recomendada: "Psycho killer" de los Talking Heads, pero os la vais a tener que buscar vosotros porque no estoy pa Odeo.


Narcisismo

Los narcisistas no buscan en una relación la gratificación del otro sino la suya propia. Con frecuencia establecen relaciones de poder o dominación, en las cuales ellos tienen que ser el centro de la atención o los receptores de todos los halagos.

Si la pareja tiene algunos atributos notables y que ellos no poseen, buscan disminuirlos con críticas severas e injustas. Si las virtudes personales del otro se ponen de manifiesto o son exaltadas en algún evento social o por otro tipo de comentarios externos, su respuesta es por lo general el retraimiento rencoroso, la agresión pasiva o el sabotaje abierto. Pueden hacer sentir culpables a sus parejas y acosarlas con descalificaciones y reproches arteros, alegando que se han vuelto seductoras hacia los demás y que su comportamiento de muchas maneras es lesivo para el funcionamiento adecuado de la pareja. Un ejemplo claro: una persona infiel que justifica su infidelidad diciendo que fue su pareja la que fue infiel primero, y proclamándolo a los cuatro vientos.

Los narcisistas son personas vistosas y atractivas y por ello, al principio sus características negativas no son muy visibles. Luego, y tal vez muy tarde ya, comienza a aparecer el egoísmo exacerbado, las ansias de poder y una gran tendencia a la manipulación y a la infidelidad, la cual sienten como un derecho.

La pareja de un narcisista pocas veces realiza sus sueños iniciales y muy frecuentemente se encuentra inmensas decepciones en sus esperanzas.

En la vida sexual, por ejemplo, la satisfacción está condicionada al grado de admiración que él reciba por su ejecución. Si el narcisista cree que complacer ampliamente a su pareja en todos sus deseos eróticos le atraerá una especie de galardón como el “mejor atleta del año”, buscará a toda costa la comprobación de que ha conseguido su objetivo. Para los efectos, somete a su pareja a interrogatorios sobre las cumbres elevadas de placer que le ha hecho alcanzar y tratará de reasegurarse que nadie en la vida del otro se le puede comparar.

Cualquier demostración contraria, o cualquier señal de insatisfacción que pueda percibir le hará sentir amenazado y buscará reivindicarse urgentemente, ya sea con infidelidades o con los consabidos ataques descalificadores hacia los demás.

La persona narcisista, por otra parte miente descaradamente y muchas veces las mentiras no pueden ser descubiertas pues para ellos no son sino verdades particulares que dicen con la certeza del hecho real.

A la hora de una separación es cuando mayores dificultades aparecen. Si la pareja, cansada de recibir denigraciones e irrespetos decide abandonar la relación, lo más seguro es que despierte en el narcisista un sistema de alarma tal que lo lleve a una persecución incansable. Dentro de esta gama puede encontrarse desde aquellos que buscan despertar la compasión, mostrándose como víctimas inocentes del desapego amoroso de su pareja y tratando de que el otro se sienta culpable, hasta el que toma acciones retaliativas, en forma de ataques o denigraciones de cualquier tipo. Es frecuente en el narcisista la obsesión por criticar a su ex pareja.

Existen las variantes derivadas de las distintas modalidades personales, pero en líneas generales, los extremos de los polos de la autoestima son altamente peligrosos para la relación de pareja.

Es conveniente revisar los aspectos relativos a nuestra autoimagen y a la de los demás, así como a los mecanismos que utilizamos para elegir la pareja y detectar a tiempo los indicios de patología emocional que puedan existir, tanto en nosotros mismos como en aquellos que elegimos para compartir nuestro afecto y nuestra vida.

Uso Patológico de Internet

¿Cuántas horas diarias se pasa enganchado a Internet? ¿Dos, tres, cuatro horas,...? ¿Acaso es usted de los que tiene más amigos virtuales que de carne y hueso? ¿Se siente más cómodo estableciendo relaciones a través del ordenador que en persona? Si pasa más de 38 horas a la semana conectado a la red –es decir, unas cinco horas diarias- usted es una persona adicta a Internet y sufre una enfermedad llamada Uso Patológico de Internet. El nombre de la nueva enfermedad ha sido acuñado por la Asociación Americana de Psicología y fue presentado en la reunión anual que celebró en Chicago. Para muchos especialistas, el uso excesivo de Internet es tan adictivo como las drogas, el juego, los video juegos o semejante a alteraciones de la alimentación como la anorexia o la bulimia.
Igual que ocurre con otras adicciones, el Uso Patológico de Internet empieza como un hobby o porque tiene alguna relación con el trabajo, pero después de un tiempo empieza a ocupar una parte central de la vida del individuo, que utiliza la pantalla del ordenador para escapar de la vida real y mejorar su estado de ánimo. Los adictos a Internet pasan su tiempo entre foros de discusión, los llamados chats (lugares en la red donde se pueden hacer amigos virtuales y charlar en tiempo real), navegando (buscando información diversa) o, simplemente, enviando o recibiendo e-mails (mensajes electrónicos).
Según una psicóloga de la Universidad de Pittsburg, la doctora Kimberly Young, menos del 10% de los usuarios de Internet se considera adicto. Young estudió a 157 hombres, de 29 años de edad por término medio, y a 239 mujeres, de una media de 43 años. Entre los datos obtenidos, resulta sorprendente ver que sólo el 8% de los adictos relaciona su adicción con el trabajo y que casi el 40% son secretarias, profesores, empleados de banco y periodistas.
Según el informe derivado del estudio, los usuarios opinan que la mayor ventaja de Internet es el anonimato. La gente se siente más segura y cómoda detrás de la pantalla, con una identidad secreta. Para muchos, lo más apasionante es que Internet les ofrece la posibilidad de reinventarse a sí mismos. El informe dice que aquéllos que sufren falta de autoestima o que sienten la desaprobación de sus demás congéneres son los que tienen mayor riesgo de adicción a la red.
Muchos adictos creen que en Internet (en los chats, sobre todo) hay una sensación de comunidad que no pueden encontrar en su ciudad. Entonces se refugian en un mundo virtual y hablan con personas de cualquier punto del planeta a las que probablemente nunca verán en persona. La situación ha llegado tan lejos que en la red ya pueden encontrarse sitios on line para seguir una terapia ciberespacial. Muchas de las sesiones de tratamiento se realizan por e-mail o en chats, como consultas virtuales que cuestan hasta unos 12 euros por cada media hora de charla. No deja de ser chocante tratar de curarse la adicción a Internet con un ciberpsiquiatra.

¡Dame un euro!

Volvía yo de casa de un amigo, a eso de las once de la noche, hoy domingo, cuando se me acerca un yonki, de éstos terminales, (la calle desierta, la noche ideal, como en la canción), y me dice que le dé un euro.
No llevaba bolso porque sólo iba a salir un momento, que se prolongó por un imprevisto. Contenido de mis bolsillos:
Bolsillo izquierdo: dos monedas de diez céntimos y las llaves.
Bolsillo derecho: un billete de cincuenta euros (a la vuelta de casa de mi amigo pensaba comprar comida en la tienda de los chinos; recordad del post anterior que no tenía comida en la nevera).

Comienza el diálogo, y el regateo…
- No llevo nada, de verdad
- Sí llevas, dame un euro, todo esto muy agresivo, encarándome y acercándose mucho
Me empiezo a acojonar, me doy cuenta de que el tío está enmonado. Cuando digo que estaba terminal es terminal, chungo chungo, que no es por darle más emoción a la cosa.
Sopeso la situación, no quiero darle los cincuenta euros ni de coña, recuerdo una vez que me conseguí escaquear en un caso similar (Granada es muy buena escuela) e intento la misma estrategia, haciéndome la víctima pobre y colaboradora:
- De verdad que no, sólo llevo esto, sacando las dos monedas de diez céntimos y ofreciéndoselas. Ojalá hubiese llevado más suelto que eso, se lo hubiese dado, en este caso sin dudarlo, pero tuve la mala suerte de que la circunstancia fue así.
- Esto no lo quiero, sí tienes más, dámelo
- Que no, de verdad, que esto son las llaves, las saco y se las muestro.
- Que tienes más
- Que no, si es que he salido un momento de casa, no llevo nada
- Sí llevas, no, no te voy a hacer daño, pero sí llevas, lo de que no me iba a hacer daño me alivió bastante, la verdad, y me dio fuerzas para seguir con mi papel.
- Que no… y cojo y le doy la vuelta al bolsillo, con todo el morro
- Bueno, y se va refunfuñando algo.
El yonki, con su enlobamiento, no reparó en que tenía otro bolsillo, y no me lo podía creer.

Respiro aliviada, un poco nerviosa, y sigo calle abajo. Cuando llevo un tramo compruebo que no me sigue, que ha ido por otra calle y continúo andando, giro en la esquina y me meto en la tienda del chino.
Hago mi compra, toda feliz, y salgo con la bolsa en la mano. Y de pronto, oh sorpresa, me encuentro con el yonki de cara. Puse todos mis deseos en que desapareciera la bolsa de plástico, pero no ocurrió. Él la miró, yo la miré, y sí, esa bolsa no estaba cinco minutos antes.
- Ves como sí llevabas más
Ahí sí que me dio miedo. Estaba cabreadísimo, los ojos desencajados.
Glups, glups, glups.
Ahora llevaba en el bolsillo derecho veinticinco euros en billetes y una moneda de dos euros. Vuelta a empezar.
- Es que me fían en la tienda, no os podéis imaginar el descoloque que yo tenía.
- ¡No me lo creo!, normal, normal que no se lo creyera, ¿desde cuándo fían los chinos?, anda que yo también…
- Que no llevo nada, y vuelvo a sacar las monedas de diez céntimos, pero según las saco las vuelvo a guardar, eso ya lo habíamos vivido.
- No me lo creo, que sí llevas
- Que no…
- Como no me lo des ahora mismo todo te busco, eh, ¡te busco!
Ahí me acojoné, porque vivo muy cerca y sí que me lo podía volver a encontrar. Metí la mano en el bolsillo derecho, y palpé. Estuve tentada a darle los billetes, pero me tropecé con la moneda de dos euros, la agarré y la saqué con mucho cuidado de que no sobresalieran los billetes, todo con mucha naturalidad. Cuando el yonki vio la moneda, toda nuevecita y brillante, se le iluminó la cara, y aunque yo ya estaba dispuesta a darle todo el dinero si me insistía una sola vez más, pareció que se conformaba con eso, con lo que me relajé.
- Ves como sí llevabas
- Es que me debían dinero en la tienda…
Lo mejor es que va el tío y me dice:
- ¡Ah, perdona!
No sé por qué tuve que darle esa explicación, parecía que me sintiera incómoda porque me hubiera cogido en la mentira, pero en realidad yo sólo quería buen rollo con un yonki que me podía volver a encontrar cualquier otro día.
Se fue, mirando los dos euros en la mano, por la calle en dirección contraria a donde yo me dirigía. Esta vez sí que aceleré el paso y en más de una ocasión comprobé que no me seguía. Lo que me faltaba era que supiese dónde vivo.
Cuando llegué, alteradísima, le conté lo sucedido a mis compañeros de piso. Me dijeron que si me lo volvía a encontrar se lo dijese a ellos, que venían conmigo a hablar con él. Qué majos son. La verdad es que imponen, en especial uno de ellos, grande, barbudo, con pendientes y voz de ultratumba. Vamos, que si me vuelve a decir algo se lo mando.
También me aconsejaron que en esos casos hay que gritar, que entonces se van asustados, y lo apunto para otra vez, nunca se sabe cuándo ésa puede ser la mejor opción. Aunque, por ejemplo, la primera vez que me tropecé con él creo que no me hubiera escuchado nadie. La segunda supongo que sí, la verdad, pero no se me ocurrió.
En estos casos nunca se sabe cómo uno va a reaccionar y quizá he pecado de temeraria, pero ha salido así y ya está.



Mi semana

Pasan los días volando y yo me debato entre la culpabilidad por esta vida fácil y el afán de aprovechar hasta el último momento ante la expectativa del nuevo trabajo tras la Semana Santa.
El lunes, mismo día de mi vuelta de Bilbao, me reencontré con mi viejo amigo J., el que se había ido a Nueva Zelanda. Cenamos en Chueca y nos tomamos unas copas mientras me contaba aventuras y desventuras. ¡Qué de cosas!, me encantaría ir allí algún día, pero dice que es muy muy caro.
El martes fue el cumpleaños de Nay, chico encantador donde los haya. Lo celebró en “Las Horas”, un barecillo nuevo en la calle Magdalena que está muy bien, y después de eso nos fuimos a “La Lupe”. Al final quedamos “los de siempre”, que en todas partes los hay, así que me uní a mi grupo natural y, cómo no, cerramos Lavapiés.
El miércoles fui a la entrega de premios del notodofilmfest.com , festival de cortos celebrado en el Retiro, con barra libre al final, y también acabé a las mil.
El jueves no me podía mover.
El viernes estuve en casa de una amiga en las afueras de Madrid, ayudándola a pintar (¿quién me manda a mí hacer esas promesas?). En compensación, mi amiga cocinó una comida exquisita y baja en calorías (existe, existe). Al final me encontraba tan cansada que me tuve que quedar a dormir allí.
El sábado, es decir, anoche, recuperada, el grupo de “los de siempre”, decidido a ampliar horizontes y en un intento por agradarme, se desplazó hasta Recoletos, donde cerramos el “Fulanita de Tal”, bar bollero por excelencia. La noche acabó de día, con el incidente de una puerta atrancada porque se habían dejado la llave por dentro, y tras debates y pruebas con DNIs, tarjetas, radiografías y botellas de coca-cola cortadas, decidí dejarlos y retirarme.

Y hoy domingo me duele todo, el cuerpo, digo, el alma ni siente ni padece. Me ha despertado una llamada preguntándome si me apuntaba a tomar unas cañitas. Esta vez no. Luego me he arrepentido, tengo un hambre canina y no hay comida en la nevera. Es lo que tiene la vida disipada.
Con la media neurona atontada que me queda yo me pregunto: ¿tengo yo ya edad para esto? Y la otra media neurona me responde: no, hija, no.
Pero no sabemos qué nos depara el futuro y hay que aprovechar; además, creo que a mi estado anímico le viene bien este no pensar. Eso me dicen, que tengo que salir, y como veis yo me tomo las cosas muy a pecho.

Y eso es todo, amigos, siento que el post no sea lo más elaborado y sesudo del mundo, y limitarme al diario de mi vida personal, pero no doy para más, la verdad.

 

Mi viaje al País Vasco

Bueno, éste es el regalo que nos hemos hecho mi amiga y yo, para suavizar un poco las penas de los últimos meses: un viaje de seis días en coche por el País Vasco, sin ningún tipo de obligación, vacaciones que se llama, improvisadas y fuera de temporada, lo mejor. El alojamiento gratis: nos quedamos en una casa que la familia de mi amiga tiene desocupada en Bermeo. Además, un amigo común, guapísimo bilbaíno, nos ha acompañado en todo momento haciendo de guía impagable. Quizá hemos acabado más cansadas de lo esperado (se suponía que esto era de relax), pero ha merecido la pena.
Si algo tengo que destacar es el gran sentido del humor de mis acompañantes, que han hecho que lo que más ha abundado en este viaje hayan sido las risas, junto con esa manera de disfrutar de la vida que tienen y que tanto coincide con la mía propia.
Además, he recordado lo que me gusta conducir cuando es por auténtico placer y la libertad que inspira.
Qué gozada de viaje, acaba de pasar por derecho propio a mi lista de los mejores que he realizado.

 

Día 1: miércoles, 7 de marzo de 2007
Siguiendo mi incorregible costumbre, hago la maleta con tan sólo una hora de antelación. Evito los detalles estresantes. Se suponía que debíamos estar en el coche a las diez, recoger las llaves de la casa donde nos íbamos a quedar y continuar hasta Bilbao. Culpa de las dos, salimos sobre las once y pico, pero sonrientes.
Sabíamos por las predicciones meteorológicas que buen, buen tiempo no nos iba a hacer. Lo que no esperábamos, a la altura de Somo… ¿saguas? ¿sierra? (nunca me acuerdo del nombre de este puerto), es que nos íbamos a encontrar con ESO. Todas las variedades climatológicas que no estoy acostumbrada a ver: aguanieve, seguida de nieve y de granizo. Temporal, con todas sus letras. La niebla siempre presente. Jeje, risilla floja.
Para nuestra sorpresa, según avanzamos, el tiempo mejora, pero cuando entramos en el País Vasco vuelve a empeorar. Llueve de una manera considerable, de ésa en que con tan sólo unos segundos de exposición ya estás empapada.
Llegamos a Bilbao a las tres y pico. Nuestro amigo nos esperaba cerca de la Iglesia de San Nicolás. Dejamos los coches en el parking y nos fuimos directos a por una cañita, que nos la merecíamos. Seguía lloviendo. Risas, puesta en común, risas. Otra cañita, ellos se pasan a algo más fuerte, yo tengo que conducir todavía. Nos movemos a un bar de la modernidad bilbaína, ¡cuánta anoréxica!, en serio, exagerado. Pero Bilbao nos gusta.
A las ocho y pico, decidimos reanudar nuestro viaje. ¡Qué viento al volver al parking! Nos volábamos y eso, unido a las copas de más, provocaba aún más risa, parecía increíble.
Nos dirigimos a Bermeo, nos equivocamos y tiramos por la carretera de la montaña. No me importó. Incluso de noche, todo el paisaje, las carreteras sinuosas y la humedad en el ambiente, me recordaban inevitablemente a mi querido Gales. Cuando llegamos, a eso de las diez, muertos de hambre, decidimos tomarnos algo en una taberna: unos txacolís y unos pinchos. Después de eso nos retiramos, no dábamos para más.

Día 2: jueves, 8 de marzo 2007
Nos levantamos cuando nos pareció, es decir, tarde.
Mi amiga me despertó a eso de las doce, eufórica, anunciándome que había salido el sol y que debíamos aprovecharlo. Nos vestimos rápidamente y salimos a pasear por el pueblo, que por cierto es precioso. Está en la costa, pesquero, auténtico, rodeado de colinas verdes. Los bermeanos son conocidos en la región por ser muy suyos, y fama especial tienen las bermeanas, auténticas administradoras de las economías familiares debido a las largas ausencias de los maridos cuando se hacían a la mar, por lo que se puede decir que en el pueblo siempre ha imperado un auténtico matriarcado.
Visitamos la iglesia, la misa era en euskera, un hecho curioso para alguien de tan lejos como yo. Paseamos por el muelle, con la pequeña isla de Ízaro al fondo, y mi amiga, que es oriunda del lugar, me contó algunas de las leyendas que la rodean. Hacía muchísimo viento y era hipnótico contemplar las olas romper con esa violencia. Tras el mágico momento comenzó a llover de nuevo, por lo que corrimos a refugiarnos en un bar.
Cuando la lluvia cesó fuimos en coche al cementerio, que es impresionante, situado sobre un acantilado con vistas imposibles y cuajado de panteones familiares con esos nombres vascos largos y enrevesados de pronunciar. Ya en el coche, decidimos continuar hasta Mundaka y fue una decisión más que acertada. El verde no dejaba ni un resquicio y, a pesar de los días de mal tiempo, el mar tenía unos tonos azules verdosos tan bonitos que era todo de cuento. Mundaka es un lugar idílico, con una ría acabada en una playa infinita de arena clara rodeada por acantilados. Tomamos unas cervezas y unos txacolís, junto con unos pinchos, en un bar que da al pequeño puerto, y más agradable no podía ser, hasta la música, suave y electrónica, acompañaba. Luego paseamos un poco y nos tumbamos sobre la hierba aprovechando unos rayos del sol que había vuelto a salir. Al subir al coche nos atrapó la voz de Brian Ferry cantando “More than this”, por lo que decidimos posponer un rato la siesta y continuar el viaje hasta Bakio.

 

 

Playa de Laga, Mundaka

La carretera que lleva hasta este lugar desde Bermeo discurre paralela al mar, a gran altura y rodeada de árboles, con muchas curvas que obligan a ir a poca velocidad, lo que favorece la contemplación de un paisaje que hace que estés más cerca del cielo de lo habitual. En Bakio, animada por tanto disfrute, metí el 4x4 por la arena de la playa del pueblo y así recorrimos toda la orilla.
A la vuelta, paramos en Eneperi, un alto con un mirador que dispone de bar y restaurante y tiene vistas a otra pequeña isla. El tiempo seguía acompañando y todo era perfecto.
A las seis y media llegamos a casa, dormimos una siesta corta y nos vestimos para salir por Bilbao. Elegimos el jueves para esto porque es el día ideal, los sitios buenos no están colapsados de gente y se puede bailar a gusto.
Estábamos cansadas y la noche empezó sin mucho entusiasmo, casi nos amuermamos, sentados, charlando sobre nuestras familias mientras tomábamos unos pinchos, pero no, la cosa fue subiendo y acabó siendo una gran noche.
Estuvimos en varios locales, la mayoría del ambiente gay bilbaíno, y acabamos en el Badulake, sitio que sospecho reúne a lo peor de cada casa. Bajo el sonido de la que nombramos “dj heterogénea”, bailamos lo que no os podéis imaginar (mi amiga se hizo la reina de la pista) y no paramos de conocer a unos y a otros. Así hasta las mil.

Día 3: viernes, 9 de marzo 2007

Wo, wo, wo

Después de una estupenda comida en un sitio en condiciones, finalizada con pacharanes y sorbetes de limón, volvimos a casa, nos fumamos un porro (menos mi amiga, que no fuma) y pusimos un dvd que encontramos por el salón con “Los mejores momentos de Vaya Semanita” o algo así, muy apropiado.

[Decido dedicar parte del efecto del porro a mi ordenador nuevo, que para eso lo he traído. Sabía que hacía bien trayéndolo (en ese momento escribí algunas de las líneas de este post).
Qué vieja sensación conocida…
He fumado, bebido y la dieta ha sucumbido ante pinchos y alcoholes. No hay dolor.
Se abre un brecha, los recuerdos ocupan demasiado, la recompongo. Pienso pasarlo bien estos días.]


La vida fácil, de nuevo.
Pasamos la tarde durmiendo, y nos fuimos a dormir temprano. A la mañana siguiente nos esperaba una larga lista de lugares vascos por visitar.

Día 4: sábado, 10 de marzo 2007

Nos despertamos a una hora prudencial (sobre las diez y media) y, tras desayunar en un bar del pueblo, hicimos unas compras logísticas y subimos al coche, dispuestos a que no se nos escapara ni una playa. Hizo un día fresco, pero soleado y sin viento. Visitamos las playas de Laida y Laga, que resultaron ser absolutamente espectaculares, al nivel de las de Mónsul y las de Cádiz .

 

 

Playa de Laida

En las cercanías del Valle de Oma hicimos un alto espontáneo en el camino que lleva al Bosque Pintado. Para llegar al mismo, un cartel indicaba dos horas y media de caminata, así que ni de coña, pasando, pero el punto de partida en sí mismo es un paraje precioso, con cuevas y un valle de ensueño. Allí había un bar solitario situado en una casa de trescientos años con vistas al valle. Paramos y nos tomamos un mosto, porque el sitio lo merecía.
Felices por el inesperado descubrimiento, continuamos el camino hasta Elantxobe, pequeño pueblo escarpado que acaba en el mar. Me contaron que antiguamente era casi imposible acceder a él por carretera, casi todo el mundo lo hacía en barco. Las vistas continuaban siendo deslumbrantes aunque las retinas se empezaran a acostumbrar. Paseamos lentamente por el muelle, el mar estaba bastante tranquilo, pero por un capricho de la orografía había un punto del acantilado donde la ola golpeaba con más violencia de lo habitual y le daba al paisaje un toque de encanto. Perezosos, nos encaminamos a un bar de la parte baja, en lo que ya parecía la ruta del txacolí.

 

 

Elantxobe

Esta época del año es ideal para viajar, un poco pronto quizá, pero no hay ni rastro de esas molestas hordas de turistas veraniegos. En la zona en que nos movimos, las carreteras son estrechas y tienen curvas; sin embargo, el ir despacio es más un placer que un inconveniente, sobre todo en los kilómetros, muchos, que transcurren paralelos al mar, y que casi siempre vienen rodeados por infinitos prados verdes o bosques de árboles centenarios.
Comimos en el puerto de Lekeitio, continuamos por la costa vizcaína hasta Ondarroa, y volvimos a Bermeo por las carreteras del interior. A última hora se me quedaron sopa, pero yo disfruté como una enana conduciendo por esas carreteras con mi música tranquilita de fondo.
Llegamos por la tarde noche y descansamos. No sé sabe cómo, sin decir nada, nos fuimos haciendo los remolones y al final no salimos, nos fumamos un porro poco cargado, vimos un Dvd (“Buena Vista Social Club”, sobre el que mi amiga refunfuñaba constantemente -música de Batista, música de Batista...- pero que vimos hasta el final) y algo en la tele, pero como no nos gustaba nos fuimos a dormir. Estábamos cansados, la verdad.

Día 5: domingo, 11 de marzo de 2007
Nos levantamos a la misma hora prudencial del día anterior. Hacía un sol respetable y desayunamos tranquilamente en una terraza del gran parque que ocupa el centro de Bermeo, leyendo la prensa y analizando las dichosas manifestaciones precisamente desde un lugar que hacía que la perspectiva fuera más clara que nunca.
Recogimos a una amiga y al coche. En esta ocasión decidimos desplazarnos un poco más lejos. Tomamos la autopista y fuimos hasta Astigarraga, un pequeño pueblo de interior muy cercano a Donosti. Allí comimos en una sidrería enorme de las de platos comunes, chuletón de cuatro dedos de grosor y sidra toda la que quieras. La tortilla de bacalao estaba deliciosa, duró un suspiro en el plato. Qué bueno es ir los sitios con gente que sabe.
Visto el buen tiempo que hacía decidimos ir a tomar el café a Hondarribia, que es un pueblo costero de postal que está al lado de la frontera con Francia. Tan sólo el casco viejo, medieval, merece el paseo. Empleamos la tarde callejeando y deteniéndonos de vez en cuando a tomar algo.

 

 

casco viejo de Hondarribia

Después de tanta ruta teníamos los cds del coche más que oídos y tardamos en encontrar una emisora de radio en condiciones (los domingos ya se sabe), pero lo conseguimos y mereció la pena. Hicimos un viaje de vuelta de lo más agradable, directo por autopista esta vez.
Llegamos bien entrada la noche y un poco cansados, por lo que decidimos dar por finalizada nuestra estancia en tierras vascas y retirarnos a dormir.

Día 6: lunes, 12 de marzo 2007
Nos levantamos temprano, limpiamos la casa y subimos al coche, con una mezcla de nostalgia por el tiempo vivido y de horror ante la vuelta a las obligaciones que implican Madrid y nuestras vidas en general, aunque con una sonrisa en la cara y la certeza de que estos días ya no nos los quita nadie.

 

Más fotos

Anuncios sexistas

Dice mi compañero de piso que el último anuncio del teléfono rojo de los seguros de coches es sexista, y creo que tiene razón. Dice que, si se descartó el de Burguer King en que había hombres que gritaban y decía algo así como "hombres de verdad" por sexista, se debería prohibir éste y también creo que tiene razón, pero no por el hecho de que se afirme que las mujeres conducimos mejor. En este punto discrepamos y casi nos enganchamos por primera vez.

Después de haberme pasado años diciendo que hombres y mujeres conducíamos igual, me harté y, ¿qué coño?, si estadísticamente las mujeres tienen menos accidentes, pues las mujeres conducen mejor, y para mí este hecho es incontestable, será por lo que sea pero me parece el mejor baremo, lo demás son especulaciones. El anuncio es sexista no por esta afirmación, sino por la imagen en que una mujer corta con un cuchillo un pepino enorme, por violenta e innecesaria.

No pretendo entrar en polémica, de hecho ésta en concreto me aburre sobremanera, más vieja y más tonta no puede ser, pero quería hacerlo notar, que sexismos los mínimos.

 

:)

¡Por fin! Esta tarde me he comprado un precioso nuevo portátil, un MacBook .

 

Es incluso mejor de lo que imaginaba, aunque aún estoy habituándome al nuevo sistema y al teclado. Llevo con una sonrisa perenne desde las cinco de la tarde. Además, mi compi de piso se ha portado genial y me ha instalado todas las aplicaciones imaginables, aunque traía un montón ya instaladas.

Ay, no quepo en mí de gozo.

La verdad es que, entre unas cosas y otras, ya son más de las dos de la mañana y no estoy muy lúcida para escribir nada medianamente coherente, pero como prometí escribir en cuanto tuviera ordenador nuevo, pues lo hago.

Mañana tengo un millón de cosas que hacer: un cumpleaños, comprar el regalo, hacer la maleta, esperar a los de la bombona, recoger un paquete... Si encuentro un huequecillo escribiré algo, porque tengo muchas cosas por decir. Qué pena que justo ahora me tenga que ir de viaje, ¡cachis!

No es por nada, pero me pienso llevar el ordenador al viaje, llamadme loca o lo que queráis, pienso disfrutar de los paisajes como la que más, pero mi ordenador viene conmigo. Seguramente no habrá cobertura de ninguna red gratuita, ni nada, pero yo me lo llevo.

[El ordenador viejo sigue secuestrado; no comment, no amarguemos el momento].


Por fin, un ratito.

Por fin, un ratito de descanso y un ordenador para mí sola.

Para empezar, mi ordenador sigue secuestrado, como dice Brixta.

Hoy he estado mirando ordenadores en la FNAC, modos de financiación y demás. Creo que dentro de poco habrá ordenador nuevo, estoy entre dos... me lo estoy pensando. Mañana lo decido, si es que sí tendréis noticias mías.

Estoy agotada, han sido unos días de no parar, organizando la nueva vida que me ha impuesto el destino y sobre la que yo he tenido poco margen de actuación. Vale, también me podía haber ido a la India a ayudar a los pobres, no os creáis, que lo he pensado -eso siempre lo pienso cuando estoy en las últimas-, pero iba a ser peor el remedio que la enfermedad y no me apetecía separme de la gente que quiero, así que aquí estoy.

Siempre es más duro para el que se queda que para el que se va, de eso no me cabe duda, aunque en cierta forma yo también me he ido, puesto que he cambiado de ciudad (huida hacia delante), pero sólo eso. Ha sido un cúmulo de sensaciones, dolorosas en su mayoría: la perplejidad ante lo inesperado, no poder evitar ver el mundo bajo los ojos de la desconfianza y, sobre todo, sospechar que esa percepción ya nunca cambiará. No ha sido fácil enfrentarme a la mudanza (me quedé con la casa común, un regalo envenenado), a los recuerdos, al cambio impuesto de hogar (imposible llevar a término mi sueño de arraigarme), a tener que sacar energía e ilusión de donde no las hay, pero ya está hecho.

Me he quitado un gran peso de encima, y por fin empiezo a creer a los que me dicen que es lo mejor que me podía haber pasado y que a veces los cambios son para mejor.

Sigo con mi vida sana, sin fumar y adelgazando, no una cosa espectacular, porque tampoco me martirizo, pero no está nada mal.

Vivo en Madrid, en Lavapiés, en todo el meollo, que me mola. Empiezo a hacer amigos, en este sentido no tengo queja, me estoy integrando más rápidamente de lo que nunca pensé. También consolido los antiguos. Mi amigo J. por fin ha vuelto de su viaje a Nueva Zelanda, y todavía mejor. (Se fue en autocaravana con cinco amigos durante un mes por Nueva Zelanda, una pasada de viaje -bosques, rafting, glaciares desde helicóptero, pinguinos, playa...-, qué envidia).

Comparto piso con dos chicos, pareja, y estoy bastante contenta en este sentido. Me apetecía poner un toque masculino en mi vida. Aunque son pareja no son en absoluto empalagosos (cosa que les agradezco, especialmente en este momento de mi vida). Son muy simpáticos e inteligentes. Las noches viendo la tele antes de dormir son una risa y, sin conocerme de antes, me cuidan bastante. Podría hablar mucho más de ellos, pero casi mejor lo dejo para otro post, si no me voy a extender demasiado. [También me gustaría hablar largo y tendido sobre las mudanzas. Próximamente en sus pantallas (de ordenador)].

De pronto tengo una nueva "familia" alrededor que antes nunca imaginé. Me dicen hacen dos meses que esto iba a ser así y no me lo creo. Me ha dado un vuelco la vida bestial. Pero estoy optimista, superando el bache, intentando pasarlo bien y aprendiendo mucho, tanto del exterior como del interior.

Ah, se me olvidaba, y para descansar y recuperarme, me ha invitado una amiga a pasar unos días la próxima semana en un sitio del País Vasco supuestamente muy bonito cuyo nombre ahora mismo no recuerdo pero que está cerca de Bilbao (los Altos de NoSéQué). Me voy a llevar el coche para hacer rutillas y tenemos allí un amigo común que ha prometido acompañarnos a los sitios más interesantes, así que estoy bastante ilusionadilla con el viaje, promete muchísimo. Ya os contaré Guiño.

Empiezo, tímidamente, a paladear mi olvidada independencia, y me gusta.

 

Siempre me gustó.Sonriente

 

Por ahora

Incredible: Pues me han dicho los de la tienda de reparación de ordenadores que la semana que viene me llamarán para decirme cuándo puedo ir a recoger el ordenador. Fecha de entrada: 15 de enero 2007. Manda...

Parece que ha habido algún tipo de error que nunca antes había sucedido y se han perdido posts y comments. Lo siento, me he quedado disgustada cuando lo he descubierto, pero creo que no puedo hacer nada para solucionarlo.

Dentro de poco volveré a mi rutina de publicación de posts y lectura de blogs, pero por ahora no tengo acceso regular a ningún ordenador. A los que me han escrito, pronto les responderé con calma, que así, a salto de mata, no me gusta.

Me acabo de mudar a una casa nueva. Con compañeros de piso. Pronto haré la crónica. Cómo avance os diré que estoy muy contenta. Hay wifi en la casa, y va a mucha velocidad. Qué bien, aunque sin ordenador de poco me sirve Llorando

Ay, echo de menos mi ordenador. Aunque una temporadita de desintoxicación nunca viene mal, ya está bien.

Mi lista de mínimos

Como decía en el post anterior, a partir de ahora, y para evitar verme arrastrada por la inevitable falta de objetividad que acompaña a todos los principios de relaciones, he elaborado una lista de requisitos mínimos que ha de cumplir la que quiera ser mi pareja estable en el futuro (los rollos es cosa aparte, que si no me tengo que retirar a un convento).

Es increíble cómo me estoy volviendo de exigente (la lista en el fondo no es coña), quién me lo iba a decir, pero esto es lo que hay, que el tiempo pasa y no estamos para perderlo, ni para llevarnos sorpresitas a última hora cuando se podían haber evitado.

Antes de nada:

A TENER EN CUENTA (errores que no volveré a cometer):

  • Si alguna de sus amigas o ex me advierten de algo no pensaré que es por celos y me cercioraré bien sobre lo que dicen
  • Si se pasa el día chateando y quedando con chicas desconocidas desconfiaré.


REQUISITOS: (Parece la carta a los Reyes Magos)

  • Que sea lesbiana asumida y aceptada por su familia desde hace más de tres años
  • No viva de los padres
  • No le mienta a los padres
  • Tenga un trabajo estable
  • No fume tabaco, y porros y alcohol sólo de manera excepcional; otras drogas ni por asomo.
  • Edad mínima 28 años (y que le acompañe la edad mental)
  • No haya tenido ninguna adicción en los últimos tres años (incluidas adicciones consideradas leves como los juegos de ordenador o la coca-cola light)
  • No tenga historial de enfermedad mental
  • Su madre o padre no la tengan muy dominada
  • No sea celosa, es decir, que sea una persona segura, en cuantos más aspectos mejor
  • No tenga un currículum sentimental plagado de infidelidades (abstenerse evasivas infieles -y compromisofóbicas también, ya puestos...- )
  • Se puedan comentar las noticias con ella
  • Tenga las ideas políticas claras y sean medianamente afines a las mías.
  • Sea de signo zodiacal aire o fuego. En caso caso de no serlo consultaría a un astrólogo para ver cómo tiene aspectados los planetas.
  • Que lea.

 

Si alguien cumple con estas características no hace falta decir que se ponga en contacto conmigo de inmediato, que yo soy muy simpática, mona, limpia y apañá.

Y si a alguien se le ocurre algún requisito más que debiera haber incluído, que me lo diga, que la lista está abierta.


 

Chalados y chaladuras

 

Últimamente tengo la teoría de que esos amores a primera vista es imposible que existan, quiero decir, que sean verdaderos. No, no es de gente que esté bien de la cabeza. La gente normal se va conociendo poco a poco, y consolidando la relación siguiendo unos pasos y unas pautas razonables. Ésas son las parejas que luego vemos que acaban con adosado en las afueras y coche familiar, y en el fondo todos envidiamos, al menos en cierta forma (sobre todo cuando tu magnífica relación libre y pasional se viene a pique).

Conste aquí que yo siempre me he enamorado de esa manera inmediata y arrebatada. Por eso, yo que he sido la gran defensora de estas improvisaciones, me siento con autoridad para opinar (quizá esté haciendo de abogado del diablo, quién sabe), y pedir un poquito más de cabeza fría y racionalidad. No olvidemos que la pasión es sólo un estado de ansiedad.

Aquí, en el ambiente en que nos movemos y con los tiempos que corren, quien más quien menos no está bien de la cabeza, y si recordamos, dios los cría y ellos se juntan.

La gente que se tira a los brazos de otr@ sin pensarlo es porque está en una situación emocional frágil e inconscientemente desea entregarse al primero que pase que cumpla un mínimo de espectativas. A veces estamos tan necesitados, por la razón que sea (soledad, escapar de una realidad, imposibilidad de manejar la propia vida), que ese mínimo es ínfimo, y si ni siquiera lo cumple nosotros nos inventamos que sí, nos lo queremos creer y nos lo creemos, o, oh gran error, peor aún, pensamos, aunque sea de una manera muy remota, que podemos cambiar a la otra persona. ERROR, repito. Se están colgando de pasiones irreales, de películas montadas en su propia cabeza.

¿Que me estoy volviendo fría? Puede. ¿Que estoy afectada por lo que me ha ocurrido? Seguro, pero una cosa no quita la otra. Hay mucho colgado por ahí. En realidad no está mal que eso suceda, no si la dos partes se prestan a ello y son conscientes del por qué. Sólo en ese caso sería perdonable ese empleo del tiempo en jugar al amor loco, pero me temo que la mayoría de las veces no se realiza esa reflexión.

No creo que haya pistas fiables para detectar a los chalados, no más allá de las que el sentido común impone, pero he aprendido una lección, de toda esta operación, y de la experiencia de los demás también: la primera impresión suele ser más válida de lo que pensamos. Si el que conoces es infiel probablemente lo sea contigo, si es mentiroso nada indica que deje de serlo, si es un inmaduro, ¿por qué va a madurar? ¿por tu gracia divina? ¿tan bueno te crees?, si es un problemático tienes todas las papeletas para una relación tormentosa, si tiene diversas adicciones, lo mismo, y así con todo. Pero esta primera impresión solemos olvidarla a las primeras de cambio, en cuanto se nos revolucionan las hormonas y se nos calientan ciertas partes del cuerpo, y luego pasa lo que pasa.

A partir de ahora voy a hacer una plantilla de mínimos, horóscopo incluído, y la que no la pase desechada. ea.