Gaviota
Inmune a los vientos, gaviota arsénico, plomo, mercurio y un brillo en los ojos no se sabe si cómplice de la eternidad o anuncio del fin de los tiempos.
Inmune a los vientos, gaviota arsénico, plomo, mercurio y un brillo en los ojos no se sabe si cómplice de la eternidad o anuncio del fin de los tiempos.
Tengo momentos en los que voy conduciendo, a una velocidad agradable, constante, ligeramente acelerando, la ventanilla bajada y la música a tope, y me siento especialmente libre. A veces, sobre todo cuando llego al final de una cuesta arriba, puedo llegar a soñar que el coche vuela. La versión del anuncio de la mano de BMW pero a lo bestia. Cada uno tiene sus cosas, ¿no?
¿Y a mí, que me gusta esta canción?: La Gaviota . (que no tiene nada que ver).
Aunque ésta otra, que siempre me perdió, probablemente sea más optimista.
Mis compis de piso canturrean a Fangoria, les pregunto desde mi habitación qué número de canción es (para ponerla en el post) y me dicen que “La fuerza de vivir”,
- ¡¿Pero qué número?! (sólo tengo ese disco por pistas de audio, sin los títulos)
- ¡La 6!
- ¡Gracias!
- Son cinco mil quinientas
- Vaaale, ve poniéndolo en mi cuenta.
Quizá incurra en una falta de desvelar la intimidad de los que me rodean, pero no se trata de un episodio ni mucho menos grave, totalmente excepcional, y la cosa ha tenido su gracia (sólo para mí, me temo). Además, como siempre se hace en estos casos, cambio los nombres:
Hoy se han peleado. Me ha despertado de mi siesta una voz más aguda, rápida y exaltada de lo normal: “Andrés, tío, ¿qué le has hecho a mi jersey?, ¡¿qué le has hecho a mi jersey?!, ¿por qué siempre pasa igual?, a los tuyos nunca les pasa, tío, a los tuyos nunca les pasa, y es que no es la primera vez, ahí está el polo que me regaló mi madre, que dijiste que lo ibas a arreglar y no me lo podido volver a poner, un polo que vale una pasta, ahí está, pero a los tuyos nunca les pasa, mira cómo ha quedado el jersey, es que no miras, Andrés, es que con mis cosas nunca tienes cuidado, mira como a la tuyas no les pasa, mira cómo ha quedado, ¿no podías leer la etiqueta?, es que no hace falta ni leerla, es que cualquiera sabe que hay lavarlo aparte, y joder, tío, por lo menos podías pedir perdón, ¿no?, pero no, como te da igual, mis cosas te dan igual”. Esto es una pequeña muestra, porque Manuel se ha tirado sus buenos cinco minutos metido en el bucle de su frustración.
Andrés no dice nada, supongo que sabe que lo mejor es dejar al otro que se desahogue, mientras Manuel continúa cual disco rayado y yo, que iba al baño, me espero por no pasar por la zona minada que rodea la lavadora. Manuel sigue con su perorata “esto ya no se puede arreglar…” que ya ignoro. Estupefacta y ojiplática oigo un tímido “pues haberlo lavado tú” y a Andrés que arrastra los pies hacia la habitación. Me espero, porque esto, en muchas otras parejas podría haber sido el detonante de la guerra, pero respiro aliviada al comprobar que en este caso no ha sido así.
Manuel es muy buen tío, y no suele discutir, pero es hecho evidente y manifiesto que tiene en alta estima su ropa (lo es, y hasta yo sabía que ese jersey era su favorito), y el encogimiento y destinte del jersey lo ha llevado hasta el límite de su aguante doméstico.
Dos horas después el episodio del jersey se ha olvidado y canturrean felices a Fangoria. Yo me deleito escuchándolos. Me gusta cuando están felices, que es casi siempre, me lo transmiten. A veces siento, como podéis imaginar, nostalgia por el recuerdo de la vida en pareja, aunque en ciertos momentos, como el de hoy, también alivio.
cada vez que pasa una generación
se mudan los gestos
que inspiran de nuevo otra revolución
con la edad el tiempo ayuda a percibir
si has nacido tarde,
en tierra de nadie,
sin poder elegir.
en cada época y lugar
hay marcas de identidad,
conductas suicidas que nadie entenderá.
a fuerza de vivir
se aprende a resistir en este vodevil ,
vidas que pasan sin importar
es la ley natural, fuerza incondicional
que ignora nuestra voluntad.
sin querer se impone la desilusión
y llega el momento
de hacer el recuento de lo que se perdió
el ciclo se cerrará
el mundo abandonará
destinos cumplidos por otros que vendrán.
a fuerza de vivir
se aprende a resistir en este vodevil ,
vidas que pasan sin importar
es la ley natural, fuerza incondicional
que ignora nuestra voluntad.
Ya que estamos, incluyo también una de mis canciones favoritas de Fangoria, Electricistas, (junto a Hombres, Eternamente inocente, Retorciendo palabras y Me odio cuando miento, y tantas la verdad, y de las antiguas ya ni te cuento, Cebras, Isis, Perlas Ensangrentadas… yo qué sé, tenía yo un cassette blanco con la pegatina morada del “Deseo Carnal” que hasta hace poco ha estado rondando por ahí, que me amenizó buena parte de mi niñez y adolescencia).
Fangoria - Electricistas
“Me odio cuando miento” es que tiene una letra acojonante, en ocasiones más verdad que todas las cosas (¿y cuando no lo quieres admitir y te lo dice la canción?):
(Me gusta más la versión moody, pero ésta es la que hay)
Fangoria - Me odio cuando miento
Vimos pasar el cometa
Tumbados sobre la arena
Hablando de cosas
Que suenan trascendentes
Haciendo promesas
Que tú y yo sabemos que no hay que cumplir
Vimos hundirse la noche
En la distancia más corta
Robando los sueños a la madrugada
Soñando despiertos
Con que es más fácil
Lograr así un final feliz
Y ahora me arrepiento
De no haber sabido aprovechar el momento
Y siento haber oído mi voz diciendo
Que no importa nada
Que son cosas de la vida
Que algún día lo olvidaríamos los dos
aah aah aaaah
Me odio cuando miento
aah aah aaaah
Me odio cuando miento
Nos despedimos despacio
Para alargar el momento
Siendo prudentes
Por no decir cobardes
Y apretando los dientes
Para no decir
Yo me quiero quedar aquí contigo
Y ahora me arrepiento
De no haber sabido aprovechar el momento
Y siento haber oído mi voz
Diciendo que no importa nada
Que son cosas de la vida
Que algún día lo olvidaríamos los dos
aah aah aaaah
Me odio cuando miento
Me odio cuando miento
aah aah aaaah
Me odio cuando miento
También cuando me mienten
Mentiras que pretenden
Borrar los sentimientos
Me odio cuando miento.
Hoy he estado hablando con un amigo bloguero, amigo antes de saber que era bloguero (Nay ), de los diferentes tipos de posts que se pueden escribir: de los que simulan un diario, de los artículos sociales…
Hoy vuelvo a mí y a lo que más me gusta, y a él también. Por eso escribo este post intimista, que seguramente nadie entenderá, pero que me servirá de desahogo, de asidero, de pies en la tierra, de grito al aire, a la blogosfera, a Internet, al mundo real, porque como comentaba ayer de pasada y por otros motivos con una bloguera insigne que todos conocéis, éste es más el mundo real, de tan loco y lejano que en ocasiones se vuelve el otro. Son más reales mi cabeza, mis sueños, mis ojos sobre esta pantalla, y vosotros con los que espero comunicarme, que el portero del edificio, cuya vida no me importa, o la plaza y sus borrachos, que son sólo el escenario de mis paseos.
El día, dentro de su normalidad, ha terminado con algo inesperado, una lluvia copiosa que se ha llevado las frivolidades. Recordatorio del tiempo que hace que no te veo, de lo sola que está, del deseo que me desboca.
Recordatorio del tiempo que pasa, de este Madrid, que ya no es el que conocí apenas cuatro años atrás, de Sofía. (Sofía, ya puedo, ya sí, pronunciar tu nombre como una especie de sortilegio. Diosa.)
Y así, desnuda, conseguiré conciliar el sueño, perderme, olvidarme, hasta mañana, en que me vuelva a tropezar, de bruces, con una luz, unos colores y una corporeidad que a veces se me hacen pesados sobrellevar.
En fin, eso por encima y de lo que se puede contar, que ha sido completito el viaje.
- La primera vomitona de Kirikita, por La Mancha, al mismo tiempo en que caía una tromba de agua espectacular.
- Cuando diez minutos antes de que salga el ferry nos dicen que uno de nuestros billetes (el del coche) está anulado
- El frío que pasamos la primera noche
- El del policía corrupto jubilado, alcohólico, putero y musulmán (creo que cuando se declaraba musulmán quería decir que no era maricón), que conducía de modo suicida, al que nos pegábamos porque era el que conocía los sitios buenos.
- El particular modo de conducir que tienen en Marruecos, que nos dio tan emocionantes momentos, por no hablar de la espontaneidad de sus peatones o la despreocupación de sus ciclistas y motoristas
- La hospitalidad marroquí que hacía que tuvieras que comer varias veces, y ninguno sabía cómo negarse. (El pescado buenísimo y muy fresco).
- El senegalés guapo y caballeroso que nos invitó a restaurante en condiciones
- “El culto”, escritor marroquí encantador, que nos enseñó su pueblo
- Perdidos en Casablanca (ése se repetía, era como El día de La Marmota, pues igual, y siempre había alguien que acababa diciendo “es que Casablanca tiene cuatro o cinco millones de habitantes”)
- "Tenemos que encontrar un super-marché…" (ése se repetía también)
- "Vamos a coger leña del bosque" ("¿y si robamos un palé?" Ése sí que se repetía)
- Cuando me tomé un redbull e hice realidad mi sueño de quemar el palé
- Cuando no llegábamos al ferry de vuelta ni de coña, las discusiones en la frontera con los de allí, cuando llegamos por fin y para celebrar que había salido con retraso (nos habíamos encomendado a Jesús, Alá y las diosas, no sabemos cuales fueron los que funcionaron pero la combinación de los tres da resultado, garantizado) nos tomamos unas cervezas, los mareos luego en el ferry…
27/3/2007 18:40 | EP
Advierte del peligro para los propietarios
“Había sufrido porque ella misma se lo había buscado; no había otra explicación, no hubo más nostalgia que la de una idea. Resultaba triste admitirlo, zanjar así lo que había vivido como el amor de su vida, pero más triste habría resultado no darse cuenta y pasarse la vida añorando una equivocación como aquélla. Porque la cabeza trama sus intrincadas redes y la pasión nunca es, en realidad, como se la inventa. Y un día la flota de recuerdos naufraga en la noche, en el agua oscura de la desmemoria y, cuando una deja de sufrir, ya ha olvidado.
Y, con un poco de suerte, también ha aprendido.”
“Cosmofobia”, Lucía Etxebarria
* ¿Por qué compramos la película “Rain” y llevamos ocho meses sin querer verla?Ya da igual si la viste o no, no te ha tocado en el reparto de bienes y dudo mucho que la encuentres otra vez, porque rara es.
* ¿Dónde fueron a parar la guía QDQ, los pendientes de plata y el cd con mis textos?La guía QDQ estaba en el mueble de madera, junto con mis chorradas, los pendientes aparecieron y los perdí en enero en Barcelona, y el cd con mis textos apareció también durante la mudanza y no hace mucho, al comprar este ordenador, lo revisé y ordené los textos.
* ¿Por qué sigo ojeando la revista de otorrinolaringología que llega por equivocación a mi casa aunque me resulta repulsiva porque contiene imágenes de operaciones?Nunca más te verás en esa disyuntiva. Solucionado.
• ¿Por qué no solucionamos el problema de la ventana del cuarto de baño (no la podemos cerrar) y nos seguimos duchando muertas de frío?Pues sí que lo solucionamos, lo solucioné, lo solucionó el novio de mi hermana cuando les dejé la casa y casi mueren pajaritos. Lo que hace la necesidad. En cualquier caso, mi nuevo baño tiene dos ventanas, una enorme y otra pequeñita, de aluminio blanco y doble acristalamiento, que cierran como una seda. YA DA IGUAL.
Pasan los días volando y yo me debato entre la culpabilidad por esta vida fácil y el afán de aprovechar hasta el último momento ante la expectativa del nuevo trabajo tras la Semana Santa.
El lunes, mismo día de mi vuelta de Bilbao, me reencontré con mi viejo amigo J., el que se había ido a Nueva Zelanda. Cenamos en Chueca y nos tomamos unas copas mientras me contaba aventuras y desventuras. ¡Qué de cosas!, me encantaría ir allí algún día, pero dice que es muy muy caro.
El martes fue el cumpleaños de Nay, chico encantador donde los haya. Lo celebró en “Las Horas”, un barecillo nuevo en la calle Magdalena que está muy bien, y después de eso nos fuimos a “La Lupe”. Al final quedamos “los de siempre”, que en todas partes los hay, así que me uní a mi grupo natural y, cómo no, cerramos Lavapiés.
El miércoles fui a la entrega de premios del notodofilmfest.com , festival de cortos celebrado en el Retiro, con barra libre al final, y también acabé a las mil.
El jueves no me podía mover.
El viernes estuve en casa de una amiga en las afueras de Madrid, ayudándola a pintar (¿quién me manda a mí hacer esas promesas?). En compensación, mi amiga cocinó una comida exquisita y baja en calorías (existe, existe). Al final me encontraba tan cansada que me tuve que quedar a dormir allí.
El sábado, es decir, anoche, recuperada, el grupo de “los de siempre”, decidido a ampliar horizontes y en un intento por agradarme, se desplazó hasta Recoletos, donde cerramos el “Fulanita de Tal”, bar bollero por excelencia. La noche acabó de día, con el incidente de una puerta atrancada porque se habían dejado la llave por dentro, y tras debates y pruebas con DNIs, tarjetas, radiografías y botellas de coca-cola cortadas, decidí dejarlos y retirarme.
La carretera que lleva hasta este lugar desde Bermeo discurre paralela al mar, a gran altura y rodeada de árboles, con muchas curvas que obligan a ir a poca velocidad, lo que favorece la contemplación de un paisaje que hace que estés más cerca del cielo de lo habitual. En Bakio, animada por tanto disfrute, metí el 4x4 por la arena de la playa del pueblo y así recorrimos toda la orilla.
A la vuelta, paramos en Eneperi, un alto con un mirador que dispone de bar y restaurante y tiene vistas a otra pequeña isla. El tiempo seguía acompañando y todo era perfecto.
A las seis y media llegamos a casa, dormimos una siesta corta y nos vestimos para salir por Bilbao. Elegimos el jueves para esto porque es el día ideal, los sitios buenos no están colapsados de gente y se puede bailar a gusto.
Estábamos cansadas y la noche empezó sin mucho entusiasmo, casi nos amuermamos, sentados, charlando sobre nuestras familias mientras tomábamos unos pinchos, pero no, la cosa fue subiendo y acabó siendo una gran noche.
Estuvimos en varios locales, la mayoría del ambiente gay bilbaíno, y acabamos en el Badulake, sitio que sospecho reúne a lo peor de cada casa. Bajo el sonido de la que nombramos “dj heterogénea”, bailamos lo que no os podéis imaginar (mi amiga se hizo la reina de la pista) y no paramos de conocer a unos y a otros. Así hasta las mil.
Día 3: viernes, 9 de marzo 2007
Wo, wo, wo
Después de una estupenda comida en un sitio en condiciones, finalizada con pacharanes y sorbetes de limón, volvimos a casa, nos fumamos un porro (menos mi amiga, que no fuma) y pusimos un dvd que encontramos por el salón con “Los mejores momentos de Vaya Semanita” o algo así, muy apropiado.
[Decido dedicar parte del efecto del porro a mi ordenador nuevo, que para eso lo he traído. Sabía que hacía bien trayéndolo (en ese momento escribí algunas de las líneas de este post).
Qué vieja sensación conocida…
He fumado, bebido y la dieta ha sucumbido ante pinchos y alcoholes. No hay dolor.
Se abre un brecha, los recuerdos ocupan demasiado, la recompongo. Pienso pasarlo bien estos días.]
La vida fácil, de nuevo.
Pasamos la tarde durmiendo, y nos fuimos a dormir temprano. A la mañana siguiente nos esperaba una larga lista de lugares vascos por visitar.
Día 4: sábado, 10 de marzo 2007
Nos despertamos a una hora prudencial (sobre las diez y media) y, tras desayunar en un bar del pueblo, hicimos unas compras logísticas y subimos al coche, dispuestos a que no se nos escapara ni una playa. Hizo un día fresco, pero soleado y sin viento. Visitamos las playas de Laida y Laga, que resultaron ser absolutamente espectaculares, al nivel de las de Mónsul y las de Cádiz .
En las cercanías del Valle de Oma hicimos un alto espontáneo en el camino que lleva al Bosque Pintado. Para llegar al mismo, un cartel indicaba dos horas y media de caminata, así que ni de coña, pasando, pero el punto de partida en sí mismo es un paraje precioso, con cuevas y un valle de ensueño. Allí había un bar solitario situado en una casa de trescientos años con vistas al valle. Paramos y nos tomamos un mosto, porque el sitio lo merecía.
Felices por el inesperado descubrimiento, continuamos el camino hasta Elantxobe, pequeño pueblo escarpado que acaba en el mar. Me contaron que antiguamente era casi imposible acceder a él por carretera, casi todo el mundo lo hacía en barco. Las vistas continuaban siendo deslumbrantes aunque las retinas se empezaran a acostumbrar. Paseamos lentamente por el muelle, el mar estaba bastante tranquilo, pero por un capricho de la orografía había un punto del acantilado donde la ola golpeaba con más violencia de lo habitual y le daba al paisaje un toque de encanto. Perezosos, nos encaminamos a un bar de la parte baja, en lo que ya parecía la ruta del txacolí.
Esta época del año es ideal para viajar, un poco pronto quizá, pero no hay ni rastro de esas molestas hordas de turistas veraniegos. En la zona en que nos movimos, las carreteras son estrechas y tienen curvas; sin embargo, el ir despacio es más un placer que un inconveniente, sobre todo en los kilómetros, muchos, que transcurren paralelos al mar, y que casi siempre vienen rodeados por infinitos prados verdes o bosques de árboles centenarios.
Comimos en el puerto de Lekeitio, continuamos por la costa vizcaína hasta Ondarroa, y volvimos a Bermeo por las carreteras del interior. A última hora se me quedaron sopa, pero yo disfruté como una enana conduciendo por esas carreteras con mi música tranquilita de fondo.
Llegamos por la tarde noche y descansamos. No sé sabe cómo, sin decir nada, nos fuimos haciendo los remolones y al final no salimos, nos fumamos un porro poco cargado, vimos un Dvd (“Buena Vista Social Club”, sobre el que mi amiga refunfuñaba constantemente -música de Batista, música de Batista...- pero que vimos hasta el final) y algo en la tele, pero como no nos gustaba nos fuimos a dormir. Estábamos cansados, la verdad.
Día 5: domingo, 11 de marzo de 2007
Nos levantamos a la misma hora prudencial del día anterior. Hacía un sol respetable y desayunamos tranquilamente en una terraza del gran parque que ocupa el centro de Bermeo, leyendo la prensa y analizando las dichosas manifestaciones precisamente desde un lugar que hacía que la perspectiva fuera más clara que nunca.
Recogimos a una amiga y al coche. En esta ocasión decidimos desplazarnos un poco más lejos. Tomamos la autopista y fuimos hasta Astigarraga, un pequeño pueblo de interior muy cercano a Donosti. Allí comimos en una sidrería enorme de las de platos comunes, chuletón de cuatro dedos de grosor y sidra toda la que quieras. La tortilla de bacalao estaba deliciosa, duró un suspiro en el plato. Qué bueno es ir los sitios con gente que sabe.
Visto el buen tiempo que hacía decidimos ir a tomar el café a Hondarribia, que es un pueblo costero de postal que está al lado de la frontera con Francia. Tan sólo el casco viejo, medieval, merece el paseo. Empleamos la tarde callejeando y deteniéndonos de vez en cuando a tomar algo.
casco viejo de Hondarribia
Dice mi compañero de piso que el último anuncio del teléfono rojo de los seguros de coches es sexista, y creo que tiene razón. Dice que, si se descartó el de Burguer King en que había hombres que gritaban y decía algo así como "hombres de verdad" por sexista, se debería prohibir éste y también creo que tiene razón, pero no por el hecho de que se afirme que las mujeres conducimos mejor. En este punto discrepamos y casi nos enganchamos por primera vez.
Después de haberme pasado años diciendo que hombres y mujeres conducíamos igual, me harté y, ¿qué coño?, si estadísticamente las mujeres tienen menos accidentes, pues las mujeres conducen mejor, y para mí este hecho es incontestable, será por lo que sea pero me parece el mejor baremo, lo demás son especulaciones. El anuncio es sexista no por esta afirmación, sino por la imagen en que una mujer corta con un cuchillo un pepino enorme, por violenta e innecesaria.
No pretendo entrar en polémica, de hecho ésta en concreto me aburre sobremanera, más vieja y más tonta no puede ser, pero quería hacerlo notar, que sexismos los mínimos.
¡Por fin! Esta tarde me he comprado un precioso nuevo portátil, un MacBook .
Es incluso mejor de lo que imaginaba, aunque aún estoy habituándome al nuevo sistema y al teclado. Llevo con una sonrisa perenne desde las cinco de la tarde. Además, mi compi de piso se ha portado genial y me ha instalado todas las aplicaciones imaginables, aunque traía un montón ya instaladas.
Ay, no quepo en mí de gozo.
La verdad es que, entre unas cosas y otras, ya son más de las dos de la mañana y no estoy muy lúcida para escribir nada medianamente coherente, pero como prometí escribir en cuanto tuviera ordenador nuevo, pues lo hago.
Mañana tengo un millón de cosas que hacer: un cumpleaños, comprar el regalo, hacer la maleta, esperar a los de la bombona, recoger un paquete... Si encuentro un huequecillo escribiré algo, porque tengo muchas cosas por decir. Qué pena que justo ahora me tenga que ir de viaje, ¡cachis!
No es por nada, pero me pienso llevar el ordenador al viaje, llamadme loca o lo que queráis, pienso disfrutar de los paisajes como la que más, pero mi ordenador viene conmigo. Seguramente no habrá cobertura de ninguna red gratuita, ni nada, pero yo me lo llevo.
[El ordenador viejo sigue secuestrado; no comment, no amarguemos el momento].
Por fin, un ratito de descanso y un ordenador para mí sola.
Para empezar, mi ordenador sigue secuestrado, como dice Brixta.
Hoy he estado mirando ordenadores en la FNAC, modos de financiación y demás. Creo que dentro de poco habrá ordenador nuevo, estoy entre dos... me lo estoy pensando. Mañana lo decido, si es que sí tendréis noticias mías.
Estoy agotada, han sido unos días de no parar, organizando la nueva vida que me ha impuesto el destino y sobre la que yo he tenido poco margen de actuación. Vale, también me podía haber ido a la India a ayudar a los pobres, no os creáis, que lo he pensado -eso siempre lo pienso cuando estoy en las últimas-, pero iba a ser peor el remedio que la enfermedad y no me apetecía separme de la gente que quiero, así que aquí estoy.
Siempre es más duro para el que se queda que para el que se va, de eso no me cabe duda, aunque en cierta forma yo también me he ido, puesto que he cambiado de ciudad (huida hacia delante), pero sólo eso. Ha sido un cúmulo de sensaciones, dolorosas en su mayoría: la perplejidad ante lo inesperado, no poder evitar ver el mundo bajo los ojos de la desconfianza y, sobre todo, sospechar que esa percepción ya nunca cambiará. No ha sido fácil enfrentarme a la mudanza (me quedé con la casa común, un regalo envenenado), a los recuerdos, al cambio impuesto de hogar (imposible llevar a término mi sueño de arraigarme), a tener que sacar energía e ilusión de donde no las hay, pero ya está hecho.
Me he quitado un gran peso de encima, y por fin empiezo a creer a los que me dicen que es lo mejor que me podía haber pasado y que a veces los cambios son para mejor.
Sigo con mi vida sana, sin fumar y adelgazando, no una cosa espectacular, porque tampoco me martirizo, pero no está nada mal.
Vivo en Madrid, en Lavapiés, en todo el meollo, que me mola. Empiezo a hacer amigos, en este sentido no tengo queja, me estoy integrando más rápidamente de lo que nunca pensé. También consolido los antiguos. Mi amigo J. por fin ha vuelto de su viaje a Nueva Zelanda, y todavía mejor. (Se fue en autocaravana con cinco amigos durante un mes por Nueva Zelanda, una pasada de viaje -bosques, rafting, glaciares desde helicóptero, pinguinos, playa...-, qué envidia).
Comparto piso con dos chicos, pareja, y estoy bastante contenta en este sentido. Me apetecía poner un toque masculino en mi vida. Aunque son pareja no son en absoluto empalagosos (cosa que les agradezco, especialmente en este momento de mi vida). Son muy simpáticos e inteligentes. Las noches viendo la tele antes de dormir son una risa y, sin conocerme de antes, me cuidan bastante. Podría hablar mucho más de ellos, pero casi mejor lo dejo para otro post, si no me voy a extender demasiado. [También me gustaría hablar largo y tendido sobre las mudanzas. Próximamente en sus pantallas (de ordenador)].
De pronto tengo una nueva "familia" alrededor que antes nunca imaginé. Me dicen hacen dos meses que esto iba a ser así y no me lo creo. Me ha dado un vuelco la vida bestial. Pero estoy optimista, superando el bache, intentando pasarlo bien y aprendiendo mucho, tanto del exterior como del interior.
Ah, se me olvidaba, y para descansar y recuperarme, me ha invitado una amiga a pasar unos días la próxima semana en un sitio del País Vasco supuestamente muy bonito cuyo nombre ahora mismo no recuerdo pero que está cerca de Bilbao (los Altos de NoSéQué). Me voy a llevar el coche para hacer rutillas y tenemos allí un amigo común que ha prometido acompañarnos a los sitios más interesantes, así que estoy bastante ilusionadilla con el viaje, promete muchísimo. Ya os contaré .
Empiezo, tímidamente, a paladear mi olvidada independencia, y me gusta.
Siempre me gustó.
Incredible: Pues me han dicho los de la tienda de reparación de ordenadores que la semana que viene me llamarán para decirme cuándo puedo ir a recoger el ordenador. Fecha de entrada: 15 de enero 2007. Manda...
Parece que ha habido algún tipo de error que nunca antes había sucedido y se han perdido posts y comments. Lo siento, me he quedado disgustada cuando lo he descubierto, pero creo que no puedo hacer nada para solucionarlo.
Dentro de poco volveré a mi rutina de publicación de posts y lectura de blogs, pero por ahora no tengo acceso regular a ningún ordenador. A los que me han escrito, pronto les responderé con calma, que así, a salto de mata, no me gusta.
Me acabo de mudar a una casa nueva. Con compañeros de piso. Pronto haré la crónica. Cómo avance os diré que estoy muy contenta. Hay wifi en la casa, y va a mucha velocidad. Qué bien, aunque sin ordenador de poco me sirve
Ay, echo de menos mi ordenador. Aunque una temporadita de desintoxicación nunca viene mal, ya está bien.
Como decía en el post anterior, a partir de ahora, y para evitar verme arrastrada por la inevitable falta de objetividad que acompaña a todos los principios de relaciones, he elaborado una lista de requisitos mínimos que ha de cumplir la que quiera ser mi pareja estable en el futuro (los rollos es cosa aparte, que si no me tengo que retirar a un convento).
Es increíble cómo me estoy volviendo de exigente (la lista en el fondo no es coña), quién me lo iba a decir, pero esto es lo que hay, que el tiempo pasa y no estamos para perderlo, ni para llevarnos sorpresitas a última hora cuando se podían haber evitado.
Antes de nada:
A TENER EN CUENTA (errores que no volveré a cometer):
- Si alguna de sus amigas o ex me advierten de algo no pensaré que es por celos y me cercioraré bien sobre lo que dicen
- Si se pasa el día chateando y quedando con chicas desconocidas desconfiaré.
REQUISITOS: (Parece la carta a los Reyes Magos)
Si alguien cumple con estas características no hace falta decir que se ponga en contacto conmigo de inmediato, que yo soy muy simpática, mona, limpia y apañá.
Y si a alguien se le ocurre algún requisito más que debiera haber incluído, que me lo diga, que la lista está abierta.
Últimamente tengo la teoría de que esos amores a primera vista es imposible que existan, quiero decir, que sean verdaderos. No, no es de gente que esté bien de la cabeza. La gente normal se va conociendo poco a poco, y consolidando la relación siguiendo unos pasos y unas pautas razonables. Ésas son las parejas que luego vemos que acaban con adosado en las afueras y coche familiar, y en el fondo todos envidiamos, al menos en cierta forma (sobre todo cuando tu magnífica relación libre y pasional se viene a pique).
Conste aquí que yo siempre me he enamorado de esa manera inmediata y arrebatada. Por eso, yo que he sido la gran defensora de estas improvisaciones, me siento con autoridad para opinar (quizá esté haciendo de abogado del diablo, quién sabe), y pedir un poquito más de cabeza fría y racionalidad. No olvidemos que la pasión es sólo un estado de ansiedad.
Aquí, en el ambiente en que nos movemos y con los tiempos que corren, quien más quien menos no está bien de la cabeza, y si recordamos, dios los cría y ellos se juntan.
La gente que se tira a los brazos de otr@ sin pensarlo es porque está en una situación emocional frágil e inconscientemente desea entregarse al primero que pase que cumpla un mínimo de espectativas. A veces estamos tan necesitados, por la razón que sea (soledad, escapar de una realidad, imposibilidad de manejar la propia vida), que ese mínimo es ínfimo, y si ni siquiera lo cumple nosotros nos inventamos que sí, nos lo queremos creer y nos lo creemos, o, oh gran error, peor aún, pensamos, aunque sea de una manera muy remota, que podemos cambiar a la otra persona. ERROR, repito. Se están colgando de pasiones irreales, de películas montadas en su propia cabeza.
¿Que me estoy volviendo fría? Puede. ¿Que estoy afectada por lo que me ha ocurrido? Seguro, pero una cosa no quita la otra. Hay mucho colgado por ahí. En realidad no está mal que eso suceda, no si la dos partes se prestan a ello y son conscientes del por qué. Sólo en ese caso sería perdonable ese empleo del tiempo en jugar al amor loco, pero me temo que la mayoría de las veces no se realiza esa reflexión.
No creo que haya pistas fiables para detectar a los chalados, no más allá de las que el sentido común impone, pero he aprendido una lección, de toda esta operación, y de la experiencia de los demás también: la primera impresión suele ser más válida de lo que pensamos. Si el que conoces es infiel probablemente lo sea contigo, si es mentiroso nada indica que deje de serlo, si es un inmaduro, ¿por qué va a madurar? ¿por tu gracia divina? ¿tan bueno te crees?, si es un problemático tienes todas las papeletas para una relación tormentosa, si tiene diversas adicciones, lo mismo, y así con todo. Pero esta primera impresión solemos olvidarla a las primeras de cambio, en cuanto se nos revolucionan las hormonas y se nos calientan ciertas partes del cuerpo, y luego pasa lo que pasa.
A partir de ahora voy a hacer una plantilla de mínimos, horóscopo incluído, y la que no la pase desechada. ea.