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weblog de Iwi

Este blog ha cerrado, pero podéis seguirme la pista aquí.
 
Gracias a todos lo que me habéis leído y/o comentado este tiempo. 

Posdata, Intimista

Pensé que era domingo ayer y lleva siendo domingo tres días.

El tiempo detenido para que yo pueda jugar con él. (¿Va bien así?)

Un amigo me pide que escriba un post intimista, que le gustan más que los de política o cualquier otro. Pero no me sale tanto. Ando estos días ocupada en apuntalar esta vida precaria, pero preciosa, que me he construido en el poco tiempo que hace que os conozco. (¿Sí?)

¿Qué quieres saber?

Continúo persiguiendo la cordura, aprendiendo a vivir en la incertidumbre.

Empujada a ser críptica, sueño, de nuevo, con… una vida normal, aunque sospechemos que eso ya no será nunca posible. Cuando quise conocer lugares nadie me habló de las consecuencias, y si yo las intuí nunca les quise prestar atención. Sueño que vivimos cerca, tenemos todos casa y no respiramos con temor al día en que el ambiente se enrarezca y se desbarate todo.

Chamusquina

No compro más EL PAÍÍÍS. No es que lo comprara mucho últimamente, efectos de internet, pero ya hoy ha sido la puntilla, la gota que colma el vaso. Ya se sabe, un día cualquiera, sin que haya pasado nada especial, de pronto, eres otra persona. Como cuando decides cortar con alguien.
Y lo que ha pasado es una tontería, pero definitiva.

 


 


Hoy domingo he estado leyendo prensa (digital) aquí y allá:

1) Rato

En El País dedican un artículo a Rodrigo Rato, en la edición impresa debe ocupar por lo menos tres páginas, un ratazo leyendo: se titula “Rodrigo Rato. Segunda parte

Empiezo a leer, a leer, a leer, y nunca llega la más mínima crítica seria (parece que te van a contar una cosa y luego te cuentan otra, -quintaesencia de la manipulación-). Sólo hacen metértelo por los ojos, además metértelo como alguien supone que se debe meter a un público de izquierdas: “vivó la contracultura de California”, “estudiante en Berkeley”, “quería ser un Kennedy” , “rompió su destino”, "adicto al rock" (acompañado de foto rollito guay ), era sssuperdivertido y la Botella lo prefería a él antes que a Aznar para bailar; mientras que Aznar era un provinciano retraído y desconfiado, él era vitalista, divertido, viajado…, y humano. Estrella del gobierno de Aznar, si no lo sucedió fue por las mezquindades internas. "Buen negociador", “el hombre del milagro”. (El milagro económico de Rato lo estoy viendo yo ahora, son los pinares que faltan en la costa, ahí está el milagro.) ¿Pero qué artículo es éste?, me pregunto. Continúa: “el financiero del planeta”, y ya el colmo, lo copio literal porque no tiene desperdicio: tras dejar el FMI “viajó a Camboya, donde su primo, el jesuita Kike Figaredo, realiza una gran labor social a favor de los afectados por la guerra y la pobreza en Battambang. Durante tres días, Rato, entusiasta del yoga y la filosofía oriental, se alojó en la austera rectoría del padre Figaredo; durmió siete horas seguidas (hacía meses que no lo conseguía), compartió jornadas con chavales incapacitados y habló con la gente”. ¿Pero qué rollo me están contando?, “un seductor”, “sabe más que nadie de política”, “un mago formando equipos”, “un hombre de acción”, “sabe guardar un secreto”, y todo en esta línea.
Y que estaba en contra de la Guerra de Irak, y entonces la mirada de Aznar fue "de tristeza definitiva". (arcada) Cojones, pues si lo estaba que lo hubiera dicho; no me creo nada.

No se me escapa un dato: íntimo amigo de Pablo Isla, consejero delegado de Zara (Inditex).
Pero sí se me escapa la intención última de este artículo, porque tiene una intención.


2) Inditex

La noticia más destacada en la sección de Tecnología en El País es la siguiente:

Zara Home empieza a vender a través de Internet: Ofrecerá un catálogo de 2.000 productos en catorce países europeos

Eso no es una noticia, es publicidad.


3) La beatificación

Me ha dado por comparar El País con Público. Tengo que decir, ante todo, que Público no me gusta mucho, me parece poco cuidado, mal escrito en general (sobre todo en la edición digital, ¿tan difícil es meterle un corrector que por lo menos te indique las palabras que has puesto juntas?) y sensacionalista a ratos.

El País: Proclamados beatos 498 religiosos españoles "mártires del siglo XX"
Contenido: Aséptico

Público:
Beatos con mensaje político
La homilía del acto en honor a los mártires atacó el matrimonio homosexual y Educación para la Ciudadanía (El País no menciona nada de esto, y me parece relativamente importante).
Tampoco menciona El País, ya dato con menor importancia, la presencia de banderas preconstitucionales ni el disgusto de los familiares por que aquello se hubiera convertido en “un circo”.
No os perdáis la foto .

De siempre se ha sabido que El País era de Prisa (difunto Polanco) y al son de quién bailaba, pero una se acostumbra a esas cosas, o por lo menos sabe a qué atenerse. Pero esto ya..., yo no sé.

 

Taxi

Anécdota (por llamarlo de alguna manera):

Llego al aeropuerto de Barajas, muerta tras mi periplo americano, cargada de maletones (di sobrepeso, y no hablo del mío, sino del de la maleta, que sobrepasaba en diez libras (?) el peso autorizado, por lo que tuve que comprarme otra, una bonita y enooorme bolsa de plástico duro que a duras penas conseguía arrastrar).
Llego, cargada, y me voy a la cola de los taxis. Hay un cierto barullo al que no presto demasiada atención porque vengo cansada y desorientada, pero al final la realidad se acaba imponiendo y descubro la razón del desconcierto generalizado: hay huelga de taxis. Je. Jeeeeeeeeeee.
Lo que no me pase a mí… Pienso en el metro y me da un desmayo, subiendo y bajando escaleras yo y mi sobrepeso (los dos).

- ¿Cómo que huelga?, pregunto, adelantándome a todos y olvidando mis maletas.
- Sí, no van al centro, me dice alguien.
- ¡No vamos al centro!, confirma un taxista. Lo empiezo a captar.

- ¡Qué desvergüenza!, grita una señora en abrigo de pieles.
- ¡Cállese, señora!, le espeta otro taxista
- ¡A mí no me manda usted callar…!

La chica encargada de organizar la cola se intenta escaquear.
-¡Y usted ponga orden!, le ordena un señor encorbatado. La chica hace amago de dirigirse a la cola, pero a medio camino se da la vuelta y se va.
-¡Que ponga orden, que es su obligación!
La chica pasa, no la culpo, yo también lo haría.
- ¡Que ponga orden!

Diooooossss, pienso. Me acerco suavemente a un taxista:
- ¿Y por qué hay huelga? Mi voz ha cambiado de tono, el instinto de supervivencia se apodera de mí y automática intento la estrategia de la solidaridad con los compañeros taxistas.
- Anoche mataron a un taxista y hay huelga hasta las doce, me cuenta un taxista.
- ¡Qué barbaridad!, exclamo indignada.
- No vamos a Atocha, ni a Cibeles, ni a la Gran Vía, porque eso está lleno de piquetes, y tiran ladrillos a todo el que se acerque por allí.

- ¿A dónde va usted?, pregunta otro taxista a un señor encorbatado que también hace cola.
- A Tres Cantos, responde el señor, con tres grandes maletas negras.
- Súbase.
- ¿Y usted?
- A Alcorcón, dice una señora sabiéndoselas consigo.
- Venga, súbase. La envidia me corroe.
- ¿Usted? Me pregunta Mi Taxista. Trago saliva.
- A Lavapiés. Me sale un hilillo de voz.
- Uuuy, no. Porque encima el que lo ha matado es negro y seguro que andan por ahí buscando negros.
No termino de creer lo que acabo de oír, intento ignorar el dato. Me hundo y pongo cara de pena. El taxista se enternece:
- Pero a Lavapiés, ¿dónde? Un rayo de esperanza asoma en el horizonte.
- A la plaza.
- No, no puede ser. ¿Pero a la misma plaza?
- Sí. Miento, pero como me ponga a especificar pierdo el turno, y la plaza es buen sitio porque varias calles dan ahí.
- ¿A la misma misma plaza? Coño, que sí, pues ¿no te lo acabo de decir? Sé que de la respuesta del hombre depende que el resto del día se convierta en un infierno para mí o por fin llegar a casa.
- Sí.
- Bueno, a ver… Y me empieza a contar como cinco recorridos alternativos que podría hacer. Yo pongo cara del mayor interés posible, asintiendo cuando necesario y faltándome arrodillarme a sus pies.
- Vamos a hacer una cosa: yo quito el taxímetro, te subes delante y si nos preguntan tú eres mi hermana.
- ¡De acuerdo!
Volé hacia el asiento delantero.
Miro a los guiris de la cola, los que seguramente no hablan español, y me dan pena. Van a morir, pero esto es el sálvese quien pueda.

Luego, el taxista (que no era de los de la COPE, puntuación en caerme bien de un 6) me cuenta que está de acuerdo con la huelga, pero que no se debería hacer con la gente que llega al aeropuerto, que no se lo podía dejar sin servicio, y que debería entrar en unos servicios mínimos que no se estaban cumpliendo. No podía estar más de acuerdo. …porque la gente de la ciudad que tome el metro, pero para la gente que llega con maletas, como usted, es una putada… Sí, sí, y me tragué la historia de cuando lo atracó un rumano con un cuchillo de medio metro.

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En mi línea de baúl de la Piquer, me encontraba esta noche en un taxi de Algeciras, que sintonizaba, cómo no, La Cadena (me refiero a la COPE, inexplicablemente favorita de muchos taxistas, por el también inexplicable fenómeno de la mayoría de fachas en el gremio –dato que sigo constatando con el tiempo y las nuevas experiencias-).
Atemorizada, esperaba en cualquier momento la frase que me hiciera retorcerme en mi asiento. No hicieron falta comentarios, las noticias, que se explicaban por sí solas, consiguieron el efecto:
  1. Un barcelonés le pega una paliza a una colombiana de diecisiete años por el mero hecho de ser inmigrante
  2. Fuegos en California
  3. Rajoy…
No lo podía creer, y no era la voz de un locutor, sino la mismísima lánguida voz de Rajoy diciendo que…
si “no es posible decir el tiempo que iba a hacer dentro de tres días, cómo alguien es capaz de predecir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años?".
¿Ein? ¿Alguien le puede explicar a este hombre que no es lo mismo el clima que el tiempo que va a hacer mañana (también llamado previsiones meteorológicas)?
Y luego continúa, con toda su desfachatez: "Yo no lo sé, es un asunto sobre el que hay que estar muy atentos, pero no lo podemos convertir en el gran problema mundial".
Ay, ay, casi me da. Si no ése el gran problema mundial, ¿cuál es?, pedazo de…
Qué atrevida es la ignorancia. Luego dijo cosas como que es más importante lo “relativo al sector energético o las emisiones contaminantes”, pero si TODO está relacionado. Este tío no se ha enterado de nada.
Me gustaría que viviera muchos años (fuera de la política, eso sí), y que algún día alguien le enseñara esa grabación, y que se le cayese la cara de vergüenza.

No es por nada, pero veo en esas palabras tres posibles explicaciones:
a) Es un paleto.
b) Como la izquierda siempre le ganaría en medidas a favor del medio ambiente, negarlo, y convencer a cuanta más gente mejor de que el problema no tan grave.
c) Exxon le está pagando.

Granny D

Durante mi periplo de vuelta a casa (no se le puede llamar de otra manera, pero no me quiero extender porque no es el tema, y sí, ya estoy aaquííííí) paré otra vez en un hotel de los States.
Solitaria y nocturna, la batería del ordenador agotada y sin posibilidad de recargarla, me dediqué al más febril zapeo por los múltiples canales que nos ofrece la televisión del imperio (mucho más parecida a la española -especialmente por lo mala- de lo que esperaba). Entre partidos de baseball, series neoyorquinas y realities en los que bailaban los famosos, me llamó la atención una señora, muy muy mayor, con una voz ronca y firme que se entendía muy bien.

 



Por alguna razón, quizá la contundencia que desprendía, me detuve y empecé a concentrarme en su discurso. Se trataba de un debate televisivo y la señora abogaba por los derechos de los trabajadores de Wallmart. Argumentaba con gran firmeza y seriedad, pero salpicándolo con una fina ironía que traslucía una inteligencia fuera de lo común. Constantemente te impulsaba a sonreír.
Me había captado en dos minutos. Hice amago de seguir zapeando pero tuve que volver a aquel canal. Siguió hablando, enfrentándose a defensores de la guerra de Irak, que la acusaban de no apoyar a las tropas. Ella lo rebatía, diciendo que precisamente porque las apoyaba no quería ver a los muchachos víctimas de una guerra absurda, que nada tenía que ver con el 11S, y acto seguido, recordaba a las víctimas iraquíes. Luego comenzó a hablar del mercurio contenido en los ríos estadounidenses y de cómo éste pasaba a la cadena alimenticia. Terminó reflexionando sobre la necesidad de defensa del pueblo ante sus gobernantes. Completita la señora. Inmediatamente, emocionada con ella, pensé que si yo fuera estadounidense la votaría, aunque luego recordé la edad que debía de tener y que quizá ya no estuviese en condiciones físicas de realizar con eficacia ningún cargo político.

De pronto, con gran sorpresa (igual es muy famosa, pero yo no la conocía), descubrí que Doris Haddock, que así se llama, efectivamente, se presentó en 2004 como candidata del Partido Demócrata al Senado, por New Hampshire. Lo que estaba viendo en el canal HBO era un documental sobre su trayectoria política. No ganó esas elecciones pero, contra todo pronóstico, llegó a alcanzar el 34% de los votos.

Sin embargo, ese dato no fue el que más me sorprendió: en ese momento, la señora contaba con noventa y cuatro años. 94.


El documental ha obtenido muy buenas críticas, y lo recomiendo fervientemente, no sólo por la proeza que realizó esta mujer, que también, sino por el optimismo que desprende en su conjunto.

Quizá este caso sólo tiene de especial la edad de la señora, que ya es mucho, pero no es la primera vez que me fijo en que en los Estados Unidos, últimamente, llevan la voz del sentido común las personas mayores. Quizá siempre debiera ser así, puesto que se supone que los años proporcionan experiencia y serenidad, pero estamos tan acostumbrados a recelar de vejestorios conservadores y exigir constantemente savia nueva entre los políticos, que sorprende que sean los mayores los que enarbolen la bandera del progreso.


Os resumo su biografía porque lo merece:

Doris Haddock, más conocida como Granny D, nació en 1910 en Laconia, New Hampshire. Fue a la universidad durante tres años, antes de casarse, sin llegar a graduarse, expulsada porque en esa época los estudiantes universitarios no estaban autorizados a contraer matrimonio. Tras la Gran Depresión, trabajó durante más de veinte años en una fábrica de zapatos, llegando a ser secretaria del director. Tuvo dos hijos, James y Elisabeth.
Comenzó su carrera política en 1960, cuando, junto con su marido, llevó una exitosa campaña contra pruebas nucleares en Alaska, logrando salvar un pueblo pesquero inuit.
Aunque se jubiló en 1972, continuó siendo activista en su comunidad. En 1985, participó en la campaña que detuvo la construcción de una autopista en la localidad de Harrisville.
Su marido murió de Alzheimer, después de diez años de padecer la enfermedad.
Tras ello, en 1995, retomó su activismo político y se unió a las peticiones de reforma financiera de las campañas electorales, que habían promovido algunos senadores. En 1999, con 88 años, inició un circuito por todo el país buscando apoyo para esta reforma. Gran deportista, durante catorce meses caminó unas diez millas diarias, a modo de peregrina, ofreciendo discursos a su paso. Así recorrió los estados de California, Arizona, Nuevo Mexico, Texas, Arkansas, Tennessee, Kentucky, Ohio, West Virginia, Maryland, Virginia, y el Distrito de Columbia. Ya entonces atrajo la atención de los medios de comunicación. Cuando llegó a Washington DC ya contaba con 90 años, había caminado más de 3.200 millas y la esperaba una multitud de dos mil personas. Algunos congresistas caminaron con ella las últimas millas.
Ese mismo año, fue arrestada y encarcelada por leer la Declaración de Independencia frente al Capitolio. Volvió al mismo lugar para leer la Carta de Derechos, en alusión a su libertad de expresión, por lo que fue nuevamente arrestada.
Aunque nunca se llegó a graduar por Emerson, esta universidad le concedió el título de honor en el año 2000. En 2002 recibió otro título de honor por el Franklin Pierce College.
Ha escrito dos libros.
Conocida por sus maneras cariñosas y carácter alegre, en 2004 se hizo cargo de la candidatura al Senado, con gran premura, después de que el anterior candidato dimitiese por un escándalo financiero. A pesar de todos los pronósticos, que no auguraban más de un diez por ciento de votos, obtuvo el 34% tras fulminar a su oponente en un debate televisivo.

 


En 1995 falleció su hija de Alzheimer.
Tiene dieciocho nietos y dieciséis biznietos, algunos de los cuales la acompañaron en su travesía por el país.
Actualmente, con 97 años, sigue activa en política, apoya al candidato demócrata Mike Gravel para las elecciones presidenciales del 2008 (conocido entre otras cosas por su apoyo al movimiento gay), y es miembro del “9/11 Truth Movement ”.

 

Granny D con Mike Gravel -77 años-

Y os digo yo, que vi sus discursos en la tele, que no chochea ni por asomo, ni la tienen ahí figurando.

  • Bonito el discurso que escribió con ocasión la graduación de estudiantes del Hampshire College. Me quedo con esta frase:
"Our lives are more beautifully linked than you can imagine, and the genius of one life can affect all the others in unimaginable ways."
Doris Haddock, 2007

 

Qué fue de... la niña china adoptada.

Esta historia está basada en hechos reales (y tanto).
El post ¿Anónimas? - 1 , y los acertados comentarios que lo acompañan, me la recordaron. No la conté allí por ser demasiado larga.

En mi vida nunca había tenido cerca un caso de persona adoptada, por lo que no me había llegado a plantear su trascendencia. Hasta que no tuve una novia que era adoptada no me di cuenta de las implicaciones que esta circunstancia podía llegar a tener. Esta ex mía estaba muy afectada por el hecho de que había sido adoptada por padres muy mayores, en la cincuentena, para que ella “los cuidara cuando fueran mayores”. Siempre decía que se debería prohibir que padres tan mayores adoptaran niños, porque luego el abismo generacional era insalvable.
Tiempo después de esta relación, recibí la noticia de que una familiar lejana iba a adoptar una niña china. Yo recordaba a esta familiar como una señora algo mayor, pregunté y, efectivamente, tenía cincuenta y seis años. Tras esta información, y conociendo a la señora en cuestión, y sobre todo a su marido, yo no auguraba nada bueno.

La llamaremos Adela:

Adela, ama de casa, estaba casada con Fermín, cerrajero, autónomo, y algunos años mayor que ella. Ambos disfrutaban de una posición económica desahogada.
Fermín no podía tener hijos, pero Adela tampoco los deseaba, y en el fondo se alegraba de esa esterilidad, ya que le había permitido llevar una existencia mucho más cómoda que la mayoría de sus amigas. Los dos estaban acostumbrados a salidas nocturnas con otros matrimonios de su edad, a cenas y bingo, y a Adela, que tenía un nulo instinto maternal, no le apetecía cambiar ese estilo de vida por nada del mundo. Prueba de ello es que nunca, a lo largo de los treinta años que llevaban casados, se habían planteado seriamente la idea de adoptar un hijo. Sin embargo, Fermín alguna vez había sugerido, aunque sin demasiado ahínco, que no le hubiese importado ser padre.

Entonces, algo ocurrió que hizo que Adela, a su edad, cambiara de idea respecto a la circunstancia de su maternidad. Adela descubrió que Fermín le era infiel. Pero no de una manera esporádica, como había constatado en ocasiones anteriores y sobre las que prudentemente había hecho la vista gorda. Ahora se trataba de una amante estable, y Adela sintió miedo a perder a Fermín, o más bien a que se fuera al garete su matrimonio y, junto al mismo, esa vida que se habían construido. Pero, sobre todo, temía perder su casa, puesto que, como no tenían hijos, era muy posible que si se separaban, el piso, grande y en un barrio bien considerado, se lo quedara él.
Y es que hacía mucho tiempo que la convivencia se basaba en aguantarse el uno al otro, sin pizca ya de la más mínima pasión o deseo.

Una bombillita se encendió en la cabeza de Adela, alentada por la moda de adoptar niñas chinas que había comenzado tras la emisión en televisión de un documental sobre el lamentable estado en que se encontraban los niños en los orfanatos de China.
Adela pensó que Fermín, ilusionado ante la llegada una criatura, se olvidaría de amantes y de buscar distracciones fuera de casa.

Así fue como iniciaron los trámites de adopción establecidos por la Comunidad de Madrid, donde residían. Diversos funcionarios comprobaron sus cuentas bancarias y sus bienes en repetidas ocasiones, y los sometieron a diferentes análisis psicológicos, que milagrosamente pasaron.
Tan sólo hubo una objeción, que era la edad de los futuros padres, por lo que después de casi un año de espera, Adela veía peligrar su plan. La psicóloga encargada de dar el visto bueno se debatía ante la duda. Afirmaba que, si finalmente daba el permiso, sólo podrían adoptar una niña mayor, de unos seis años al menos. Adela se alegró para sus adentros, cuanto mayor fuese la cría menos trabajo les iba a dar. Sin embargo, en el último momento, la psicóloga dijo que no, que eran demasiado mayores. Entonces, la familiar designada como tutora en el supuesto caso de fallecimiento de los padres, se encaró con la psicóloga y le dijo que por muy mal que estuviese la niña en España, mejor estaría que en orfanato chino, que niños tan mayores no los adoptaba nadie y que, si no daba el permiso, sobre su conciencia caería haber privado a una niña de una educación y una vida en condiciones. La psicóloga, reblandecida, accedió.

Y allá que se fueron a China, en un avión fletado especialmente para padres que iban a recoger a sus niñas chinas. Por supuesto, ninguno de los dos disfrutó del viaje, ni de los paisajes rurales, ni de la comida, que les pareció asquerosa, ni de nada. No tenían interés por conocer nada fuera del pequeño mundo al que pertenecían.

En el orfanato se encontraba la que posteriormente sería llamada Almudena.
Almudena, a sus seis años de edad, contaba ya con una historia más que triste. A los tres años fue abandonada por su madre en la estación de autobuses de la capital de la provincia agraria de donde era originaria. La ingresaron en un orfanato, donde, al ser una de las niñas más mayores, pronto se encargaría de cuidar a otros niños. En el orfanato la comida no era el bien más abundante, y Almudena llegó a encontrarse a sí misma bebiendo a escondidas de los biberones de los bebés, a los cuales en más de una ocasión vio morir de hambre en sus brazos.
A su edad, por supuesto hablaba a la perfección su idioma materno, que no era el mandarín, sino un dialecto propio de esa provincia agraria.
Dueña ya de una vida, miserable, pero su vida al fin y al cabo, no quería ser trasladada de ese lugar que se había convertido en su pequeño hogar, ni ser puesta en manos de unos desconocidos con los que le era imposible comunicarse.

El encuentro fue duro, Almudena recurría constantemente a la violencia para hacerse entender, y disponía de tal fuerza física que sus nuevos padres pensaron que, aunque bajita, la niña probablemente contaba con más edad de la que les habían hecho creer.
Además, la niña, casi de inmediato, prefirió al padre antes que a la nueva madre, porque recordaba el momento de ser abandonada por su madre y instintivamente recelaba de las mujeres, según explicaron los psicólogos.

Los primeros meses de Almudena en Madrid fueron muy difíciles, con violencia física por su parte en muchas ocasiones, y Adela, que era quien más se ocupaba de ella, empezaba a desesperar y requería la ayuda de todo el que estuviera cerca. La niña mostraba un odio visceral hacia la madre y ésta, totalmente falta de recursos y de verdadero interés en el que claramente era un caso difícil, se veía desbordada.

A los seis meses de estar en Madrid, Almudena aparentemente se había calmado y comenzaba a integrarse, aunque aún no parecía dominar bien el idioma, según contaban los padres. Todos estaban de acuerdo en que tenía muchísimo genio y un carácter difícil.

Yo la vi por primera vez por aquel entonces. Durante un rato pude estar a solas con ella, mientras la madre recibía en el salón la visita de los que venían a conocer a la niña, una vez que ésta por fin estaba “domada” y podía ser presentada en sociedad.
A solas con ella, en su habitación, pensé en contarle un cuento, con ilustraciones, para que fuera aprendiendo vocabulario. Le empecé a mostrar el cuento, ella asentía y parecía encantada con la actividad. En un momento dado, apareció el dibujo de un erizo, y yo le dije: “Esto es un erizo”, “Eriiizo”, a lo que ella me respondió, en un castellano perfecto: “Yo he visto uno de ésos”. La miré estupefacta. Continuó, de corrido: “Yo sé lo que es, vi uno en China, en el campo, cuando estaba con mi madre, con mi madre verdadera, no con ÉSA”, apuntando con la cabeza hacia el salón donde la madre explicaba cuán fantástica era la maternidad. Tal cual, y el “ÉSA” dicho con un desprecio infinito. Muerta me quedé. Sólo pude decir “Ah, ¿sí?”. “”, me respondió contundente, y continué con el cuento, pero pensando “vaya adolescencia le espera a ésta…”.

Lamentablemente, los padres se negaron a que Almudena mantuviera su idioma, quizá prueba de que no había llegado a España de bebé, sino como una niña ya criada, y porque lo consideraban de clase baja. Aunque, probablemente, si no le permitieron seguir con el chino no fue por que se integrara mejor, sino porque Fermín, facha de los que ya no quedan, quería una niña completamente española y se avergonzaba del chino. Para él, los ojos rasgados no existían, no por igualdad, sino por negación, porque no pudieron conseguir una niña de otra nacionalidad.

(A estas alturas, Almudena ya apenas habla chino, y es una pena, puesto que ese dialecto en concreto hay muy pocas personas en España que lo hablan, y sólo habiendo mantenido el idioma podía haber tenido un futuro casi asegurado, sobre todo pensando en la importancia económica de China, que seguramente se incrementará con los años).

Así las cosas, Almudena, en un claro ejemplo de problema de identidad, de pronto renegó de todo lo que tuviese que ver con China, volvía la cara cuando se cruzaba con chinos por la calle, y en una ocasión, cuando emitían un partido de fútbol por televisión en el que uno de los equipos era Corea, se levantó y apagó el televisor.

Los padres también negaron que tuviera ningún problema psicológico y pronto prescindieron de la psicóloga que tenían asignada.

El tiempo pasó. Ocho años pasaron.
Y como todos podéis imaginar, el hecho de haber adoptado una hija no arregló el matrimonio de Adela y Fermín, tan sólo pospuso el momento de la crisis. No sólo no los unió más, sino que la niña, en principio pretendido punto de unión, se convirtió en motivo de peleas y acusaciones. Almudena no quería a la madre ni en pintura, y a diario terminaban discutiendo por cualquier motivo. Fermín, hastiado por el ambiente familiar, paraba menos por casa, y Almudena acusaba a Adela de ser la causa de la ausencia del padre. Llegó el punto en que era Adela quien ponía todo el interés, del que era capaz, que no era tanto, en el cuidado y educación la niña, mientras que Fermín, desilusionado tras las primeras expectativas, se desentendía totalmente.
La convivencia fue degenerando hasta tal punto que llegaron a utilizar la violencia física, todos contra todos. La pérdida de respeto era total.

Fermín continuó teniendo amantes, y de nuevo una de ellas llegó a ser fija. Fermín le planteó la separación a Adela y a ésta se le vino el mundo encima. Tal como estaba la situación, siendo Almudena una niña lo suficientemente mayor como para poder dar su opinión ante un juez e inexplicablemente prefiriendo al padre, Fermín se quedaría con la custodia, que iría acompañada del hogar familiar, con lo que Adela se encontraba con más de sesenta años, sin trabajo y en la calle. Durante algunos meses intentó desesperadamente dar con una solución, pero fue en balde. La situación era insostenible y el ambiente tan agobiante que Adela, por primera vez, empezó a plantearse la separación como un alivio.
Finalmente, Adela se fue a vivir a la casa del pueblo, la que fue de sus padres y ahora pertenecía a ella y a sus hermanos, y Fermín se quedó el piso. Inmediatamente, tras la salida de Adela, su amante se trasladó a vivir con él.
Sin embargo, Almudena, ahora en plena adolescencia, continuaba siendo una niña difícil que no aceptó de buena gana la presencia de la intrusa.
A la amante, cuando vio el ambiente familiar, le faltó tiempo para salir por patas, y Fermín, que se las había visto muy felices sustituyendo a Adela por otra más joven, se vino abajo, ya que por él mismo era incapaz de llevar un hogar y no sabía ni siquiera cocinar. Además, tenía que trabajar, muchas veces de madrugada, porque era cerrajero de emergencias, por lo que Almudena pasaba mucho tiempo sola.

Ahora Fermín, siempre que puede, cada puente y casi todo el verano, manda a la niña al pueblo con la madre. Ambas siguen sin soportarse y Almudena se ha vuelto intratable.
Por fin se han dado cuenta de que la niña, que padece de obesidad, necesita un psicólogo, pero ahora es la niña la que no quiere ir, y “cualquiera lleva a la niña”.
Adela afirma, sin dudarlo, que se arrepiente de haber adoptado a Almudena.

Aquí y allá


 

A Al Gore le dan el Nobel de la Paz. ¿¿¿De la paz??? Está desprestigiadillo el premio últimamente, y quien dice de la paz dice de la recogida de gatos callejeros, pero aceptamos a Al Gore como… Nobel de la Paz.

Que el tipo tiene una casa que ríete tú de la calefacción de Esperanza Aguirre, que una vez fue candidato a presidente de EEUU y ésos, ya se sabe, buenos no son, algo esconden seguro, y que manda cojones que con la cantidad de gente que hay luchando por la causa, muchos desde hace décadas, él se lleve el mérito. Pero, bueno, hay que reconocer que ha sido de los que más han ayudado a concienciar a sectores que de otra forma no hubieran sido sensibles.

Más se lo merecen los del Panel de la ONU. Ésos sí. Lo que no se cuenta es que están desencantados de la vida, que no hacen sino echarse las manos a la cabeza mientras políticos de uno y otro país los ignoran como se ignora la alarma de un coche lejano.

Hasta ahora han presentado tres informes, el de 1990, 1996 y 2001, que contiene los datos con los que se está trabajando ahora (y ya ha llovido desde entonces –sobre todo eso-). En noviembre sale el nuevo informe. Tienen previsto cerrarlo en Valenciatierradelasflores, entre los días 12 y 16, con una reunión de los cuatro grupos de estudio. En los últimos años es cuando el calentamiento global se ha acentuado, se han mejorado las técnicas de medición y ha aumentado el número de gente dedicada a esta labor. Además de aportar datos más ajustados, se prevé que va a contener conclusiones con las que nos vamos a caer de culo.

 

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Desde la distancia me llegan ecos monárquicos:

es la Trotona I de Pontevedra y V de Ejpaña.

¿Se le ha ido la mano con el tinte del pelo o sólo me lo parece a mí?

En su línea de bombero pirómano ahora se dedica a mostrarnos a todos sus complejos. Ya lo decía Losantos. Ay, lagarto, lagarto.

Luego, leo por ahí estas cositas .

¿Cómo se dice? Convenío.


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Los Radiohead se deciden.

Disco gratis, te lo puedes bajar de su web oficial. Se paga la voluntad, como a los videntes. Tras esta decisión, muchos hablan de un antes y un después en la industria discográfica. Sí, ya lo hizo Prince con anterioridad, pero Prince siempre fue un excéntrico.


Mejor campaña de márketing no han podido hacer y nadie da duros a cuatro pesetas, ya lo recuperarán en conciertos y camisetas. Como tiene que ser.

Los voy a escuchar un ratito.

 

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Os dejo esta foto:



San Francisco vista desde el interior de la prisión de Alcatraz


Ya volví de San Francisco. Las últimas fotos, en mi página de Flickr .

No saco ninguna conclusión más, creo que ya di la vara lo suficiente con la ciudad.

Ahora a otra cosa. A celebrar.

 



Fur

Anoche vimos “Fur” , traducida al español como “Retrato de una obsesión”, y no nos gustó mucho, la verdad. Si soy sincera, me quedé dormida en la primera mitad, pero luego, por la noche, la retomamos, porque era de ordenador.

Antes de todo, tengo que decir que la traducción del título sobraba, pero también que era difícil encontrar uno ajustado. Fur en inglés significa piel, pelo, pelaje o abrigo de piel, o todo ello junto, por lo que no tiene una traducción completa al español, y si veis la peli sabréis a qué me refiero.

Va de la vida de Diane Arbus, fotógrafa estadounidense, interpretada por una Nicole Kidman cada día más estupenda, y ya desde el principio se anuncia que no es fiel a la realidad. Piensas que quizá se aclara este punto porque la familia no demandase o porque se van a tocar puntos polémicos, algo así, pero la verdad es que NO va de su vida, sino que es la recreación de un supuesto momento muy concreto de esta persona, que tan sólo ocupa dos o tres meses.

Transcurre principalmente en interiores, lo que es una pena, porque el director se mueve muy bien fuera, y se tiran media película hablando en susurros. Pretende ser intimista y una gran historia de amor/obsesión, pero para mi gusto no llega a emocionar. Claro que sobre gustos cada uno tenemos el nuestro, y ya sabemos que muchas veces el hecho de que te haya gustado una película o no depende de factores como en qué momento la has visto, tu estado anímico, tu estado físico, cómo te han hablado de esa película, tus expectativas, etc. De todas formas, ya digo, no me ha llegado, y dudo mucho que de haberla visto en otro momento lo hubiera hecho.

No hablo más de la película por no reventársela a quien la quiera ver, pero dejo claro que no la recomiendo especialmente, aunque tengo que reconocer que original sí es.

Una vez vista la película me entró curiosidad por saber más de esta mujer y su obra , por lo que tiré de internet y la Wikipedia .
Se acabó suicidando la tipa, qué fuerte.



Quizá sus fotografías más reconocidas sean éstas:



Gemelas. Roselle. N.J. 1967.


Este artículo es muy curioso, entre otras cosas hay una foto de las gemelas de mayor.




Gigante judío en casa con sus padres en el Bronx. N.Y. 1970.



Chico con granada de mano de juguete en Central Park (1962)

 

 

Más aquí .

 

 

Cosas de la globalización

Hace unos meses trajeron a mi casa un objeto nuevo, al que no di importancia, y que pasó a ocupar un espacio en todo el escenario kitsch que conforman nuestras estanterías, junto al vinilo “Horses” de Patti Smith, una bola de discoteca, diversos jarrones de cristal azul cobalto, estatuillas de peces tropicales, una lámina sin colgar en la que aparece un pentagrama con ojos, y una familia de cerditos chinos dorados. El nuevo objeto era una figura dorada de un gato chino con la pata levantada, de la misma estética que los cerditos. Me dijeron que servía para atraer no sé qué, pero se me olvidó, ya que en mi casa hay más de un objeto con finalidad supersticiosa (destaca el sapo de medio metro, dorado y con ojos rojos de cristal, en el baño).

 

Posteriormente vi el mismo modelo de gato en diversos comercios chinos de Lavapiés.
Me hizo gracia cuando volví a ver uno igual, éste más grande, en un kiosko de chucherías que hay en la Gran Vía, cerca de Callao, y entonces ya constaté que era más popular de lo que yo pensaba. El gatito en cuestión tiene la pata articulada y, alimentada a pilas, saluda a todos los viandantes, provocando incluso que se detengan a observarlo.

Cuando llegué a San Francisco, me sorprendió comprobar la presencia del famoso gato por doquier, en las tiendas de Chinatown sin excepción, y a la venta en todas sus modalidades, en diversos colores, materiales y tamaños, solos y en familia. Pero no sólo en los comercios orientales (que son muchos) lo pude observar, sino en los occidentales, en supermercados, restaurantes, kioscos, puestos de souvenirs y hasta en tiendas de ropa. Su presencia era mayor que en Madrid, y entre bromas, llegamos a la conclusión de que se había instaurado un nuevo culto al gato de la pata levantada, impulsado por la globalización, pero curiosamente no por los medios de comunicación, ni siquiera por internet, y qué tendría el dichoso gato que a todos cae simpático, tanto que de hecho hay mucha gente que se lo compra incluso sin saber lo que significa. Y esto me dio que pensar, apoyando la teoría de Gurb… ¿no será parte del plan de los gatos por dominar el mundo? O quizá más probablemente, ¿no será muestra del poder de la economía china, y tras ella, de las costumbres de sus comerciantes?

Cuál no fue mi sorpresa ayer, aquí en México, comiendo en un restaurante de comida japonesa fusión con mexicana (sí, existe y es la bomba), cuando vuelvo la vista hacia un mostrador y observo al famoso gatito, casi mirándome. Constatado, el gato está en todas partes, y mira que la figurita es horterilla, pues nada, ha triunfado, quita tú el bote de Ikea.

Total, me ha picado la curiosidad y he decidido entrar en internet para averiguar del gato.
Resulta que el gato tiene nombre, se llama Maneki Neko y su traducción es "gato que da la bienvenida", pero también es conocido como "gato de la suerte" o "gato de la fortuna", y donde más se usa es en los comercios para atraer visitantes/dinero, por lo que deduzco que viene a ser una especie de San Pancracio a lo oriental.
El origen es japonés, pero está muy extendido en China. Tiene su leyenda y todo.

Luego me entero que su significado varía según el color o la pata que levante:

  • Pata derecha levantada: llama al dinero y la buena fortuna
  • Pata izquierda levantada: llama a los clientes o visitantes
  • Ambas patas levantadas: protección para la casa


Hay dos versiones, en la americana no se llama Maneki Neko, sino "Dollar Cat", y la diferencia es que el Maneki Neko japonés saluda con su palma mirando hacia abajo mientras que el "Dollar Cat" tiene la palma mirando hacia arriba.

  • El más popular en China es el de color dorado, que llama al dinero.
  • El tradicional es tricolor (blanco, rojo y amarillo) y da buena suerte, especialmente para viajar.
  • El de color negro: aleja los malos espíritus
  • El rojo: contra las enfermedades
  • El blanco: pureza, se encarga de atraer las buenas energías y felicidad
  • El rosa: atrae el amor
  • El verde: para logros académicos


Todo un mundo, el que rodea al Maneki Neko.
Y ahora me pregunto: ¿será moda o tendremos gato hasta el fin de nuestros días?

 

SF, aquí seguimos

Sigo con mis pequeñas crónicas, a la espera de nuevos tiempos, y tan feliz:

 


 

Hoy está haciendo un poco más de frío. Y ha sido el único día que salí sin chaqueta (cansada de cargarla todos los días), por lo que he tenido que comprarme una. Tengo que decir que las tiendas de segunda mano (casi todas en Haight, el barrio donde comenzaron los hippies y ahora venido a menos) son muy caras, tienen los precios como si fuera ropa nueva, y no es muy bonita, no como en U.K., que por 3, 5 o 10 libras te apañas algo medio decente. Al final, para gastarme veinte euros en una horterada de hace cinco temporadas me he comprado la típica sudadera que pone San Francisco, que es tan calentita y agradable que presiento me va a acompañar gran parte del invierno.
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Ya he estado de museos. Tocaba. El SFMOMA , Museo de Arte Moderno, tiene poca cosa (quizá comparado con lo que estamos acostumbrados a ver en los grandes museos europeos), unos pocos cuadros muy representativos y relleno. Se hace una visita muy ligera. Eso sí, había una exposición temporal de Olafur Eliasson , artista danés cuya obra yo desconocía y me ha gustado mucho. Trabaja con formas geométricas y materiales sacados de la naturaleza (hielo, musgo, roca volcánica), y consigue resultados sorprendentes. Es muy “interactivo”.
Su obra estrella se llama “Your mobile expectations: BMW H2R project, 2007” , o “The Car”, como la conoce todo el mundo. Explico: tú llegas allí y ves una fila de mantas grises colgadas de una pared gris, sobre suelo gris. Tienes que coger una manta, echártela por encima y esperar una pequeña cola. Cuando se forma un grupo de unas diez personas una chica muy mona y simpática abre una puerta que da a una cámara frigorífica enorme. Dentro está la escultura, porque resulta que está construida en hielo y necesita permanecer a muy bajas temperaturas. Es el coche de hidrógeno de BMW cubierto de hielo en unas formas sorprendentes. Es chulo. Si alguien tiene oportunidad de verlo alguna vez lo recomiendo. En la foto no se aprecia nada lo interesante que es.

 


 

The Legion of Honor es un museo más serio en el que destaca mucha obra de Rodin y unos Monets importantes. Y éste no se recorre en media hora.

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Es diferente a España el punto de evolución en la integración de las diferentes culturas. En España los negros, norteafricanos y sudamericanos que se ven por la calle, salvo excepciones, suelen ser de clase social baja o media baja. Aquí hay de todo de todas las clases sociales. Y mucho de todo. Me llama la atención la gran cantidad de japoneses que se ven, y no turistas, como estamos acostumbrados en España, sino que viven aquí o han venido por trabajo. Los restaurantes japoneses suelen estar llenos de… japoneses. Pobres, ricos, pijos, modernos, marujis, de todo, de todo. Y otras veces ves gente de países que no tienes ni idea cuáles son.

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El otro día me compré una pulsera en un puesto de la calle a mitad de precio, y no más barata porque no quise, porque me daba pena el hombre. Hicimos el regateo casi al contrario, él me la quería dejar más barata y yo le quería pagar el precio que me pidió inicialmente. Era palestino musulmán y chavista, y yo pensaba que bastante desgracia era ésa ya en los EEUU. Su familia se había exiliado a Venezuela, por lo que hablaba bien español, y me despidió al grito de ¡Viva Zapatero! En esta ciudad hay de todo.
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Sigo comiendo bien, no, muy bien. No me extrañaría nada que esta ciudad fuera la de mayor número de restaurantes por habitantes. Es increíble, y con tan buena calidad en general. Supongo que la gente se ha acostumbrado a comer fuera, porque tampoco es tan caro (en Madrid sería impensable comer fuera habitualmente para una economía media), y tienen que ser baratos porque hay mucha competencia, es un círculo vicioso y perfecto. También se lleva mucho la cultura del vino, más que la cerveza si me apuráis. Hay winebars por doquier, y numerosas tiendas de venta de vino y todos sus accesorios.
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Me ha sorprendido mucho que aquí hay bastante interés por el tema medioambiental, creo que más que en España, aunque sea difícil establecer esa comparativa, pero creo que sí, se menciona mucho en las noticias y, por ejemplo, en la cafetería del museo “se sentían orgullosos de comprar local”, cosa que no se me pasa por la cabeza ver en la cafetería de, digamos, el Reina Sofía. Aparte, supongo que San Francisco debe ser una ciudad puntera en este aspecto, por su tradición política. Mucho de su transporte público es cero emisiones y se ve reciclaje por las calles.
En California tienen problemas con el agua (como en España, al fin y el cabo el clima en ambas regiones es muy parecido) y están tomando soluciones como el reciclaje del agua usada, que embotellan tras seguir un proceso de purificación. Se veía al alcade de no sé pueblo californiano bebiendo esa agua. Da reparillo, la verdad, pero al final creo que todos tendremos que pasar por ahí.

SF, cont.

Editado: ¡¡más fotos!!

 

Aquí seguimos. Nos está haciendo un tiempo fantástico, sólo chispeó un poco el sábado por la mañana, pero el resto soleado y muy agradable, de llevar manga corta, como mucho una chaquetilla por la noche.

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Continúa nuestro particular festival gastronómico.
Hay un detalle que me gusta de las costumbres de San Francisco y es que en todos los restaurantes, nada más sentarte, te ponen un vaso grande de agua con hielo, de tal manera que si no quieres otro tipo de bebida con eso haces la comida (te ponen más agua si quieres). En algunos sitios la sirven con unas gotas de limón.
Todavía flipo con lo baratos que están aquí los precios de la comida: una hamburguesa grande por 1,75$ (grande es grande de la hostia, -al cambio 1,25 euros-), 2,25$ con bebida, en pleno centro financiero. Por eso no comes en España ni de coña. Claro que no es que esté barato aquí, es lo caro que está en España.
Hay un japonés divino aquí al lado, cuesta entre 5 y 10 dólares el plato (10 dólares sólo vale el plato más caro, el sashimi de atún), e incluye la sopa miso (deliciosa) y arroz. Total, que comes muy sano por unos 5 euros.
También estuve en un mexicano, Chevy's Mexican Restaurant (201 3rd St/Howard) donde ponían unos platos tremendos, enormes, y un postre de piña caramelizada que es de los mejores que he probado en mi vida (empalagoso un rato, pero a mí me gustan así).
Y si alguien viene alguna vez, recomiendo fervorosamente los desayunos en “Mels drive-in” (Mission St. a la altura del SFMOMA). De todos los locales en que he estado es de los más caros, desayunos por unos 6-8-10 $. Pero… ¡qué desayunos! Te quedas comido para todo el día. Su plato estrella, que fue el que yo me pedí, es la tostada francesa muy thick (te ponen tres, con jarabe de arce). Los desayunos suelen ser de salchichas, patatas asadas, huevos en todas sus variantes, bacon… pero, atención, nada está excesivamente graso. Es un local siempre abarrotado, típico americano, con su jukebox, música country, y sillas y bancos acolchados de escai. Me encanta un detalle: según te acabas el café viene un camarero y si quieres te rellena.

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Cuando comimos en el mexicano en realidad íbamos al museo, pero acabamos en Castro/Mission (el barrio gay), adelantando nuestra visita. La cabra tira al monte.
Me quedé impresionada, el barrio gay es diez veces Chueca. Tardamos horas en patearlo. Tiene una zona muy Lavapiés, con sus fruterías y cutretiendas, pero otras que no tienen nada que ver. Dolores Park (zona preferida por las lesbianas) es una maravilla, un parque de colinitas verdes, gente tumbada al sol, perros tras sus palos y gente jugando al tenis en vaqueros. Allí está la Misión de San Francisco de Asís, también llamada Misión Dolores, el primer edificio que se construyó en la ciudad. La calle 18 es una cucada, y la zona dura de Castro St., el meollo de los meollos, impactante, todo tan lleno de banderitas multicolores que parece aquello la feria. Las casas son bonitas, cada una de su color, generalmente de dos plantas y con ventanas victorianas, y el ambiente en general muy agradable.

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Hemos tenido suerte en una cosa: ha coincidido que estábamos aquí con el Moon Festival , el Festival de la Luna de Otoño, que se celebra anualmente en Chinatown.


Me he comprado una cámara, cual turista desenfrenada; no me he podido aguantar. No he sacado ninguna maravilla de foto, todavía me estoy haciendo a la cámara (por supuesto no me he leído las instrucciones), pero he subido algunas muestras a mi página de Flickr .



(sé que está movida...)

 

Tengo que decir que Chinatown está caro en comparación con las tiendas import-export de chinos que abundan en Lavapiés. Aunque tienen un surtido mucho mayor, tampoco son la gran maravilla. Ha sido una pequeña decepción. Encima, me he pateado todas las tiendas buscando una bata china que me gustara y no ha habido manera de encontrar ninguna. Pero me lo he pasado divinamente paseando por las calles llenas de puestecillos, comiendo dim sum, que son tapas pero en chino, y bebiendo cerveza china (ya se me ha olvidado el nombre). También hemos comprado “mooncakes”, que son pastelillos que sólo se comen estos días del año.


Hay de varios sabores y están buenos, los venden en los puestos de la calle (ofrecen muestras para probar a todo el que se acerque) y en las pastelerías, que los fabrican especialmente para estas fechas.
Me ha gustado que el festival no era un espectáculo para turistas, sino una celebración propia que disfrutaban y a la que se notaba daban importancia, y de hecho la gran mayoría de los asistentes eran chinos y la lengua que se hablaba por aplastante mayoría era el chino. Es curioso como, siendo muchos de segunda y tercera generación de inmigrantes, conservan la lengua y muchas de las costumbres.

 

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Lo peor de San Francisco es la cantidad de gente sin hogar que hay, una exageración, en serio, y repartidos por toda la ciudad, al menos hasta donde he podido ver, que ya viene siendo bastante. La Plaza de Naciones Unidas es un cuadro, da pena. Alguien me comentó que era porque los servicios sociales de San Francisco proporcionan comida y techo a todos ellos, y que por eso vienen desde otras ciudades. Yo no sé por qué será, pero es deprimente, en cada esquina, en cada semáforo, encontrarte con uno de ellos. Encima, la mayoría se nota que tienen minusvalías físicas o enfermedades degenerativas, que es gente que debería tener una pensión, y no estar tirados en la calle. Suelen ser negros, aunque hay de todo.

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Otra cosa que me ha sorprendido de San Francisco, no sé si se podrá generalizar al resto del país, supongo que sí, es el sonido de las sirenas de ambulancias, bomberos y policía. Es muy diferente a las europeas, no sé a qué frecuencia estarán, pero parecen un ser vivo, como si estuvieran matando a alguien o despellejando a un gato. Si las hicieron para llamar la atención desde luego lo consiguieron. Qué desagradable.

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La verdad es que San Francisco no es una ciudad muy grande (sí la Bay Area), unos 700.000 habitantes, y te la puedes recorrer, incluso andando, en unas pocas horas, de norte a sur o de este a oeste. Es una especie de Cádiz a lo grande, está rodeada por el mar por tres lados, por lo que tampoco puede crecer más. Tiene barrios con mucha personalidad, muy distintivos, pero a la vez manejables, y lo mejor es que el transporte público es barato y eficaz. Hay una cosa que me da pena, queda poco tiempo para contemplar el skyline (u horizonte) actual de la ciudad, está prevista en los próximos años la construcción de algunos rascacielos enormes, uno de ellos, por ejemplo, de más del doble de altura que el más alto de la actualidad, la Transamerica Pyramid.
Es un plan muy muy bestia . Tanto edificio nuevo supone más habitantes, los servicios más explotados, y yo no sé si esta gente se lo ha pensado bien, pero creo que eso podría hacer peligrar la alta calidad de vida que ahora mismo se disfruta en San Francisco.

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Tengo que reconocer una cosa muy horrible: anoche vi en la tele la primera entrega de Kid Nation, un polémico programa del estilo de Gran Hermano, pero realizado con niños. Para rodarlo se tuvieron que ir al único estado donde había una laguna legal que permitía cierto trabajo de los menores, simulando un campamento de verano.
Me pudo la curiosidad, y por poder criticarlo luego (y contároslo, claro).
Consiste en cuarenta niños, entre ocho y quince años, dejados de la mano de dios en un pueblo fantasma (unos decorados cutres en medio del desierto). Los niños tienen sus líderes y se tienen que organizar para conseguir agua, cocinar, limpiar… Horrible. Unos llantos, un “me quiero ir a mi casa”…, los mayores amenazando a los pequeños, la organización de la comida lamentable, comiendo guarrerías (simulacros de puré de patatas o pasta con una pinta asquerosa). Imaginaos una sola letrina para cuarenta niños, y nadie que la limpie. Al segundo día ya había niños, los más sensibles, que se iban “al campo”. Tenían que dormir en colchonetas en el suelo, todo muy poco higiénico. A ver, tampoco son niños cosiendo zapatillas Nike, pero hay algo que no cuadra, algo que crea intranquilidad.
Se nota que han metido niños con un nivel de inteligencia muy superior al normal, que no lo llevaban del todo mal. El programa se hace interesante por las opiniones de los niños y cómo interactúan entre ellos, pero es para darle una paliza a los padres. Me encantaría saber, dentro de cuatro o cinco años, lo que opinan esos niños de lo que hicieron sus padres con ellos.

SF, primeras impresiones

Tengo internet, y va como el rayo, lo que apenas tengo es tiempo, pero os cuento:

Lo primero que hicimos, nada más llegar, fue subir al tranvía.
Acabamos en Fisherman´s Wharf, la zona del puerto viejo, ahora muy comercial, una toma de contacto quizá en exceso turística pero adecuada, para hacer boca.

Con el City Pass (que cuesta 54$ y merece totalmente la pena) tienes transporte público durante una semana, además de algunas atracciones de la ciudad, como museos y una visita al Acuarium, el cual, ya que estábamos allí, aprovechamos para ver. No es gran cosa, pero está bien porque no se hace pesado, y no tiene espectáculos horrorosos; por ejemplo, los leones marinos están en libertad. Eso sí, toqué un tiburón (hay que hacerlo en el lomo, entre las dos aletas) y una raya.

En el Pier 39 hay unas tiendecitas de lo más. Me encantó una de adornos de Halloween, como nuestros belenes navideños pero de tumbitas, calabazas y demás parafernalia. También me llamaron la atención una de cajas de música y otra de motivos marinos.

La comida típica de aquí es el clam chowder, una sopa sobre un pan francés redondo (sourdough) abierto por arriba. Está delicioso, pienso repetir.

Otro producto típico es el chocolate Ghirardelli. En el Starbucks del puerto (estarán globalizados, pero los zorros saben cuándo no hacerlo) sirven como especialidad crepes, una de cuyas variedades consiste en una tableta entera de chocolate Ghirardelli fundida encima. No comments.
Cenamos un centollo con vino blanco en un restaurante que hay en la planta de arriba del muelle, con enormes ventanales que dan al Golden Gate. Eso es vida.
El vino de California es barato (de precio) y de excelente calidad, yo creo que si tenía tan mala impresión de él es porque probablemente el que nos llega a Europa no sea muy bueno, o yo no hubiera probado una muestra lo suficientemente amplia, pero a partir de ahora todos mis respetos.
Bueno, llevo poco tiempo aquí y mi experiencia es sobre todo culinaria. Me dijeron que los mejores de la ciudad eran los restaurantes asiáticos, sobre todo los tailandeses y vietnamitas, y me dio agonía por el picante, todo para mí, por lo que tengo el estómago echado abajo, y eso que suele ser a prueba de bombas. A ver cómo continúa la cosa.
Y muchos donuts, tartas, helados, caramelos raros…

La bahía y el Golden Gate son una pasada, como imagináis y hemos visto en mil películas. Creo que fue en el documental “El celuloide oculto” donde se hace una referencia a alguien que dijo que las películas sí eran verdad, porque cuando la gente volvía después de su primera visita a EEUU siempre decía “es como en las películas”. Pues eso, sí, casi.

Las calles son muy humanas y, a pesar de las cuestas, invitan a pasear (menos mal que estoy andando –y mucho-, si no no sé qué sería de mi bella y esbelta figura, y aún así, no sé cómo acabará la cosa).
Los edificios son bastante bonitos, y el ambiente en ocasiones me recuerda al de Notting Hill, por poner un referente europeo.
Es una ciudad muy cosmopolita, pero sobre todo europea, al estilo de Inglaterra, Bélgica o Ámsterdam, aunque original por las calles en cuesta. Por los tranvías en cuesta le encuentro similitud con Lisboa, también por el mar al fondo, y a ratos recuerda a Barcelona, pero es más anglosajona.
El toque americano se lo dan los cochazos que de vez en cuando te cruzas, además de detalles como la manera de vestir de la gente, más informal que en Europa en general (lo que me parece estupendo).

La gente me resulta amable, más que la media de ciudades que he visitado (o al menos ésa es mi primera impresión), y uno rápidamente se hace al terreno.
Hay turistas como en todas partes, pero no son tan agobiantes como en España (claro, eso es difícil). Además el tipo de turista me parece que es fundamentalmente interno y, entre eso y que es una ciudad muy cosmopolita, apenas se distinguen de los habituales.

La globalización hace estragos, cada vez más, y la mitad de las cosas que venden en las tiendas de aquí también las encuentras en los chinos de Lavapiés o en las tiendas de ropa de la Gran Vía (nada más salir a la calle me encontré con una chica que llevaba mi misma chaquetilla negra que compré en el H&M de Madrid, se me quedó mirando con cara de mala hostia, mientras que a mí me hizo mucha gracia la coincidencia, aunque cuando pensé que a ella le había costado más barata y que si yo me hubiera esperado unos días también me hubiera salido así, me cambió la sonrisa), pero todavía, rebuscando un poco, se encuentran diferencias interesantes.

¿Lo mejor? El dólar en su vida ha estado más débil frente al euro que en estos momentos, lo que hace que casi todo, al cambio, esté bastante barato. Un café te sale más barato que en Madrid y comer ni te cuento. Aquí se come bien por diez euros por persona (y cuando digo bien me refiero a muy bien, que estoy tirando por lo alto).
La ropa también está muy barata, y los zapatos, y todo lo tecnológico. Esto va a acabar siendo mi perdición, lo sé.

En definitiva, esta ciudad es una pasada, voy a estar un tiempo respetable y me da la sensación de que me va a faltar, pero pienso aprovecharlo lo más que pueda, visitar cada rincón y disfrutar de cada momento. Hasta ahora está saliendo todo redondo, espero que siga así.

En el avión me hice muy amiga de una chica española muy simpática que trabaja en Berkeley, con la que hemos vuelto a quedar, y mi compañero de piso vivió en esta ciudad no hace mucho y me ha dado una lista de lugares y consejos interminable, pero si alguien tiene alguna recomendación, en especial gastronómica, será bienvenida.

Hablando de otra cosa, y de lo mismo, aquí la primera noticia en todos los medios es lo que está pasando en Jena y las manifestaciones en contra del racismo, no sé qué se habrá oído en España de esto.
También hay debate con la sanidad pública, lamentable, me da pereza reproducir las barbaridades que sueltan algunos. Y Schwarzenegger es un zorro, cuando le conviene le da la razón a Bush y cuando no barre para sus votos, da miedo ese tío, tiene bastante poder.

Viendo la tele me he quedado flipada con los anuncios relacionados con la sanidad y la estética. Ejemplo: se ve un león que ruge, es tu hambre, luego se ve un gatito, y tu hambre se puede ver reducida a un gatito con un gracioso implante de ¡reducción de estómago!. Flipping, flipping. Pero el que más gracia nos ha hecho ha sido el de los abueletes en silla de ruedas haciendo coreografías y de excursión por el monte con el nuevo modelo de sillas motorizadas.

No me he hecho ninguna foto y, aunque no soy de fotos, estoy sufriendo, porque hay cada rincón... No me traje cámara y estoy en la duda de si comprarme una, porque al fin y al cabo la mía es muy antigua, sólo permite veinte fotos y la batería no le dura nada (y encima no encuentro el cable del ordenador, que por eso no me la he traído). Mañana veré. Todo puede ser que para poder llegar a México me tenga que agenciar una esquina.

Y quedan días, quedan días…

Mmmmm, lo que no se ve en las películas:
San Francisco huele muy bien, a mar, a caramelo y a flores. :)

un breve

un breve

Me voy de viaje, por lo que frecuentaré menos estos lugares virtuales, pero creo que dispondré de internet, así que no os libraréis del todo de mí. Iré informando según tenga tiempo.

Hasta muy pronto.

Iwi.

Marianne Faithfull

Y tiro porque me toca: he acabado en Marianne Faithfull.

No sé por qué me atrae esta mujer, quizá por ser el contrapunto desconocido a todo lo que suponen los grupos de rock y el mundo de fama que los rodea, o por la ser la gran mujer detrás de aquel ¿gran hombre?

Tiene algo.



Algunos encuentran su voz insufrible, a mí personalmente me gustan algunas voces cascadas, especialmente si como ésta trasluce experiencia de la vida, desgarro y sinceridad. Dicen que su voz cambió en los años setenta debido al tabaco, el alcohol, la cocaína y varias laringitis.

The Ballad of Lucy Jordan (también banda sonora de Telma&Louise)


Marianne Faithfull tiene una vida apasionante, al igual que dicen es su autobiografía, de 1995, que no pude leer en su momento y es mi eterno pendiente, pero gente que lo ha hecho dice que es para no perdérsela.

Resumo, burda y brevemente, vida y curiosidades varias:

Nació en 1946, en Inglaterra, de padre militar y profesor universitario de filología, y madre baronesa austríaca, descendiente por un lado de judíos y por otro de los Habsburgo, concretamente de Leopold von Sacher-Masoch, el autor del libro “La venus de las pieles”, de quien deriva la palabra masoquista. Ésta era bailarina y trabajó con el dúo teatral que formaban Bertolt Brecht y Kurt Weill.
Marianne recibió una educación católica y llegó a estar en un convento. Comenzó cantando canciones folk.


Pronto la descubriría el productor de los Rolling Stones, Andrew L. Oldham, quien junto a Mick Jagger y Keith Richards compondrían para ella su primer éxito musical. Le seguirían más éxitos, todos muy bien posicionados en las listas de ventas británicas, con lo que se convirtió en alguien muy popular en la escena musical británica de los años sesenta, además de participar en diversas películas.
Su vida amorosa es interesantísima también. En 1965 se casó con John Dunbar, heroinómano, de quien tuvo un hijo, pero se divorció al año para iniciar una relación con Mick Jagger.
Tuvo relaciones con otras figuras del rock, como Allan Clarke (Hollies), Brian Jones, Keith Richards, David Bowie, Jimi Hendrix o Jeremy Clyde, y con mujeres como Anita Pallenberg, Sadia o Angie Bowie.
A lo largo de la década de los sesenta se hizo adicta a diversas drogas, entre ellas la cocaína.
Fue pareja de Jagger durante varios años, hasta principios de la década de los setenta, y amante de Keith Richards al mismo tiempo. En su autobiografía confiesa que Keith Richards era mucho mejor amante que Mick Jagger, lo que Keith (su amigo hasta hoy) agradeció pública y calurosamente.



También fue autora o coautora de alguna de las canciones de los Rolling Stones, como finalmente reconocerían los tribunales. Perdió un hijo de Jagger y se intentó suicidar. Le fue retirada la custodia de su hijo. Sufrió de anorexia nerviosa. Ya adicta a la heroína, estuvo en coma en dos ocasiones, debido a sobredosis. Caída en desgracia, vivió durante dos años en la calle, siendo despreciada por la que antes fue su pareja y sin poder cobrar los royalties que en justicia le correspondían.
En 1979 se casa de nuevo. Aunque es detenida por posesión de marihuana en Noruega, resurge con el que probablemente sea su mejor disco, “Broken English”, con aires punk y una voz muy cambiada.

Marianne Faithfull - Broken English



Se traslada a vivir a Dublín. A mediados de los ochenta, a pesar de su resurgir profesional, todavía sigue batallando con su adicción. Visita diversas clínicas de desintoxicación.

Intenta suicidarse tirándose por una ventana tras otra relación amorosa fracasada.

En 1987, se reinventa de nuevo a sí misma y saca un album de influencia jazz, “Strange Weather”.
Al final de la década vuelve a contraer matrimonio, seguido de divorcio a los tres años. A partir de la década de los noventa se produce su definitiva consagración y, además de trabajos propios, colabora con artistas como David Bowie, Jarvis Cocker, Beck, Sly and Robbie, The Chieftains, Tom Waits, Lenny Kaye, PJ Harvey, Nick Cave, Rupert Hine, Metallica y Roger Waters, además de numerosas apariciones cinematográficas.

Marianne Faithfull - Sister Morphine


Marianne Faithfull acaba de superar un cáncer de mama y ya ha vuelto a los escenarios, aunque se plantea seriamente su jubilación.

 

Lisa Fischer

Me encanta esta canción y me encanta esta mujer.

("Gimme Shelter", Rolling Stones in concert, Bridges to Babylon 1998)



¿Quién acompaña a quién?

 

La verdad es que me he tenido que retrotraer hasta 1998 para encontrar una versión aceptable, en los últimos conciertos están bastante cascados y es la Fischer la que, con unos kilitos de más y más chillona que nunca, los tiene que levantar.

 

don't do drugs

 

Se escucha la calle

Se escucha a los borrachos en la plaza, no llega a nivel de bronca, parece discurso, sermón, pero en cualquier momento se desborda. No puedo dormir, no es por eso, pero influye. Mi compañero de piso tampoco puede dormir, tose. Ya lo conozco, a estas horas se le acaban cruzando los cables y le doy diez minutos para que esté llamando a la policía.

No sé si esperar a que ocurra algo más grave o ponerme música con los cascos. Mi ansia de cotilleo, quizá mi instinto de supervivencia, me impiden aislarme.

Hace calor esta noche.

Comentaba la situación de alcoholismo que se presencia en la plaza con una mujer que me presentaron hoy mismo. Ella decía que ya hace veinte años la mitad de la población española era alcohólica, yo que sí. (Inventamos y aceptamos las encuestas como nos da la gana, pero seguimos en nuestro discurso, adhesión al grupo se llama). Que muchos señores mayores desayunan carajillos, que en los pueblos se bebe todavía más.
Pero ¿qué hacer con los borrachos?, que la represión, la “limpieza”, no es la solución, porque si los echan a la plaza de al lado estamos en las mismas, tanto nosotros, bueno, los de la plaza de al lado, como ellos. Que copan la plaza, que debería ser también de los niños, de los ancianos, y de nosotras mismas (aunque muchas veces, pienso, la presencia de los borrachos en la plaza no es óbice para todos acabemos allí, soportándolos, que no tolerándolos, porque eso tolerancia no tiene). Que hay que atajar el problema de raíz, pero sabemos que muchos de ellos no tienen solución. Nos maravillamos de su aguante, que nosotras nos vamos un día de marcha y al siguiente estamos para el arrastre, y ellos ahí siempre, al pie del cañón.

 
Hablando de este tema, caminando por la calle, llegamos a la plaza. A la altura del metro un borracho sostiene con una mano a una mujer por la cara, mientras le grita algo incomprensible, porque está muy borracho.

Hoy, estando en casa, se oyó follón, correr de pasillos y gritos de mujer. Yo siempre optimista y feliz, pensé que era gente que se divertía, mi compañero de piso pensaba que era una a la que estaban “caneando”, yo que no, él que sí. Me negaba a aceptar que pudiese estar pasando, tan cerca, sin saber bien de dónde venía. No.

Parece que ya se han callado.

Pero sigue haciendo calor.

Mondeo (por Noeli -ML-)

Mondeo era un hombre a un apéndice pegado. No era guapo, ni avispado, ni sensual. A pesar de que fue modelo de dudosa reputación, al menos por un día, eso sí, pagando el mismo las fotos. Tenía el mismo erotismo que un plato sopero, sin embargo contaba con el don más preciado y maravilloso que se pudiese imaginar, máxime en estos tiempos que corren.
Pues sí, Mondeo era la candidez personificada, ni Heidi en sus mejores momentos pudo llegar a superar a nuestro Mondeo. Cuántas noches tuvo que batirse el cobre con J.S. (más conocido como Satanás), en sus peculiares tertulias teológicas. Cuántas veces defendió sus peregrinas ideas a diestro y siniestro hasta perder la voz, pero no el entusiasmo; cuántas muestras de inocencia dio cuando una vez tras otra le encerraron en la terraza de nuestros pisos de estudiantes, cuando había fiesta, hasta que algún alma caritativa veía su apéndice y le dejaba entrar.
Cuántas veces nos habló de su casi pérdida de virginidad y de sus amores platónicos con aquella chica que nunca conocimos. Que triste nos contó su beso frustrado cuando un pequeño trozo de chorizo se interpuso entre sus labios y los dientes de la chica, sin que nuestro Quijote pudiese consumar acción alguna.
Cuánto tardará todavía en descubrir su orientación sexual, cualquiera que sea, y asumirla.
En una ocasión nuestro pusilánime Mondeo fue atracado por un “caco” con un alambre, situación que no sólo ocurrió una vez, sino que se repitió tantas veces como el atracador de pacotilla quiso, porque nuestro Mondeo andaba por las calles de aquella ciudad estudiantil con algunas pesetillas en el bolsillo que nunca gastaba porque eran para el bus y para el atracador (el que pasara antes).
Que penita daba cuando se iba de las reuniones detrás de J.S., a solo unos pasos, porque le daba miedo caminar al oscurecer, y J.S. no le dejaba ir a su lado ya que entendía que perjudicaba su imagen.
Que agradable nos hizo aquel examen, cuando rompió el banco al sentarse y tuvimos que salir todos de la risa, antes que pudiéramos responder sobre el derecho foral en las vascongadas.
Y todo esto con su dedo índice largo e inquisitorial, apuntando a todo y a todos, porque eso si, nadie estaba libre de pecado para el dedo de Mondeo.


Personas a las que admiro I

Inicio una serie sobre personas a las que admiro.
Bueno, me he puesto a pensar y puede que la serie no dé para muchos capítulos, pero en fin, ya se me irán ocurriendo. Por lo pronto, aquí va éste:

Hoy me he tropezado en internet con esto:

Sabrás por la presente que empeoré de vida.
                                      Mariano Maresca


Gran tipo, Mariano Maresca , de los pocos que merecieron la pena.

Primer curso, primer día de clase:
“Debéis saber que yo no soy un profesor normal, no, porque yo tengo las tres Emes…
De Maresca, marxista y MARICÓN”.

Rumor, casi escándalo; yo sonreí, aquello prometía.

Y no defraudó.

- debajo hay otro post -

 

Contracapítulo: Personas a las que dejé de admirar I

También fue mi profesor en primero, no diré su nombre no sé por qué, pero algunos sabréis a quién me refiero.
Siendo profesor se caracterizaba por su aparente integridad, por poseer una visión ecuánime de la Historia y por darle siempre, dentro de la misma, un hueco a la mujer (la de cosas que aprendí). Parecía guay.

Unos once años después, coincidió que terminé viviendo en su mismo edificio. Éramos vecinos.
Cuento brevemente la situación que se daba en aquel bloque de pisos (en pleno centro, en principio el sitio más “bien” en el que había vivido):
Al tiempo de establecerme allí, descubrí que en la planta de arriba había un puticlub, pero no un puticlub en condiciones, como el que había tenido en el balcón de enfrente durante cuatro años un tiempo atrás, sino uno en el que chicas de otros países (Brasil, Bolivia, alguna del sudeste asiático) estaban siendo explotadas. Después de un episodio que conté hace tiempo en este blog (según recuerdo es el único que he borrado por lo fuerte que era), y de mi charla con el guardia civil, descubrí que mi casero, y al mismo tiempo presidente de la comunidad de vecinos, estaba “comprado” de alguna manera por los que regentaban el piso de citas.

La relación con mi casero (el peor que he tenido, qué hijo de puta), casualmente mi vecino de puerta, era muy mala y había llegado a un punto de no retorno en el que apenas nos dirigíamos la palabra y era todo falsedad por ambas partes.

Yo ya estaba muy mosqueada con el tema de las chicas de otros países (vale que exista la explotación en el mundo, pero verla –y oirla- todos los días quema a cualquiera), y a ello se unieron otros episodios, tanto míos como de mis compañer@s de piso, sucedidos en el ascensor con clientes que subían al puticlub (los que iban pasados), que nos atemorizaban con ofertas o palabras soeces, por no hablar de las veces que te encontrabas gente metiéndose coca en el portal (se había convertido en costumbre, ya venían de la discoteca de al lado y se formaba allí un ambientillo paralelo y todo); que esto último no es que me importase, pero bonito no está.
Realmente, si el piso hubiese sido de prostitución digamos “limpia” (como sucedía por ejemplo en el otro que conocía, que en cuatro años apenas vi nada fuera de lo normal y las prostitutas eran unas vecinas amables más), yo no hubiera dicho nada, pero ahí se cocía lo peor. Y me parecía peligroso para todos los que vivíamos allí porque le abrían el portal a cualquiera y a cualquier hora. Yo algunas veces no me recogía precisamente temprano, y me arriesgaba a encontrarme, cualquier noche, al volver a casa, con alguna situación desagradable.

Pero claro, yo no era propietaria, no podía hacer ni decir nada, y encima mi casero era el presidente de la comunidad y no quería que nuestra relación se deteriorase aún más.

Así que decidí hablar con aquel buen hombre, el que fuera mi profesor –de Derecho, catedrático- para ver si él podía comentar algo en las reuniones de vecinos. Le conté todo lo que pasaba (me extrañaba que él no se hubiese dado cuenta con el tiempo que llevaba allí, ni nadie dijese nada), que era peligroso para todos y que en el edificio también vivían niños (mi casero, por ejemplo, tenía una hija de cuatro años).

Me respondió, muy borde, que él no tenía nada que ver con eso, que buscase ayuda en otra parte.

A la mierda la idealización.

Reencuentros

Fred Astaire - Dancing cheek to cheek

Hay días que se sabe, que va a ser especial, pero otros ni lo sospechas. Hoy ha sido uno de estos últimos.

A media mañana, recibo una llamada: era de una buena amiga que hacía dos años que no veía y meses que no hablaba por teléfono con ella. Es de ésas que viven lejos pero da igual no llamarse, porque se sobreentiende que no pasa nada, y el día que lo hagas será como si no hubiera pasado el tiempo.
Quedamos para tomar café. Durante una hora charlamos animadamente, contándonos todo a trompicones. Recordé, sonriendo para mis adentros, lo mucho que hablaba, cómo enlazaba los temas, sus incisos habituales. Analizamos los acontecimientos de estos dos años, además del período en que compartimos nuestras vidas, esta vez desde una perspectiva más lejana.
La han trasladado en su trabajo y se viene a vivir a Madrid. ¿Quién nos los iba a decir?, con la pena que nos dio cuando nos tuvimos que separar, que pensábamos que ya nunca más podríamos seguir siendo amigas del día a día.
La conversación me produjo mezcla de nostalgia, de alegría por verla y de ilusión por la nueva etapa que nos espera juntas. Me sentía sorprendida por la sensación de que ella conocía lo que yo quería decir sin apenas hablar (sí que me conoce bien, y no se ha olvidado), por redescubrir que nos reíamos por la mismas tonterías, por hablar de nuestras movidas familiares sin ningún pudor, y todo eso mirándola y pareciéndome por momentos una extraña.
Dijo que me veía feliz, como si hubiera dejado atrás un lastre, y tiene razón. Dijo que se alegraba por mí. Probablemente ella es la que conoce mejor la anterior etapa de mi vida y valoro mucho sus opiniones.
Nos faltó tiempo, porque si algo nos unía eran nuestras largas conversaciones intentando arreglar el mundo. Me gustaban las conversaciones sobre política nacional con ella (yo ligeramente más radical), muy constructivas todas. Me hubiera quedado charlando con ella tranquilamente dos horas más, pero ya habrá tiempo. Ahora está inmersa en esa apasionante actividad que es la búsqueda de piso. (Busca uno sobre los ochocientos euros por la zona de Plaza de Castilla, por si alguien sabe de alguno, que me lo comunique).
Hay algunas amistades que sólo te dan problemas, he tenido demasiadas (recalco el demasiadas, por desgracia), pero hay otras que te hacen recordar lo grande que es a veces ese sentimiento.


Después de esa grata sorpresa quedé con otra amiga que no había visto en todo el verano, ya que ella había estado fuera, de vacaciones. Fue una puesta al día más cotidiana, pero extremadamente agradable también. Mientras comentábamos anécdotas y nos reíamos, se produjo otra llamada, más sorprendente aún que la anterior.


Se trataba de JR. No había vuelto a saber de él desde ¡la carrera! (hace unos añitos ya, ¿eh?). Me pareció transportarme en el tiempo. Tiene una voz preciosa JR, y con el tiempo le ha mejorado. Fue una llamada breve, yo iba en un taxi, con mi amiga y más gente, y no podía hablar tranquilamente tampoco.
La llamada fue, más o menos (resumiendo), así:

- Hola, ¿no sabes quién soy?
- Emmm,
(no lo puedo creer, dudo, pero no hay otra) ¿JR?
- ¿Reconoces mi voz?
- Sí
(satisfecha por mi memoria y sagacidad)
- He encontrado tu teléfono… bueno, es una larga historia, porque yo ahora estoy viviendo en Almería, porque aprobé una oposición, pero antes estuve viviendo en Fuerteventura, y me acabo de trasladar aquí, y mi madre había metido las cosas en una caja, por el traslado, y sacando las cosas de la caja… apareció tu teléfono.
(Se perdía en divagaciones, como excusándose por no haber llamado antes, pero a mí no me importaba nada, yo no necesitaba explicación)
- Ya, yo lo último que supe de ti fue un día que nos encontramos en la facultad
(cuando él ya no estudiaba allí, que fue a arreglar unos papeles, y yo andaba por la biblioteca estudiando para los exámenes de mis últimas asignaturas), que me diste tu dirección de correo y la perdí y ya no supe cómo ponerme más en contacto contigo
- Y te llamaba porque quería hablar contigo y que nos contásemos cómo nos va, y a ver si un día nos podemos ver y eso. Yo ya no estoy con el O pus, ni esas movidas raras…
(palabras textuales)
- Sí, muy bien, a mí también me gustaría hablar. Yo ahora vivo en Madrid.
- Ah, yo estuve ahí ayer.
- Qué pena, podríamos habernos visto.
- Me gustaría llamar también a ML, ¿tú no sabrás cómo conseguir su teléfono?
(parece azorado), o bueno, ¿hace muchos años que no la ves?
- Sí, yo tengo su teléfono, lo cambió, y sí que hablo con ella, vamos, hace muy poco que hablé con ella
- ¿Ah, sí?
(está entusiasmado), ¿la sigues viendo?
- Sí, mucho, si quieres ahora te mando su número en un mensaje
- Estaría bien, muchas gracias. Y eso, me gustaría que hablásemos, no ahora…
- Ahora no puedo, porque voy en un taxi con más gente, pero en otro momento sí, mañana, o cuando sea
- Sí, cuando sea
(se ríe, está feliz)
- Pues hablamos.
- Sí, hablamos.
- Hasta luego
- Hasta luego

A continuación le mandé el número de teléfono de ML, divertida pensando en la sorpresa que ML se llevaría en breve.


Tanto JR como ML pertenecían al grupo de amigos de la facultad con los que tenía una relación más estrecha. Recuerdo a JR, guapo (labios carnosos, pómulos marcados, pelo castaño con entradas), alto, hombros anchos, elegante, amanerado (pero nunca se reconocería gay, esa sería nuestra eterna duda), muy sensible, educado, infantil a ratos, divertido, profundo, con una filosofía de pacotilla muy suya pero encantadora, idealista, ingenuo. Era alguien absolutamente único. A JR hay que conocerlo. Se enzarzaba en discusiones inacabables muy tontas con otros miembros del grupo. Los dejabas, volvías al rato, y seguían en las mismas, pero a un nivel más básico aún.
Su pasión era el cine, y sabía bastante de música.
Era muy buena persona.
La época en la que estuvimos más unidos fue cuando era mi compañero de prácticas de penal, y no hacíamos mal equipo, de hecho sacamos bastante buenas notas.
Pero de pronto ocurrió, que JR se empezó a distanciar de los demás, de nosotros. Acudía menos a las citas y no estaba tan involucrado en nuestras vidas.
Siempre fue bastante religioso, y el resto de nosotros nada, y cada vez menos.
Un día, uno de los últimos que lo vi, tomando todos tranquilamente café en mi casa, nos contó que había ido a un retiro espiritual que había organizado el O pus en un monasterio más al sur. Nos contó en qué consistía, que se había aburrido un poco con tanto rezo, pero que cuando hablaban era muy interesante, que lo pasó mal cuando, al ir a ducharse, todos lo hicieron en ropa interior y él, sin saber nada, se quitó toda la ropa y le llamaron la atención.

La siguiente noticia que tuvimos de él fue a través de nuestro amigo M, otro integrante del grupo. Nos contó que JR, que hasta entonces vivía en casa de sus padres, se había mudado a una residencia del O pus, que distaba escasos 500 metros de la anterior, dentro de la misma ciudad. No le encontrábamos el sentido. Nos contó que JR le había dado un mensaje para nosotras: que a partir de ese momento no podía recibir visitas ni llamadas de teléfono que proviniesen de chicas, así que si le teníamos que decir algo, lo hiciésemos a través de M, que M se encargaría de transmitírselo a él. Nos dejó desconcertados a todos. Durante una temporada comentamos su situación, pero según pasó el tiempo nos cansamos de repetir siempre lo mismo, el tema se enfrió y poco a poco nos fuimos acostumbrando a prescindir de JR.

JR por aquel entonces andaba entre tercero y cuarto de carrera, no era torpe, pero un poco vago. Él y yo íbamos bastante paralelos en la carrera. De pronto, justo al año siguiente me cuentan que JR ya ha terminado la carrera. No lo podía creer. Era imposible, si alguien sabía de sus capacidades era yo, que habíamos estudiado juntos, y yo sabía que eso no podía ser así como así. Pero la aprobó, dos años (cuarto y quinto, y las que le quedaran de tercero que no las recuerdo pero alguna tenía que ser) en uno. No os podéis imaginar lo que eso me abrió los ojos sobre el mundo en el que estaba.

La siguiente vez que lo vi fue el día que comentaba antes en el que él ya había terminado la carrera. Yo no quise entrar en profundidades con él, dejándolo hablar (realmente sorprendida de que se dignara en hablar conmigo) y dándolo por perdido. Nos tomamos un café, durante el cual él miraba alrededor constantemente por si lo veían. Me contó que ahora vivía en Málaga, y que le habían ofrecido trabajar en lo que él quisiera, repito, lo que él quisiera. Él dijo que le gustaba el cine. Entonces lo habían metido en comunicación audiovisual de Málaga, para que hiciese la tesis de lo que él quisiera. A él le gustaba especialmente un director norteamericano. Le habían dicho que no había problema, que en breve tendría arreglada una entrevista con ese director en EEUU.

Me dejó su correo, como quien trafica con algo ilegal, yo no recuerdo si le dejé el mío. Tuve la servilleta en la que estaba apuntado el correo una temporada sobre mi escritorio, pero nunca me decidía a escribirle, porque esperaba que pasara un poco más de tiempo y que él tuviese algo nuevo que contarme, pero de pronto un día la servilleta ya había desaparecido.

Esa fue la última noticia que tuvo ninguno de nosotros sobre JR. De tarde en tarde nos acordábamos, cuando nos reuníamos, y nos preguntábamos que habría sido de él, pero ya habíamos perdido totalmente la esperanza de volverle a ver.


Al rato de haber tenido hoy esa conversación con JR, me llama mi amiga ML (otra con la que hablo menos de lo que debiera, pero que da igual, porque es como si fuera mi hermana). ML estaba partida partida partida de la risa.

Extracto de la conversación:

Yo: -Has hablado con él, ¿verdad?
-Sí,
juas juas juas, tía, se acordaba de la predicción que me hizo en ¡el 94!, que me casaría con un tío que todavía no conocía. Y (en voz baja, como costándole reconocerlo) efectivamente me he casado, la verdad. Tía, ¡que se ha hecho funcionario de prisiones!
-¿¿¿¿Quééééé????, ¿¿¿¿JR????
-Sí, ¿no te lo ha contado?
- Noooooo
- Por eso me río, que ¡a JR no le pega nada!
- Pero nada de nada, ¡pero si es un pusilánime!
- Si ya,
juas juas juas , ¡y que una transexual lo ha denunciado por hablarle mal! Juas juas juas
-¿¿¿Él???, ¿hablarle mal?, ¿¿¿él???, pero si él es incapaz de hablarle mal a nadie…
- Sí, si por eso me río, a saber lo que le diría… 
- ¿Y en qué habéis quedado?
- En hablar más otro día, y en que en breve te llamará a ti.



Estoy feliz, jejeje, ¡hemos recuperado a JR!, jejeje, ha vuelto a nosotros, ¡se acuerda!

Es flipante esta historia, la de vueltas que da la vida, y nunca sabes lo nuevo que te vas a encontrar.