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Granny D

Durante mi periplo de vuelta a casa (no se le puede llamar de otra manera, pero no me quiero extender porque no es el tema, y sí, ya estoy aaquííííí) paré otra vez en un hotel de los States.
Solitaria y nocturna, la batería del ordenador agotada y sin posibilidad de recargarla, me dediqué al más febril zapeo por los múltiples canales que nos ofrece la televisión del imperio (mucho más parecida a la española -especialmente por lo mala- de lo que esperaba). Entre partidos de baseball, series neoyorquinas y realities en los que bailaban los famosos, me llamó la atención una señora, muy muy mayor, con una voz ronca y firme que se entendía muy bien.

 



Por alguna razón, quizá la contundencia que desprendía, me detuve y empecé a concentrarme en su discurso. Se trataba de un debate televisivo y la señora abogaba por los derechos de los trabajadores de Wallmart. Argumentaba con gran firmeza y seriedad, pero salpicándolo con una fina ironía que traslucía una inteligencia fuera de lo común. Constantemente te impulsaba a sonreír.
Me había captado en dos minutos. Hice amago de seguir zapeando pero tuve que volver a aquel canal. Siguió hablando, enfrentándose a defensores de la guerra de Irak, que la acusaban de no apoyar a las tropas. Ella lo rebatía, diciendo que precisamente porque las apoyaba no quería ver a los muchachos víctimas de una guerra absurda, que nada tenía que ver con el 11S, y acto seguido, recordaba a las víctimas iraquíes. Luego comenzó a hablar del mercurio contenido en los ríos estadounidenses y de cómo éste pasaba a la cadena alimenticia. Terminó reflexionando sobre la necesidad de defensa del pueblo ante sus gobernantes. Completita la señora. Inmediatamente, emocionada con ella, pensé que si yo fuera estadounidense la votaría, aunque luego recordé la edad que debía de tener y que quizá ya no estuviese en condiciones físicas de realizar con eficacia ningún cargo político.

De pronto, con gran sorpresa (igual es muy famosa, pero yo no la conocía), descubrí que Doris Haddock, que así se llama, efectivamente, se presentó en 2004 como candidata del Partido Demócrata al Senado, por New Hampshire. Lo que estaba viendo en el canal HBO era un documental sobre su trayectoria política. No ganó esas elecciones pero, contra todo pronóstico, llegó a alcanzar el 34% de los votos.

Sin embargo, ese dato no fue el que más me sorprendió: en ese momento, la señora contaba con noventa y cuatro años. 94.


El documental ha obtenido muy buenas críticas, y lo recomiendo fervientemente, no sólo por la proeza que realizó esta mujer, que también, sino por el optimismo que desprende en su conjunto.

Quizá este caso sólo tiene de especial la edad de la señora, que ya es mucho, pero no es la primera vez que me fijo en que en los Estados Unidos, últimamente, llevan la voz del sentido común las personas mayores. Quizá siempre debiera ser así, puesto que se supone que los años proporcionan experiencia y serenidad, pero estamos tan acostumbrados a recelar de vejestorios conservadores y exigir constantemente savia nueva entre los políticos, que sorprende que sean los mayores los que enarbolen la bandera del progreso.


Os resumo su biografía porque lo merece:

Doris Haddock, más conocida como Granny D, nació en 1910 en Laconia, New Hampshire. Fue a la universidad durante tres años, antes de casarse, sin llegar a graduarse, expulsada porque en esa época los estudiantes universitarios no estaban autorizados a contraer matrimonio. Tras la Gran Depresión, trabajó durante más de veinte años en una fábrica de zapatos, llegando a ser secretaria del director. Tuvo dos hijos, James y Elisabeth.
Comenzó su carrera política en 1960, cuando, junto con su marido, llevó una exitosa campaña contra pruebas nucleares en Alaska, logrando salvar un pueblo pesquero inuit.
Aunque se jubiló en 1972, continuó siendo activista en su comunidad. En 1985, participó en la campaña que detuvo la construcción de una autopista en la localidad de Harrisville.
Su marido murió de Alzheimer, después de diez años de padecer la enfermedad.
Tras ello, en 1995, retomó su activismo político y se unió a las peticiones de reforma financiera de las campañas electorales, que habían promovido algunos senadores. En 1999, con 88 años, inició un circuito por todo el país buscando apoyo para esta reforma. Gran deportista, durante catorce meses caminó unas diez millas diarias, a modo de peregrina, ofreciendo discursos a su paso. Así recorrió los estados de California, Arizona, Nuevo Mexico, Texas, Arkansas, Tennessee, Kentucky, Ohio, West Virginia, Maryland, Virginia, y el Distrito de Columbia. Ya entonces atrajo la atención de los medios de comunicación. Cuando llegó a Washington DC ya contaba con 90 años, había caminado más de 3.200 millas y la esperaba una multitud de dos mil personas. Algunos congresistas caminaron con ella las últimas millas.
Ese mismo año, fue arrestada y encarcelada por leer la Declaración de Independencia frente al Capitolio. Volvió al mismo lugar para leer la Carta de Derechos, en alusión a su libertad de expresión, por lo que fue nuevamente arrestada.
Aunque nunca se llegó a graduar por Emerson, esta universidad le concedió el título de honor en el año 2000. En 2002 recibió otro título de honor por el Franklin Pierce College.
Ha escrito dos libros.
Conocida por sus maneras cariñosas y carácter alegre, en 2004 se hizo cargo de la candidatura al Senado, con gran premura, después de que el anterior candidato dimitiese por un escándalo financiero. A pesar de todos los pronósticos, que no auguraban más de un diez por ciento de votos, obtuvo el 34% tras fulminar a su oponente en un debate televisivo.

 


En 1995 falleció su hija de Alzheimer.
Tiene dieciocho nietos y dieciséis biznietos, algunos de los cuales la acompañaron en su travesía por el país.
Actualmente, con 97 años, sigue activa en política, apoya al candidato demócrata Mike Gravel para las elecciones presidenciales del 2008 (conocido entre otras cosas por su apoyo al movimiento gay), y es miembro del “9/11 Truth Movement ”.

 

Granny D con Mike Gravel -77 años-

Y os digo yo, que vi sus discursos en la tele, que no chochea ni por asomo, ni la tienen ahí figurando.

  • Bonito el discurso que escribió con ocasión la graduación de estudiantes del Hampshire College. Me quedo con esta frase:
"Our lives are more beautifully linked than you can imagine, and the genius of one life can affect all the others in unimaginable ways."
Doris Haddock, 2007

 

1 comentario

Washington -

Exelete material recaudado y muy bien redactado por tu parte ademas de la veracidad con los link de enlace. Muchas gracias me a sido muy util la informacion.