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Milano

Milano

Canción

EasyJet, Málaga-Milán, 75 euros ida y vuelta, con dos amigos de la facultad, un reencuentro, sin parejas.

¿Por qué Milán? Fue el billete más barato que encontramos en el momento de hacer la reserva.

Nos fuimos el sábado por la mañana y volvimos el lunes más temprano aún.

De Milán me he traído un cinturón del H&M, unas anginas que me tienen asustada y cuyas verdaderas consecuencias aún desconozco, y muchas risas.

Para la ocasión adoptamos unos nombres de guerra. A mí me pusieron Jeanette (por lo de rebelde –qué cabrones son…-), luego estaban Noeli (como los dibujos animados) y Damian (pronunciado "demian" como el de la peli, porque estaba de un malicioso…).

Comimos de escándalo en todas las ocasiones, tuvimos mucha suerte con los restaurantes, que son baratos comparado con España y con lo que una se podría esperar de Milán (allí verdaderamente caros son el alcohol y los taxis). El transporte público es muy efectivo y relativamente barato: el billete 48 horas para metro, tranvía y tren de cercanías costaba 5,5 euros.

También tuvimos suerte con el tiempo que hizo, estupendo, sobre los veinte grados, se podía ir perfectamente en manga corta.

Llegamos y el hotel estaba muy bien, baratísimo y cuatro estrellas (Damian se lo curró, tengo que reconocerlo). Fuimos a almorzar y después de compras. Eso es lo peor, qué consumistas son mis niños, pero bueno, entiendo que por sus trabajos tienen que ir vestidos de una determinada manera y que no podían desperdiciar la ocasión de estar en Milán. Me han dado una con las compras… Creo que tengo pesadillas con zapaterías.

Tras el cafe latte de rigor, paseamos por la ciudad, a ducharse, a cenar y a salir.

Un amigo de Damian que visita con frecuencia Milán nos había dado información de varios sitios de ambiente. Al final pasamos toda la noche en un local que se llamaba “go lounge” o “glounge” porque nos dimos cuenta de que era de los que cerraban hasta más tarde. Estaba genial, la verdad. Tenía de todo, dos plantas, terraza fuera, gente bebiendo de pie en la calle, zona de bar, mesas, zona de sofás y zona de baile, música más que aceptable. Lo peor los baños, unos colones… estaba petado el bar el sábado por la noche. El sitio me encantó. Empezamos en la terraza y luego nos fuimos a bailar.

La perdición fue que ponían mojitos. Ahí tiramos la casa por la ventana. Pasó de todo, vaya noche, incluida peleilla interna que se solucionó pronto. Damian ligó con uno que Noeli y yo apodamos rápidamente “el profe de religión” (tenía toda la pinta) para meternos con él.  Tengo lagunillas pero estuvimos bailando mucho y luego en la calle hablando con mucha gente en un batiburrillo de idiomas que yo no sé cómo nos entendíamos pero lo hacíamos. Al final Noeli conoció a unos que nos llevaron en coche al hotel. A esas alturas Damian ya había desaparecido con el profe de religión. Salió redonda la noche.

A la mañana siguiente yo estaba que no me podía mover, porque encima tenía mucho sueño acumulado. Estaba destrozada, así que me quedé durmiendo mientras éstos se fueron a visitar el castillo. Volvieron para la hora de comer. Con unas resacas considerables y consumiendo agua por litros, tras almorzar y tomarnos unos helados buenísimos, visitamos il Duomo. Muy bonita, me gustó en especial una vidriera (la segunda a la izquierda según se entra) que representaba la lucha entre el bien y el mal y había imágenes del infierno y también los rosetones laterales de la parte trasera. Después de eso fuimos caminando (un montón) hasta la basílica de Santa María No Sé Qué, con la intención de ver el cuadro de La Última Cena de Leonardo Da Vinci, pero había que pedir cita con antelación, así que nuestro gozo en un pozo. Aún así me alegré de haber ido. La basílica era románica, preciosa, qué buen gusto tuvo el que la ingenió. Era moderna y todo. Una pena que parte se destruyó durante la Segunda Guerra Mundial.

Tras eso estábamos hechos polvo y nos fuimos al hotel a echar una siesta. No me podía dormir… Éstos todavía tuvieron el valor de volver a ir de compras.

Luego fuimos a otra zona de la ciudad, Corso Como, o algo así (cerca de la estación Garibaldi). Para ser domingo había una animación increíble. Cenamos, nos tomamos una copa en un barecillo muy agradable que se llamaba Novecento y nos volvimos al hotel, porque dos horas después teníamos que estar cogiendo el taxi al aeropuerto. Justo cuando me iba a quedar dormida nos tuvimos que levantar para irnos. Qué mal cuerpo. Bueno, encima nos equivocamos de terminal y hubo un poco de desbarajuste y carreras en el aeropuerto. No nos dio tiempo ni a desayunar. Y luego lo peor es que en el avión hacía tantísimo frío que tampoco me pude dormir. ¿Serán de ahí mis anginas o de la gran noche (en la que perdí mi jersey -pero no me importó mucho porque ya vivió lo que tenía que vivir-)?.

Llegué a Málaga hecha un trapo.

Dos días bastante bien aprovechados, da la sensación de que estuvimos más tiempo. Hemos prometido que el año que viene haremos otro viaje similar, pero a otro destino.

Nos hicimos muchas fotos, pero todavía no las he visto. Si luego descubro alguna que merezca la pena la cuelgo.

5 comentarios

omanero -

Eso, eso, queremos a-fo-tos.

Brixta -

Esos viajes son los que mas molan! Acabas hecho polvo pero que te quiten lo "bailao".

No hay nada como las reuniones con viejos amigos. Yo este anyo he hecho dos: una en Gijon y otra en Palma. Y hay que repetir.

Me alegro de que disfrutaras!

(Te compadezco con las compras)

Iwi -

Gracias Sonia, ahí ahí estoy, en el límite, si me cuido igual se me pasan.
Guio, yo sí que tengo ganas de verlas, que yo tomé muchas pero la cámara es de mi amigo y no sé si voy a poder recogerlas antes de irme de puente. Luego las puedo colgar en el Flickr.

sonia -

Me alegro que te lo pasaras genial. Espero que mejoren tus anginas.

Guiomar -

Quiero ir pronto a Milán y ¡¡¡quiero ver tus fotos!!!
Un beso