Pasaporte, en Madrid y verano
Llevaba varios días queriéndome renovar el pasaporte. En realidad, el que tengo no caduca hasta octubre, pero como es el modelo antiguo, y el lunes parto hacia los USA, necesitaba el nuevo.
Me empezaba a urgir, y el viernes, por circunstancias que no vienen al caso, no pude ir.
Miré por internet cuál era la comisaría más cercana a mi casa y los horarios. Lo ponía bien claro: calle Tal, número Tal, de 9 a 14 horas.
El lunes, a eso de las once, me dirigí tan tranquila a la comisaría, y nada más llegar, veo una especie de tumulto en la puerta. Me acerco, agudizo el oído y casi me caigo para atrás. No quedan números. ¿Números? No quedan números. Para hoy no hay números. El policía de la puerta sólo hace repetir la misma frase. ¿Y a qué hora hay que venir? A las nueve, mañana a las nueve se repartirán nuevos números.
Menos mal que me dediqué a hacer preguntas a los que se encontraban allí esperando, porque descubrí que había que irse a las siete y media para hacer cola porque si llegabas a las nueve o más tarde ya no pillabas número.
En ese momento también tuve la lucidez de ir a preguntarle a la de información (espera cola) si la foto que acababa de hacerme en el fotomatón era válida para el pasaporte, y me dijo que ése modelo sí, pero que la foto en concreto no, porque tenía un ¡brillo blanco! Toma ya. Tres euros tirados.
Me pregunto yo… sé que quizá es una pregunta tonta: si es una comisaría que se dedica exclusivamente a la tramitación de documentación, ¿por qué pone en el horario de 9 a 14?, ¿por qué en ningún sitio explican que si no vas de siete y media a ocho y media no te atenderán?
Encima el policía de la puerta tampoco te lo explica si no lo sonsacas. Y tampoco lo explica ningún cartel. Tan sólo hay colgado uno, viejo, donde figura escrito a mano, con una letra casi gótica: “Agotados los números para pasaporte”.
También hay otro que explica que el plazo de tramitación es de cuarenta y ocho horas. Ahí respiré tranquila. Me daba tiempo.
También me enteré, exponiendo mi caso a unos y a otros (en realidad casi todos se encontraban en circunstancias parecidas), que si a ultimísima hora te presentas en el aeropuerto, con un billete, te lo hacen en el acto, pero no quise ser tan arriesgada.
Total, informada, me fui a hacer unas compras para mi viaje y de tapeo con una amiga.
En un grave error de cálculo, esa misma noche, no se sabe cómo, acabé de copas con mi amiga, y llegué a casa pasada la una de la noche, con un tajón respetable.
No tengo remedio ninguno. ¿A quién se le ocurre?
Qué horror, qué mal cuerpo cuando me desperté. Muriéndome, descubrí que había overbooking en el baño, por lo que al final he llegado a las ocho a la comisaría.
Me empezaba a urgir, y el viernes, por circunstancias que no vienen al caso, no pude ir.
Miré por internet cuál era la comisaría más cercana a mi casa y los horarios. Lo ponía bien claro: calle Tal, número Tal, de 9 a 14 horas.
El lunes, a eso de las once, me dirigí tan tranquila a la comisaría, y nada más llegar, veo una especie de tumulto en la puerta. Me acerco, agudizo el oído y casi me caigo para atrás. No quedan números. ¿Números? No quedan números. Para hoy no hay números. El policía de la puerta sólo hace repetir la misma frase. ¿Y a qué hora hay que venir? A las nueve, mañana a las nueve se repartirán nuevos números.
Menos mal que me dediqué a hacer preguntas a los que se encontraban allí esperando, porque descubrí que había que irse a las siete y media para hacer cola porque si llegabas a las nueve o más tarde ya no pillabas número.
En ese momento también tuve la lucidez de ir a preguntarle a la de información (espera cola) si la foto que acababa de hacerme en el fotomatón era válida para el pasaporte, y me dijo que ése modelo sí, pero que la foto en concreto no, porque tenía un ¡brillo blanco! Toma ya. Tres euros tirados.
Me pregunto yo… sé que quizá es una pregunta tonta: si es una comisaría que se dedica exclusivamente a la tramitación de documentación, ¿por qué pone en el horario de 9 a 14?, ¿por qué en ningún sitio explican que si no vas de siete y media a ocho y media no te atenderán?
Encima el policía de la puerta tampoco te lo explica si no lo sonsacas. Y tampoco lo explica ningún cartel. Tan sólo hay colgado uno, viejo, donde figura escrito a mano, con una letra casi gótica: “Agotados los números para pasaporte”.
También hay otro que explica que el plazo de tramitación es de cuarenta y ocho horas. Ahí respiré tranquila. Me daba tiempo.
También me enteré, exponiendo mi caso a unos y a otros (en realidad casi todos se encontraban en circunstancias parecidas), que si a ultimísima hora te presentas en el aeropuerto, con un billete, te lo hacen en el acto, pero no quise ser tan arriesgada.
Total, informada, me fui a hacer unas compras para mi viaje y de tapeo con una amiga.
En un grave error de cálculo, esa misma noche, no se sabe cómo, acabé de copas con mi amiga, y llegué a casa pasada la una de la noche, con un tajón respetable.
No tengo remedio ninguno. ¿A quién se le ocurre?
Qué horror, qué mal cuerpo cuando me desperté. Muriéndome, descubrí que había overbooking en el baño, por lo que al final he llegado a las ocho a la comisaría.
Había una cola importante, aunque estaban mezclados los del DNI (que también van por número) y los del pasaporte.
A las nueve repartieron los números (algunas personas que habían esperado cola se quedaron sin ellos), y a mí me tocó el 59. Guardé el número, modelo carnicería, cuidadosamente en mi cartera, no fuéramos a tonterías.
No parecía mal número, el 59. La cosa aparentemente mejora cuando veo (en una pantallita luminosa, modelo carnicería igualmente) que empieza a contar a partir del once.
El pánico empieza a cundir cuando descubrimos (yo y los amigos que a esas alturas ya me había hecho) el ritmo al que evolucionaba la cosa. A los pasaportes se dedicaba una sola funcionaria, y ¿cómo describirla? ¿parsimoniosa?.
Hicimos cálculos, iba a unos trece números por hora. Sin embargo nos resistíamos a aceptarlo, pensábamos que en algún momento aquello aceleraría de alguna manera mágica.
Desayunamos, me hice nuevas fotos. Me dio tiempo a buscar una tienda de fotografía (por no sacar brillos esta vez), pero estaba cerrada. Otros tres euros en un fotomatón. Cinco años más con un pasaporte con foto con cara de espanto, con lo bien que había salido en las "inservibles".
Nos dedicábamos a estudiar los movimientos de la funcionaria, a criticarla (obviamente), a contar experiencias similares, a despotricar de la Administración.
La gente se llamaba de nombre su número, de apellido DNI o Pasaporte. Por ejemplo, yo era 59 Pasaporte. Aunque al final se hicieron grupos más cerrados y ya nos llamábamos por el nombre verdadero.
Charlando con unos y con otros, me enteré que de las quince comisarías que expiden documentos en Madrid cinco están en obras. Nadie ha pensado, obviamente, en trasladar a esos funcionarios a las que se mantienen abiertas, ni en hacer las obras en invierno, o qué digo yo, en otoño, ¿primavera? No, en verano, que es cuando casualmente (y lo saben) las comisarías se desbordan de gente que viene a renovar sus documentos porque se va de vacaciones.
Caso aparte merecen los niños. Hé ahí otra. Los niños, que acaban de coger vacaciones, ya pueden ir a comisaría y sacar los pasaportes para viajar con sus padres.
Cuando veíamos que padre/madre con niños se acercaba al mostrador nos echábamos a temblar, tardaban considerablemente más que los “singles”. Supusimos que, al ser la primera emisión de pasaporte, la gestión era más larga. Los extranjeros también eran temidos, pues solían echar su rato, aunque no comparable al de los niños.
Me he encontrado con gente que venía de otras comisarías, dándolo por imposible, y decían que la comisaría a la que yo fui es la mejor.
Por lo visto, en la de Santa Engracia (que abre también por la tarde, no como a la que yo fui), la cola es kilométrica, y a las dos, cuando cierran, después de no haber podido hacer nada en toda la mañana, la gente se queda esperando hasta que a las cuatro vuelvan a abrir.
Nos alucinábamos continuamente cada vez que el policía de la puerta le decía a todo el que iba llegando (sin tener ni idea de dónde se estaba metiendo y guiándose tan sólo por los horarios publicados en internet o colgados de la puerta, como yo había ido el día anterior) que no quedaban números, que mañana a las nueve. A veces éramos nosotros mismos a los que nos daba pena la gente y le explicábamos bien cómo iba toda la movida. Al no dar correctamente la información, no sólo le estás haciendo perder a la gente un día, sino dos, pues el primero se suele pagar la inocentada, si no es de no conseguir número, como me pasó a mí, de pensar que vas a tardar mucho menos de lo que al final tardas.
La gente se llamaba de nombre su número, de apellido DNI o Pasaporte. Por ejemplo, yo era 59 Pasaporte. Aunque al final se hicieron grupos más cerrados y ya nos llamábamos por el nombre verdadero.
Charlando con unos y con otros, me enteré que de las quince comisarías que expiden documentos en Madrid cinco están en obras. Nadie ha pensado, obviamente, en trasladar a esos funcionarios a las que se mantienen abiertas, ni en hacer las obras en invierno, o qué digo yo, en otoño, ¿primavera? No, en verano, que es cuando casualmente (y lo saben) las comisarías se desbordan de gente que viene a renovar sus documentos porque se va de vacaciones.
Caso aparte merecen los niños. Hé ahí otra. Los niños, que acaban de coger vacaciones, ya pueden ir a comisaría y sacar los pasaportes para viajar con sus padres.
Cuando veíamos que padre/madre con niños se acercaba al mostrador nos echábamos a temblar, tardaban considerablemente más que los “singles”. Supusimos que, al ser la primera emisión de pasaporte, la gestión era más larga. Los extranjeros también eran temidos, pues solían echar su rato, aunque no comparable al de los niños.
Me he encontrado con gente que venía de otras comisarías, dándolo por imposible, y decían que la comisaría a la que yo fui es la mejor.
Por lo visto, en la de Santa Engracia (que abre también por la tarde, no como a la que yo fui), la cola es kilométrica, y a las dos, cuando cierran, después de no haber podido hacer nada en toda la mañana, la gente se queda esperando hasta que a las cuatro vuelvan a abrir.
Nos alucinábamos continuamente cada vez que el policía de la puerta le decía a todo el que iba llegando (sin tener ni idea de dónde se estaba metiendo y guiándose tan sólo por los horarios publicados en internet o colgados de la puerta, como yo había ido el día anterior) que no quedaban números, que mañana a las nueve. A veces éramos nosotros mismos a los que nos daba pena la gente y le explicábamos bien cómo iba toda la movida. Al no dar correctamente la información, no sólo le estás haciendo perder a la gente un día, sino dos, pues el primero se suele pagar la inocentada, si no es de no conseguir número, como me pasó a mí, de pensar que vas a tardar mucho menos de lo que al final tardas.
En un momento determinado, viendo que aquello avanzaba tan poco y empezándonos a asustar un poco, decidimos esperar un rato en la cola de información (no había otra cosa que hacer) y preguntar si había la posibilidad de que se quedase gente fuera a pesar de tener número. Y nos respondieron categóricamente que no, que si teníamos número nos atendían. Respiramos aliviados, sobre todo porque en mi grupo éramos de la zona de los cincuenta y tantos y los sesenta y pocos, y sabíamos que más o menos entrábamos, pero a pesar de las palabras de la de información, no nos terminaban de cuadrar las cuentas sobre cómo iban a entrar los 99.
Así pasaron las diez, las once, las doce (parece la canción de Sabina) y… ¡la una! Me atendieron, por fin, a la una.
La señora que llevaba el 99 tiene que estar contentísima, sobre todo por las mentiras que nos echaron los de información diciendo que entrábamos todos. Es completamente imposible que esa señora haya entrado según el ritmo que hasta la una pude observar.
Ah, y el cartelito que pone en la puerta de que los pasaportes te los dan a las cuarenta y ocho horas es mentira, yo puedo ir a recogerlo el viernes de nueve a dos. Eso son setenta y dos horas, si no se me ha olvidado contar.
Aunque bueno, visto como está la cosa, hasta contenta debería de estar de que por fin vaya a tener mi nuevo pasaporte e irme de vacaciones.
Había pensado en sacarme el carnet de conducir internacional. Le van a dar mucho. Pienso conducir, si al final lo hago, con mi carnet normal de España.
Así pasaron las diez, las once, las doce (parece la canción de Sabina) y… ¡la una! Me atendieron, por fin, a la una.
La señora que llevaba el 99 tiene que estar contentísima, sobre todo por las mentiras que nos echaron los de información diciendo que entrábamos todos. Es completamente imposible que esa señora haya entrado según el ritmo que hasta la una pude observar.
Ah, y el cartelito que pone en la puerta de que los pasaportes te los dan a las cuarenta y ocho horas es mentira, yo puedo ir a recogerlo el viernes de nueve a dos. Eso son setenta y dos horas, si no se me ha olvidado contar.
Aunque bueno, visto como está la cosa, hasta contenta debería de estar de que por fin vaya a tener mi nuevo pasaporte e irme de vacaciones.
Había pensado en sacarme el carnet de conducir internacional. Le van a dar mucho. Pienso conducir, si al final lo hago, con mi carnet normal de España.
Una canción , para relajarme/relajarnos.
¿Funciona el Odeo? No, no lo puedo creer:
14 comentarios
blood pressure -
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jordans for sale -
sonic -
alexandra -
Marta -
Me voy a ir a Leon
Para el carnet internacional una gozada, te lo hacen enseguida, nada que ver trafico con lo de los dnis, yo tb voy a usa de vacas y me lo he hecho, ya te digo, en 1 horita ventilado.. Eso si, a trafico, ve tarde, como a las 12 es buena hora...
clara -
http://www.elpais.com/yoperiodista/articulo/Periodista/Espana_Madrid/cola/comisaria/Madrid/pasaporte/quieres/hacerte/pasaporte/cola/elpepuyop/20070713elpyop_1/Tes
ana -
Al final he tenido que irme a sacar el pasaporte a Palencia...donde tienes que pedir cita y te dicen el dia y la hora a la que puedes ir.
life's traveller -
elmanytas -
En el primer día se rumoreaba que daban 80 números para pasaporte y 120 para dni así que hice cuentas y lo dejé para el día siguiente.
Al día siguiente me dicen el policía de la entrada que si en el cartel pone 200 números es que hay 200 números para todo. Hago la cola desde las 6:50 y cuando vamos a entrar me dicen que no, que solo pasan 80 a pesar de lo que diga el cartel.
¿Es que no saben ni escribir un cartel? Panda de incompetentes.
Minaya -
Besos
Iwi -
de todas formas los dni van mucho más rápido porque había dos funcionarios. El ritmo (lo calculamos) era tres veces superior al del los pasaportes.
sonia -
Yo me renové el dni en la calle de la luna y no me fué mal.