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weblog de Iwi

Mi oscuro pasado

Viendo este anuncio en la tele

me he acordado de una anécdota, blanca e inocente, que pasó hace unos años, unos poquitos.
Ya le he contado antes, y es muy tonta, pero me repito, porque fue un momento que se me quedó clavado.

Era mi primer año de carrera y yo estaba en la residencia de monjas (sí, yo también tengo un oscuro pasado). La residencia acogía a unas doscientas chicas, estudiantes todas. Estaba repartida en cuatro plantas, de las cuales la segunda, la mía, era la más amplia con diferencia, y en ella dormían unas cien chicas.
Entre semana la residencia cerraba a las diez y media de la noche. Cuando llegaba esa hora, después de cenar, estudiabas, hacías reunión en la habitación de alguna o te ibas a la salita de televisión, una por planta, pero la solían tener monopolizada las habituales, marujas precoces en bata y zapatillas de andar por casa, enganchadas a culebrones y sitcoms varias. (Yo, a veces, iba con mi compañera de habitación, a las tantas de la madrugada, y veíamos películas raras o el baloncesto NBA, ése solía ser todo mi contacto con la salita).
Resumiendo, en la salita de planta solía haber, habitualmente, unas tres o cinco chicas, diez como mucho si emitían algo excepcional. Las monjas se pasaban por la salita de vez en cuando, una o dos veces por noche, a saludar y supongo que a controlar, se quedaban un minuto o así, comentaban y se iban, pero la puerta debía permanecer siempre abierta.
Una noche, oh, iban a poner “Nueve semanas y media”. Conmoción general.
Se corrió la voz y a la hora en que comenzaba el acontecimiento se encontraba allí toda la planta, sin exagerar. La gente se tuvo que traer hasta sillas extra de las habitaciones. Era obvio que aquello “cantaba” y que antes o después las monjas se darían cuenta. No me digáis qué tiene de malo ver esa película (que por otra parte ni siquiera me gusta mucho); nada, no tiene nada de malo, pero hay que retrotraerse al momento y al lugar, y encontrarte con la incomodidad de que la monja te descubriera viendo “eso”.
Total, decidimos que se pondría una de guardia en la puerta, que se iría turnando cada cinco minutos, para avisar si venía la monja, y si venía cambiar convenientemente de cadena. Me acuerdo perfectamente, Miquela, una italiana alocada y simpática, era la encargada del mando.
La película empezó y se desarrolló entre risas y chanzas generales, mientras las guardias se sucedían con total normalidad. Esa noche las monjas no aparecían y nos extrañaba.
- La estarán viendo ellas también. Risa generalizada.
No aparecían, no aparecían, y llegó la escena famosa de la fresita, la nata y tal y cual. La que le tocaba estar de guardia, entre la escena y que ya casi dábamos por hecho que las monjas no iban a venir, obviamente se relajó, porque dio la alerta de manera muy apresurada:
- “¡Que viene, que viene!
- “¡Que está aquííí!
Miquela se pegó un susto de muerte, se puso tan nerviosa que el mando le saltó de las manos, con la fortuna de que volvió a parar a ellas.
Yo podía ver a través del marco de la puerta que la monja prácticamente se encontraba en la sala. Entre dientes, le decía a Miquela:
- “Cambia, cambia
- "No puedo, no puedo”, me respondía angustiada.
El mando estaba protegido por un plástico transparente gordo, para evitar su deterioro, y los botones estaban tan usados que no respondían inmediatamente.
Silencio, nervios y expectación, mientras Miquela presionaba una vez más los botones de manera aleatoria.
En el último momento, cuando la monja se encontraba tan sólo a un metro de la puerta, consiguió cambiar de cadena. Hubo un suspiro de alivio generalizado en la sala y, en fracciones de segundos, las caras de tensión se convirtieron en cien sonrisas falsas.
- Uy, cuánta gente hoy, no?
- Sííí, todas al unísono
- Estáis todas aquí… Risitas pavas
- ¿Qué estáis viendo?, preguntó la monja, nunca sabré si inocentemente o no.
En ese momento, volvimos nuestras caras hacia la pantalla del televisor, y nos descubrimos ante… un concierto de Richard Clayderman. Miquela había puesto la 2, mis ojos como platos.

A punto de darme la risa floja, fui la que tuvo el valor de hablar:
- Nada, aquí, viendo un concierto de Richard Clayderman
Por favor, ¿que hacían cien tías reunidas a las tantas de la noche viendo eso, todas concentradas? (Con todos mis respetos hacia Richard Clayderman, cuya valía profesional desconozco). No se lo creía nadie.
- No sabía que os gustara
- Pues sííí, dije, ya con un hilillo de voz, mientras me esforzaba con todas mis ganas por mantener la amplia sonrisa falsa y angelical.
La monja me miró con desconfianza (a esas alturas me tenía calada), pero como no supo qué más decir, dio las buenas noches y se largó.

Si la monja se hubiera quedado un segundo más no nos podríamos haber controlado. La imagen siguiente es la de cien tías revolcándose por el suelo de la risa.

Y entiendo el anuncio, porque Richard Clayderman, con ese peinado y esos trajes blancos, se presta a lo surrealista como nadie.

8 comentarios

Brixta -

¡Qué taro! Tú en todo el meollo dirigiendo el cotarro. No te pega nada, pero nada. Si no es porque te conozco..... :D

Yo sólo fui a colegios laicos, y nunca fui a clase de religión por expreso deseo de mi madre. Así que otras dos y yo, nos montábamos unas juergas que no veas durante esa hora.

Sólo fui a clase de "biblia" (se llamaba así) en USA. Pero me lo reservo para un post que es largo y cundidito.

sonia -

Mira que veo poca tele, pues he visto el anuncio y lo que mas me ha llamado la atencion es que el tio no ha cambiado.
Me ha encantado tu anecdota, buenisima.

anita -

jeje, esto despierta en mi memoria las mil situaciones similares a la que cuentas que viví en la resi (de monjas también, yeah, y donde mejor me lo pasé también) los primeros años de carrera... ayss.. :o)

Dificil -

Yo creo que anecdotas de colegios /excursiones / y derivados mezclados con monjas, dan historias siempre interesantes y algunas hilarantes, como esta... Lo que no se es donde ve todo el mundo ese anuncio... yo aún no lo he visto por ninguna parte

gurb -

esto de las monjas y actividades clandestinas derivadas 'de' me ha recordado a mi E.G.B. (en monjas, como no), y el trafico que allí desarrollabamos de Playboys, Penhouses e Intervius (en este caso ,intervius, los compañeros hijos de padres progres hacían el agosto, se las robaban a sus padres para venderlas a los demas compañeros)

Quieras que no, a todo se le puede sacar provecho y, en este caso, andar entre monjas le daba un morbillo a la cosa...

karraxi -

:D :D :D :D :D qué flipe!acabo de verlo en la tele, y me he quedao pilladísima, y va y me lo encuentro aqui

Laura -

Je, je... qué bueno este episodio de tu oscuro pasado, ja, ja... he podido imaginármelo como si estuviera allí. Estas cosas de los colegios mayores, residencias de estudiantes me encantan, qué nostalgia, qué envidia... todos deberíamos pasar por algo así que tiene que ser super divertido y enriquecedor! Ja,ja... es que me imagino la cara de flipada de la monja, pobrecilla...

gurb -

Acabo de ver este anuncio estando con Mr.Colinsky (e imaginate que hacíamos), al terminar el anuncio nos hemos quedado, nosé, como en silencio.

Mola como cuentas estos episodios de 'tu oscuro pasado', seguro que tienes muchos mas. Molará leerlos.
Lo de ir de ir turnando la guardia...buen trabajo en equipo (almenos la intención)