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weblog de Iwi

Kirikita, la niña refugiada

El vuelo para el trayecto Madrid- Casablanca con EasyJet sale por unos 30 euros ida y vuelta, pero ¿no es mucho más emocionante hacerlo en coche?
Claro que sí.

Yo sé que por mucho que explique nadie podrá captar completamente la atmósfera que se ha vivido en este viaje, donde se pasaba de la felicidad a la pesadilla varias veces al día y con una facilidad pasmosa.
Para empezar, hay que considerar que si metemos a tres adultos y una niña de tres años en un coche durante varios días, sin ninguna otra influencia del exterior que un disco de punkrock de los 80 (porque había cuatro cds más, pero ése era EL CD), el resultado no puede ser normal.
Sin duda alguna, la protagonista absoluta del viaje ha sido Kirikita, la niña. (Mariquita, dicho con lengua de trapo es Kirikita).
Las conversaciones se vuelven repetitivas:
Me llamo Kirikita”, “no, te llamas Paula”, “no, yo no me llamo Paula”, “te llamas Kirikita”, “noooo”, “te llamas árbol”, “nooo”, “te llamas perro”, “noooo”, “te llamas Candela”, “nooooo”, “Kirikita”, “¡¡¡Que no me llamo Kirikitaaaaa!!!” Así durante horas. Después de varios días de lavado de cerebro la pobre niña casi acepta que se llama Kirikita.
También tenemos como más destacados los juegos del “cocolilo” y el de “me como tu nariz”, y el cuento estrella era “Caperucita” en todas las variantes posibles, por encima incluso de “Los tres cerditos”.
También despliegue de emociones básicas: “estoy triste”, “estoy enfadada”, “estoy triste y enfadada” (cada palabra con su entonación particular, escenificando) o “sólo estoy triste”, “estoy contenta”, “tengo miedo” (y Kirikita, que comienza a demostrar un arte especial para el chantaje emocional, las utilizaba hábilmente para conseguir sus objetivos).
Todo intercalado con la bonita canción: “Yo tengo un amigo que se llama Jesús”, “Yo tengo un amigo que se llama Kirikiiiita…”, y “Allah Akbar” (Alá es grande), por lo del toque local. Una locura.
Al final, aunque Kirikita estuviese dormida los adultos seguíamos hablando de la misma manera. Otra regla era que si otro adulto se unía al grupo, aproximadamente en media hora acababa hablando igual: “ésta sí”, “ésta no”, “me llamo…”, “eres bueno”, “eres maaala”… Conclusión, nivel intelectual general de las conversaciones: de niño de tres años.
Ah, Kirikita tiene sus canciones favoritas, y cansina como ella sola, por la edad que tiene (esa en que los niños son tan repetitivos) y por herencia de la madre, todo hay que decirlo, había que repetir las canciones innumerables veces. “¡Otra vez, otra!” Menos mal que Kirikita tiene buen gusto:
Por orden de preferencia son éstas:
“El Pato” de Talking Heads. Sin duda es la favorita. Cuando en el estribillo cantan “Fa fa fa fa fa…” hay que decir “cua cua cua cuá, cua cua cua cua cua cuá” y si se hace el pato con los brazos mejor que mejor.
“Lompeolas, Lompeolas” de Radio Futura
“Puaj, que asco” de The Clash, durante el estribillo en vez de “Rock the Casbah” hay que decir “puaj, qué asco, puaj qué asco”. Probadlo, pega un montón, ocurrencia de Kirikita.
También le gustan “Love Cats” de The Cure y “Stand and Deliver” de Adam & The Ants (la del caballo, de toda la vida).

Kirikita, la niña refugiada, comenzó a ser refugiada cuando se dejó olvidada su ropita de princesa en casa de la abuela y hubo que comprarle ropitas de niño marroquí en el mercadillo para que no pasase frío, que por cierto, Marruecos NO es el Caribe, hacía un tiempo casi como el de aquí, nos llovió dos días.
Kirikita también se echó un noviete marroquí, un rollo pasajero, era un monstruito de niño y la propia Kirikita renegó de él el último día.
Ah, Kirikita descubrió… ¡el yogur rosa chicle! Se trata de unos yogures con un contenido completamente líquido de aspecto radiactivo y efectivamente de color rosa chicle. Tan solo uno de los adultos tuvo el valor de probarlo y dijo que estaba asqueroso, por lo que los demás no hicimos más intención, pero a Kirikita le encantaban, y debe de tener un gran éxito en Marruecos puesto que encuentras los envases tirados por todas partes. Así que imaginad, cada vez que veía un envase: “quiero rosa chicle, rosa chicle…”. Si la dejabas se podía tomar tres de una vez.
Ah, pequeño detalle, a veces Kirikita se mareaba en el coche y vomitaba, pero la pobre, qué buena es, avisaba para que le dieran una bolsa. Os podéis imaginar el color del contenido, ¿no? Momento cumbre: una de las veces la bolsa estaba agujereada, pasando de mano en mano, chorreando rosa chicle por todo el coche, todos gritando…
El estado general en que estaba el coche por dentro es indescriptible (galletas roídas, botellas vacías, mapas, papel higiénico, toallitas de bebé, papeles varios, cds, fundas de cds, chaquetas, bolsos, bolsas de plástico de contenido incógnita…). Y a lo que habéis imaginado añadid el olor a pollo al ajillo del último día.

Hay más capítulos en este viaje:
  • La primera vomitona de Kirikita, por La Mancha, al mismo tiempo en que caía una tromba de agua espectacular.
  • Cuando diez minutos antes de que salga el ferry nos dicen que uno de nuestros billetes (el del coche) está anulado
  • El frío que pasamos la primera noche
  • El del policía corrupto jubilado, alcohólico, putero y musulmán (creo que cuando se declaraba musulmán quería decir que no era maricón), que conducía de modo suicida, al que nos pegábamos porque era el que conocía los sitios buenos.
  • El particular modo de conducir que tienen en Marruecos, que nos dio tan emocionantes momentos, por no hablar de la espontaneidad de sus peatones o la despreocupación de sus ciclistas y motoristas
  • La hospitalidad marroquí que hacía que tuvieras que comer varias veces, y ninguno sabía cómo negarse. (El pescado buenísimo y muy fresco).
  • El senegalés guapo y caballeroso que nos invitó a restaurante en condiciones
  • “El culto”, escritor marroquí encantador, que nos enseñó su pueblo
  • Perdidos en Casablanca (ése se repetía, era como El día de La Marmota, pues igual, y siempre había alguien que acababa diciendo “es que Casablanca tiene cuatro o cinco millones de habitantes”)
  • "Tenemos que encontrar un super-marché…" (ése se repetía también)
  • "Vamos a coger leña del bosque" ("¿y si robamos un palé?" Ése sí que se repetía)
  • Cuando me tomé un redbull e hice realidad mi sueño de quemar el palé
  • Cuando no llegábamos al ferry de vuelta ni de coña, las discusiones en la frontera con los de allí, cuando llegamos por fin y para celebrar que había salido con retraso (nos habíamos encomendado a Jesús, Alá y las diosas, no sabemos cuales fueron los que funcionaron pero la combinación de los tres da resultado, garantizado) nos tomamos unas cervezas, los mareos luego en el ferry…
En fin, eso por encima y de lo que se puede contar, que ha sido completito el viaje.


PS: Hasta que no he llegado a casa tras las vacaciones y alguien me ha dicho “por lo menos no has tenido que soportar las procesiones” no me he percatado de que era verdad.


5 comentarios

Iwi -

pues Karraxi el viaje duró desde el 31 al 9, diez días nada menos, pero ha merecido la pena, de verdad

Brixta -

¡Qué bien suena el viaje! La mayoría de las veces estar con un niño enriquece la visión de las cosas. Para ellos todo es nuevo, y gracias a ello nos fijamos en cosas en las que jamás nos hubiéramos fijado de no estar con un niño.

(¡Qué rabia! No los perdonaré nunca!)

karraxi -

..quien con niños se acuesta...

y cuantos días dices ha durado la odisea? yo al segundo día, o le meto un orfidal en el yogur ése de chicle rosa, o me quedo en Txauen a esperar a que me recojan a la vuelta !

que conste, que me encantan los críos e?

gurb -

¡ja! es lo que tiene el punk_rock por tierras de Alah!

Estoy convencido que en una timba de poker Mahoma le colaría unos cuantos faroles al Chus (por que este se dejaría).

¡Alah es grande! y tu también.

un abrazo iwi.

sonia -

Si sabes ponerte a su altura, los niños pueden hacerte el viaje entretenido, aún asi, puedes tardar en recuperarte. Me ha encantado lo de kirikita.
Mis sobrinos llamaban chupi cola a la coca cola y ahí me ves pidiendo chupicola en los bares con la consiguiente cara de risa del camarero y tonta la mia. Pero según van creciendo te vas curando, aunque las mariposas siguen siendo "piposas". Un beso y bienvenida de nuevo