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weblog de Iwi

Límites y respuestas

“Había sufrido porque ella misma se lo había buscado; no había otra explicación, no hubo más nostalgia que la de una idea. Resultaba triste admitirlo, zanjar así lo que había vivido como el amor de su vida, pero más triste habría resultado no darse cuenta y pasarse la vida añorando una equivocación como aquélla. Porque la cabeza trama sus intrincadas redes y la pasión nunca es, en realidad, como se la inventa. Y un día la flota de recuerdos naufraga en la noche, en el agua oscura de la desmemoria y, cuando una deja de sufrir, ya ha olvidado.

Y, con un poco de suerte, también ha aprendido.”
Cosmofobia, Lucía Etxebarria


Todo lo que sube, baja, y todo cuerpo tiene su límite.
Pues eso, la noche del domingo dormí fatal, incorporándome cada dos por tres, con una tos que parecía de un ser de ultratumba. El lunes por la mañana, nada más despertarme, tarde, pues intuitivamente me dejé dormir todo lo que necesitaba, sentí que algo no iba bien: un dolor agudo en la garganta prácticamente me impedía hablar. A esto hay que añadir el asma, que suele presentarse como artista invitada cuando más concurrida está la escena. Conclusión: ¡qué malita estooyyyy!
Vale, lo acepto, era el precio a pagar.
Hoy he pasado todo el día en la cama, durmiendo o navegando perezosamente por Internet. A ver cómo evoluciono, conste que me estoy cuidando.
En cualquier caso, damos por finalizada la etapa de dispersión, nos recuperamos y al lío. Bueno, tendrá un receso: las vacaciones de Semana Santa, del 31 al 9, (en coche también, que me gustó la última), que consideraré fin de fiestas, o fin de duelo, o fin de etapa, o espectacular comienzo de la nueva, o como queramos llamarlo. No, mejor: espectacular fin del comienzo de la nueva etapa. ¡Je! En realidad, ojalá todos los duelos fueran así. Ahora, echando la vista atrás, me alegro, aunque en su momento las pasara putas y, a día de hoy, aún haya momentos en que la procesión va por dentro. En fin…

Oye, qué bonito libro el de Lucía Etxebarria, cuánto lo recomiendo.√

Hoy, mientras me aburría con el ordenador, he releído por encima algún que otro post de éste mi dispar blog. Me ha llamado la atención, en concreto, uno que publiqué el 13 de diciembre del año pasado, no hace tanto, y que titulé “Misterios insondables” . Bien, pasado este tiempo, estoy en disposición de ofrecer unas respuestas que su momento jamás sospeché:


Respuesta a los misterios insondables:

* ¿Por qué compramos la película “Rain” y llevamos ocho meses sin querer verla?
Ya da igual si la viste o no, no te ha tocado en el reparto de bienes y dudo mucho que la encuentres otra vez, porque rara es.
* ¿Dónde fueron a parar la guía QDQ, los pendientes de plata y el cd con mis textos?
La guía QDQ estaba en el mueble de madera, junto con mis chorradas, los pendientes aparecieron y los perdí en enero en Barcelona, y el cd con mis textos apareció también durante la mudanza y no hace mucho, al comprar este ordenador, lo revisé y ordené los textos.
* ¿Por qué sigo ojeando la revista de otorrinolaringología que llega por equivocación a mi casa aunque me resulta repulsiva porque contiene imágenes de operaciones?
Nunca más te verás en esa disyuntiva. Solucionado.

Y sobre todo:
• ¿Por qué no solucionamos el problema de la ventana del cuarto de baño (no la podemos cerrar) y nos seguimos duchando muertas de frío?
Pues sí que lo solucionamos, lo solucioné, lo solucionó el novio de mi hermana cuando les dejé la casa y casi mueren pajaritos. Lo que hace la necesidad. En cualquier caso, mi nuevo baño tiene dos ventanas, una enorme y otra pequeñita, de aluminio blanco y doble acristalamiento, que cierran como una seda. YA DA IGUAL.

¿Quién me lo iba a decir?


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