Blogia
weblog de Iwi

Mi viaje al País Vasco

Bueno, éste es el regalo que nos hemos hecho mi amiga y yo, para suavizar un poco las penas de los últimos meses: un viaje de seis días en coche por el País Vasco, sin ningún tipo de obligación, vacaciones que se llama, improvisadas y fuera de temporada, lo mejor. El alojamiento gratis: nos quedamos en una casa que la familia de mi amiga tiene desocupada en Bermeo. Además, un amigo común, guapísimo bilbaíno, nos ha acompañado en todo momento haciendo de guía impagable. Quizá hemos acabado más cansadas de lo esperado (se suponía que esto era de relax), pero ha merecido la pena.
Si algo tengo que destacar es el gran sentido del humor de mis acompañantes, que han hecho que lo que más ha abundado en este viaje hayan sido las risas, junto con esa manera de disfrutar de la vida que tienen y que tanto coincide con la mía propia.
Además, he recordado lo que me gusta conducir cuando es por auténtico placer y la libertad que inspira.
Qué gozada de viaje, acaba de pasar por derecho propio a mi lista de los mejores que he realizado.

 

Día 1: miércoles, 7 de marzo de 2007
Siguiendo mi incorregible costumbre, hago la maleta con tan sólo una hora de antelación. Evito los detalles estresantes. Se suponía que debíamos estar en el coche a las diez, recoger las llaves de la casa donde nos íbamos a quedar y continuar hasta Bilbao. Culpa de las dos, salimos sobre las once y pico, pero sonrientes.
Sabíamos por las predicciones meteorológicas que buen, buen tiempo no nos iba a hacer. Lo que no esperábamos, a la altura de Somo… ¿saguas? ¿sierra? (nunca me acuerdo del nombre de este puerto), es que nos íbamos a encontrar con ESO. Todas las variedades climatológicas que no estoy acostumbrada a ver: aguanieve, seguida de nieve y de granizo. Temporal, con todas sus letras. La niebla siempre presente. Jeje, risilla floja.
Para nuestra sorpresa, según avanzamos, el tiempo mejora, pero cuando entramos en el País Vasco vuelve a empeorar. Llueve de una manera considerable, de ésa en que con tan sólo unos segundos de exposición ya estás empapada.
Llegamos a Bilbao a las tres y pico. Nuestro amigo nos esperaba cerca de la Iglesia de San Nicolás. Dejamos los coches en el parking y nos fuimos directos a por una cañita, que nos la merecíamos. Seguía lloviendo. Risas, puesta en común, risas. Otra cañita, ellos se pasan a algo más fuerte, yo tengo que conducir todavía. Nos movemos a un bar de la modernidad bilbaína, ¡cuánta anoréxica!, en serio, exagerado. Pero Bilbao nos gusta.
A las ocho y pico, decidimos reanudar nuestro viaje. ¡Qué viento al volver al parking! Nos volábamos y eso, unido a las copas de más, provocaba aún más risa, parecía increíble.
Nos dirigimos a Bermeo, nos equivocamos y tiramos por la carretera de la montaña. No me importó. Incluso de noche, todo el paisaje, las carreteras sinuosas y la humedad en el ambiente, me recordaban inevitablemente a mi querido Gales. Cuando llegamos, a eso de las diez, muertos de hambre, decidimos tomarnos algo en una taberna: unos txacolís y unos pinchos. Después de eso nos retiramos, no dábamos para más.

Día 2: jueves, 8 de marzo 2007
Nos levantamos cuando nos pareció, es decir, tarde.
Mi amiga me despertó a eso de las doce, eufórica, anunciándome que había salido el sol y que debíamos aprovecharlo. Nos vestimos rápidamente y salimos a pasear por el pueblo, que por cierto es precioso. Está en la costa, pesquero, auténtico, rodeado de colinas verdes. Los bermeanos son conocidos en la región por ser muy suyos, y fama especial tienen las bermeanas, auténticas administradoras de las economías familiares debido a las largas ausencias de los maridos cuando se hacían a la mar, por lo que se puede decir que en el pueblo siempre ha imperado un auténtico matriarcado.
Visitamos la iglesia, la misa era en euskera, un hecho curioso para alguien de tan lejos como yo. Paseamos por el muelle, con la pequeña isla de Ízaro al fondo, y mi amiga, que es oriunda del lugar, me contó algunas de las leyendas que la rodean. Hacía muchísimo viento y era hipnótico contemplar las olas romper con esa violencia. Tras el mágico momento comenzó a llover de nuevo, por lo que corrimos a refugiarnos en un bar.
Cuando la lluvia cesó fuimos en coche al cementerio, que es impresionante, situado sobre un acantilado con vistas imposibles y cuajado de panteones familiares con esos nombres vascos largos y enrevesados de pronunciar. Ya en el coche, decidimos continuar hasta Mundaka y fue una decisión más que acertada. El verde no dejaba ni un resquicio y, a pesar de los días de mal tiempo, el mar tenía unos tonos azules verdosos tan bonitos que era todo de cuento. Mundaka es un lugar idílico, con una ría acabada en una playa infinita de arena clara rodeada por acantilados. Tomamos unas cervezas y unos txacolís, junto con unos pinchos, en un bar que da al pequeño puerto, y más agradable no podía ser, hasta la música, suave y electrónica, acompañaba. Luego paseamos un poco y nos tumbamos sobre la hierba aprovechando unos rayos del sol que había vuelto a salir. Al subir al coche nos atrapó la voz de Brian Ferry cantando “More than this”, por lo que decidimos posponer un rato la siesta y continuar el viaje hasta Bakio.

 

 

Playa de Laga, Mundaka

La carretera que lleva hasta este lugar desde Bermeo discurre paralela al mar, a gran altura y rodeada de árboles, con muchas curvas que obligan a ir a poca velocidad, lo que favorece la contemplación de un paisaje que hace que estés más cerca del cielo de lo habitual. En Bakio, animada por tanto disfrute, metí el 4x4 por la arena de la playa del pueblo y así recorrimos toda la orilla.
A la vuelta, paramos en Eneperi, un alto con un mirador que dispone de bar y restaurante y tiene vistas a otra pequeña isla. El tiempo seguía acompañando y todo era perfecto.
A las seis y media llegamos a casa, dormimos una siesta corta y nos vestimos para salir por Bilbao. Elegimos el jueves para esto porque es el día ideal, los sitios buenos no están colapsados de gente y se puede bailar a gusto.
Estábamos cansadas y la noche empezó sin mucho entusiasmo, casi nos amuermamos, sentados, charlando sobre nuestras familias mientras tomábamos unos pinchos, pero no, la cosa fue subiendo y acabó siendo una gran noche.
Estuvimos en varios locales, la mayoría del ambiente gay bilbaíno, y acabamos en el Badulake, sitio que sospecho reúne a lo peor de cada casa. Bajo el sonido de la que nombramos “dj heterogénea”, bailamos lo que no os podéis imaginar (mi amiga se hizo la reina de la pista) y no paramos de conocer a unos y a otros. Así hasta las mil.

Día 3: viernes, 9 de marzo 2007

Wo, wo, wo

Después de una estupenda comida en un sitio en condiciones, finalizada con pacharanes y sorbetes de limón, volvimos a casa, nos fumamos un porro (menos mi amiga, que no fuma) y pusimos un dvd que encontramos por el salón con “Los mejores momentos de Vaya Semanita” o algo así, muy apropiado.

[Decido dedicar parte del efecto del porro a mi ordenador nuevo, que para eso lo he traído. Sabía que hacía bien trayéndolo (en ese momento escribí algunas de las líneas de este post).
Qué vieja sensación conocida…
He fumado, bebido y la dieta ha sucumbido ante pinchos y alcoholes. No hay dolor.
Se abre un brecha, los recuerdos ocupan demasiado, la recompongo. Pienso pasarlo bien estos días.]


La vida fácil, de nuevo.
Pasamos la tarde durmiendo, y nos fuimos a dormir temprano. A la mañana siguiente nos esperaba una larga lista de lugares vascos por visitar.

Día 4: sábado, 10 de marzo 2007

Nos despertamos a una hora prudencial (sobre las diez y media) y, tras desayunar en un bar del pueblo, hicimos unas compras logísticas y subimos al coche, dispuestos a que no se nos escapara ni una playa. Hizo un día fresco, pero soleado y sin viento. Visitamos las playas de Laida y Laga, que resultaron ser absolutamente espectaculares, al nivel de las de Mónsul y las de Cádiz .

 

 

Playa de Laida

En las cercanías del Valle de Oma hicimos un alto espontáneo en el camino que lleva al Bosque Pintado. Para llegar al mismo, un cartel indicaba dos horas y media de caminata, así que ni de coña, pasando, pero el punto de partida en sí mismo es un paraje precioso, con cuevas y un valle de ensueño. Allí había un bar solitario situado en una casa de trescientos años con vistas al valle. Paramos y nos tomamos un mosto, porque el sitio lo merecía.
Felices por el inesperado descubrimiento, continuamos el camino hasta Elantxobe, pequeño pueblo escarpado que acaba en el mar. Me contaron que antiguamente era casi imposible acceder a él por carretera, casi todo el mundo lo hacía en barco. Las vistas continuaban siendo deslumbrantes aunque las retinas se empezaran a acostumbrar. Paseamos lentamente por el muelle, el mar estaba bastante tranquilo, pero por un capricho de la orografía había un punto del acantilado donde la ola golpeaba con más violencia de lo habitual y le daba al paisaje un toque de encanto. Perezosos, nos encaminamos a un bar de la parte baja, en lo que ya parecía la ruta del txacolí.

 

 

Elantxobe

Esta época del año es ideal para viajar, un poco pronto quizá, pero no hay ni rastro de esas molestas hordas de turistas veraniegos. En la zona en que nos movimos, las carreteras son estrechas y tienen curvas; sin embargo, el ir despacio es más un placer que un inconveniente, sobre todo en los kilómetros, muchos, que transcurren paralelos al mar, y que casi siempre vienen rodeados por infinitos prados verdes o bosques de árboles centenarios.
Comimos en el puerto de Lekeitio, continuamos por la costa vizcaína hasta Ondarroa, y volvimos a Bermeo por las carreteras del interior. A última hora se me quedaron sopa, pero yo disfruté como una enana conduciendo por esas carreteras con mi música tranquilita de fondo.
Llegamos por la tarde noche y descansamos. No sé sabe cómo, sin decir nada, nos fuimos haciendo los remolones y al final no salimos, nos fumamos un porro poco cargado, vimos un Dvd (“Buena Vista Social Club”, sobre el que mi amiga refunfuñaba constantemente -música de Batista, música de Batista...- pero que vimos hasta el final) y algo en la tele, pero como no nos gustaba nos fuimos a dormir. Estábamos cansados, la verdad.

Día 5: domingo, 11 de marzo de 2007
Nos levantamos a la misma hora prudencial del día anterior. Hacía un sol respetable y desayunamos tranquilamente en una terraza del gran parque que ocupa el centro de Bermeo, leyendo la prensa y analizando las dichosas manifestaciones precisamente desde un lugar que hacía que la perspectiva fuera más clara que nunca.
Recogimos a una amiga y al coche. En esta ocasión decidimos desplazarnos un poco más lejos. Tomamos la autopista y fuimos hasta Astigarraga, un pequeño pueblo de interior muy cercano a Donosti. Allí comimos en una sidrería enorme de las de platos comunes, chuletón de cuatro dedos de grosor y sidra toda la que quieras. La tortilla de bacalao estaba deliciosa, duró un suspiro en el plato. Qué bueno es ir los sitios con gente que sabe.
Visto el buen tiempo que hacía decidimos ir a tomar el café a Hondarribia, que es un pueblo costero de postal que está al lado de la frontera con Francia. Tan sólo el casco viejo, medieval, merece el paseo. Empleamos la tarde callejeando y deteniéndonos de vez en cuando a tomar algo.

 

 

casco viejo de Hondarribia

Después de tanta ruta teníamos los cds del coche más que oídos y tardamos en encontrar una emisora de radio en condiciones (los domingos ya se sabe), pero lo conseguimos y mereció la pena. Hicimos un viaje de vuelta de lo más agradable, directo por autopista esta vez.
Llegamos bien entrada la noche y un poco cansados, por lo que decidimos dar por finalizada nuestra estancia en tierras vascas y retirarnos a dormir.

Día 6: lunes, 12 de marzo 2007
Nos levantamos temprano, limpiamos la casa y subimos al coche, con una mezcla de nostalgia por el tiempo vivido y de horror ante la vuelta a las obligaciones que implican Madrid y nuestras vidas en general, aunque con una sonrisa en la cara y la certeza de que estos días ya no nos los quita nadie.

 

Más fotos

14 comentarios

Anonimo -

http://carriuska.blogspot.com/
Me ha gustado mucho tu opinión. A mi tb me JODE la gente que se cree más que nadie por sus estudios o su estatus social. Y tantas cosas en las que estoy de acuerdo contigo cielo

Iwi -

Gracias, karraxi
qué suerte haberte criado allí, es un sitio increíble, tiene magia
y hechos esos vinos!

karraxi -

bonita ruta, si señora, ya sabes tú por donde andar, o a quien elegir pa que te lleve...eeeh? es el paisaje de mi vida, donde he crecido. me gusta la forma que has tenido de apreciarlo

la próxima , te pago unos vinos :)
suerte, guapa!

Iwi -

jajaja, Guiomar, ¡me encanta esa escena! y sí, es verdad, éramos un poco así.
gracias a todos por lo de guapa (me falta el muñequito ruborizado)
Sí estoy contenta y feliz, no una cosa como para tirar cohetes pero mucho mejor de lo que pensé que podía estar dadas las circunstancias.
Sobre las fotos, salgo mona en todas ellas, conste, pero podría ser porque hicimos pocas. Ahora me arrepiento de no haber sacado más. claro, es que eso en el momento no lo piensas.
y brixta, hecho, en cuanto vengas por aquí montamos una de las de comer y beber. ;)

Guiomar Fernández -

"Resistiré erguido frente a todo,
me volveré de hierro para endurecer la piel,
y aunque los vientos soplen fuerte,
soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie,
resistiré para seguir viviendo,
soportaré los golpes y jamás me rendiré,
y aunque los sueños se me rompan en pedazos,
resistiré, resistiré...
Chanchan chanchan chanchan chanchancháaaaaaaaaan"

Lo del viaje en coche me ha recordado la peli Átame, de Almodóvar. Esa escena en la que cantan la Loles, Banderas y Victoria Abrirl.

Estás guapísima

Salarino -

Iwi on the road. Qué chulo el viaje y el post. Y coincido con lo de las fotos, no sólo estás guapa, sino que se te ve feliz y contenta. Ay, los pinchos. Ay, el coche, la musiquita... Ay, sin horarios. Ay, vacaciones...

Brixta -

No, Omanero, Iwi sale guapasísima porque lo está... ¡Qué leches! ;)
Y niña es verdad, como has adelgazado. Y eso que la cámara engorda. Se te ve feliz y me alegro un montón.

Peazo viaje de los que me gustan a mi. Mucho comer y mucho beber (Sobre todo txacolí) aliñado con muchas risas.

De los sitios que has dicho solo conozco Hondarribia. Pueblo de cuento, y es Guiputxilandia. Los genes tiran mucho. ;) Yo comí en la cofradía de pescadores. Orgamos contínuos en forma de guiso.

Cuando vaya pa´llá estaría muy bien organizar una de ésas si se puede, ¿no?

Omanero -

Oye, que al leerlo lo de la "Iraultza ésta" me ha quedado bastante mal. Mil perdones. Léase "... que Iraultza ha dado...".

Mil perdones, mil. :(

Omanero -

Pues sí parece que te lo has pasado bien, sí. Las fotos, molonas, como dice Anonimo, claro que habrás hecho una selección, no vas a poner aquí la que te hicieron recién levantada un día de resaca –es un decir– con los moños de bruja Avería.

Oye, que la Iraultza ésta ha dado en el clavo de la voluntad popular, Iwi, que nosotros no queremos a-fotos gonitas, lo que queremos son a-fotos gorrinas y picantes, de ésas de ver con la boina puesta, de las de clase "S". :)

Anónimo -

¡Guapa, guapa y guapa!!!!

iwi -

jeje, ésas me las guardo para mi disfrute ;)

iraultza -

que paso de las afotos de paisajes, que me las pongas de desnudos, mari, tuyos y del morenazo!!!

iwi -

iraultza, pues al natural está todavía mejor, no sabes tú bien.

iraultza -

pero hija de mi vida, que delgada estáaaaaaaaaaaaaas!!! y que buenísiiiiiiiiiimo que está el tío que te acompaña!!!